La llegada tuvo lugar en torno a las doce del mediodía, y el Obispo fue recibido por el párroco, Pedro Villarejo, y un grupo de feligreses. Tras la acogida, Don Jesús dedicó un momento a rezar ante el Sagrario, y acto seguido se trasladó a visitar a los enfermos de la feligresía, entre ellos, una familia migrante que lleva ya tiempo formando parte de la comunidad, y que afronta ahora la enfermedad de uno de sus miembros, y que agradeció enormemente la cercanía del Obispo.

Tras almorzar con el arcipreste y los párrocos de Virgen Madre, El Rocío y San Pedro, mantuvo una reunión con el párroco en tono cordial y cariñoso.

Por la tarde, el Obispo se reunió con toda la comunidad parroquial en una asamblea en la que participaron los miembros de Cáritas, Catequesis y demás grupos, como el incipiente grupo de jóvenes que se está formando junto a los pertenecientes de las parroquias de El Rocío y San Pedro de Alcántara.
En ella, se expresaron libremente y compartieron puntos de vista con su pastor. Tras la misma, compartieron un rato de convivencia. Antes de la Eucaristía, muy participada y acompañada con los cantos del coro parroquial, Don Jesús estuvo confesando a aquellos feligreses que así lo quisieron. En palabras de Villarejo: «Ha sido un acontecimiento muy positivo, porque la comunidad se sintió bendecida, amada y bien acompañada por su pastor, un sentimiento que llegó a todos los grupos, y que así me han hecho saber ellos mismos. Esta visita ha sido para ellos tan cercana como la de un padre que va a ver a sus hijos», añade.