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Encuentro con profesores y alumnos de la "ciudad de los niños" (Málaga)

Publicado: 15/03/2016: 4967

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá en el Encuentro con Profesores y Alumnos de la Ciudad de los Niños en Málaga, el 15 de marzo de 2016

ENCUENTRO CON PROFESORES Y ALUMNOS
DE  “LA CIUDAD DE LOS NIÑOS”
(La Ciudad de los Niños-Málaga, 15 marzo 2016)



Lecturas: Nm 21, 4-9; Sal 101, 2-3.16-19.21; Jn 8, 21-30.

1.- En las lecturas de hoy, la primera del Libro de los Números, presenta al Pueblo de Israel que acaba de salir de Egipto, recorre el desierto y está a las puertas del Mar Rojo.
Es un momento difícil porque sale de unas certezas y, aunque estaba mal, en servidumbre y esclavitud, sale de no una vida muy cómoda, pero tenía una infraestructura mínima. Al salir pierde esa estructura. Sale de una casa y comienza el camino del desierto.
En ese camino se encuentra con dificultades, se encuentra con falta de alimento, de agua, la gente empieza a murmurar. Y la lectura nos dice que Dios envía unas serpientes venenosas cuya mordedura era mortal, morían (cf. Nm 21, 6).

2.- Si contemplamos este texto desde nuestra vida podemos caer en la cuenta de cómo el Señor a veces nos manda salir de ciertas certidumbres, de estructuras que nos dan comodidad y nos pone en jaque. Nos hace caminar por lugares que no terminan de gustarnos o por caminos complicados.
El trabajo que hacéis aquí no es fácil por muchos motivos, no sólo por el trabajo en sí o no por los chavales, que podría ser un trabajo mucho más fecundo y gozoso, sino incluso por las trabas administrativas que a veces se ponen. Es una situación incómoda y se puede caer en la tentación de protestar, de regañar.
El Pueblo de Israel no protesta sin motivo, está mal, está falto de muchas cosas. Pero también está el pecado y ante el pecado el Señor nos ofrece una solución. Hay muchas mordeduras de serpientes y hay muchos tipos de serpientes que nos pueden morder en el sentido moral y espiritual. Nuestra sociedad, cada vez más apartada de Dios y donde el sentido de Dios se está perdiendo, nos atrapa. Y como al Pueblo de Israel se nos pega el polvo del camino. A veces, podemos terminar pensando como piensan nuestros paisanos en muchos aspectos.

3.- El Señor nos hace pasar el desierto adrede para decirnos que tengamos cuidado, que estemos en jaque, en camino, en continua revisión. Y hay que tener claro el objetivo. ¿Cuál es la meta del Pueblo de Israel? Llegar a la tierra prometida, llegar a un lugar, vivir de esperanza.
El Señor también nos invita hoy a vivir de esperanza. Atravesamos dificultades, complicaciones, penurias; pero estamos llamados a vivir en esperanza. Y durante la travesía, aunque estemos faltos de muchas cosas, que no se pierda esa visión de futuro.
Al final, ¿por qué hacemos lo que estamos haciendo? No sé si obtenéis los objetivos que os proponéis o tal vez no; algunos saldrán y otros no.
Pero con nos quiere decir el Señor que esto no es lo más importante. Lo más importante es vivir la situación en la que nos encontramos sacándole el máximo de fruto que podemos y sin desesperarnos. Sin olvidar nunca hacia dónde nos dirigimos.

4.- En el libro de los Números aparece también que le pide Dios a Moisés que haga una imagen de una serpiente de bronce para que quien la mirara quedase curado de las picadoras y mordeduras (cf. Nm 21, 8).
En el Evangelio de Juan nos hace alusión a quién es esa serpiente, ese signo. Lo que allá era un signo aquí es una realidad. Si el cristiano con todas esas dificultades con las que vive y con el pecado propio de cada uno mira a Cristo confiando en que es el antídoto de nuestras dificultades, es el perdón de nuestros pecados, es la esperanza dentro de ese camino difícil, complicado por el que estamos atravesando, nos mantendrá en la esperanza.

5.- Lo que estamos haciendo es una celebración, celebramos la fe. Celebrar es vivir. Celebrar no es hablar de temas. Aquí no estamos buscando soluciones a problemas concretos, eso se hace en las reuniones, en los encuentros, en otros momentos. Aquí celebramos la vida y aquí el Señor ofreciéndose en su Palabra, en su Cuerpo y Sangre nos da vida, nos da pan, nos da alimento como el maná en el desierto para continuar el camino.
Este encuentro es lo más importante que vamos a hacer hoy porque aquí se reparan fuerzas, se bebe el manantial del agua que lleva hasta la vida eterna; no solamente el que me acompaña un día de camino por el desierto, aquí retomo el pan de la vida. Esto es lo que celebramos. Tal vez la rutina y la costumbre nos impide apreciar el significado profundo de lo que realizamos en cada Eucaristía.
Quisiera animaros a pensar que lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer hoy, porque de aquí saldremos fortalecidos, saciados, alimentados, con esperanza para seguir el camino. Un camino que no es fácil y que no sabemos si será corto o largo.

6.- Le pedimos al Señor que Él sea nuestro estandarte, el signo de salvación; que, contemplándolo a Él y mirándolo a Él, retomemos fuerzas.
Después cabría decir más cosas: de que nuestro trato con los demás, sean los chavales, sean los compañeros de trabajo, sean los hermanos, sea la familia, sean quién sea estuviera más en sintonía con el ejemplo de Jesús, eso es ya para nota.
Tiene mucho que decirnos este plan pedagógico de Dios. La pedagogía de Dios es la mejor. Él sabe acompañar, si castiga es un castigo saludable por el bien el otro, por el cambio. De la pedagogía de Dios podemos aprender perfectamente. Es la pedagogía que la Iglesia quiere vivir y nosotros como cristianos.
Celebremos esta fiesta, este banquete, este reponer fuerzas sin olvidar en nuestra vida y en nuestro trabajo hacia donde nos dirigimos, sin perder la esperanza.

7.- Que nos ayude también la Virgen que supo hacerlo así. También vivió Ella horas negras de incertidumbre, difíciles, duras, incluso ver morir a su propio Hijo. Creo que es lo más duro que puede presenciar una madre y más aún con una muerte ignominiosa del hijo. Y, sin embargo, se mantuvo.
Que el Señor nos ayude, nos dé su fuerza y nos dé la posibilidad de vivir la esperanza en este camino. Que así sea.

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