NoticiaParroquias Los párrocos del interior achican agua junto a sus vecinos Publicado: 22/10/2018: 19899 Campillos, Ardales, Carratraca, Bobadilla, Estepona, Sierra de Yeguas, Benaoján, Yunquera, El Burgo, Cortes de la Frontera, Jimera de Líbar... son algunos de los pueblos más afectados por la tromba de agua que asoló la provincia de Málaga en la madrugada del domingo 21 de octubre. Hablamos con sus párrocos, que se unieron a todos los vecinos para achicar agua en la iglesia y en las casas. El Vicario para la Acción Caritativa y Social, Gabriel Leal, da las gracias, en nombre de los sacerdotes que atienden Campillos y Teba, y de Cáritas, por la ayuda prestada a los damnificados de dichas parroquias. Y afirma que, de momento no es necesario que se aporte más ayuda a través de las parroquias, ni siquiera en ropa, alimentos y productos de primera necesidad. En el momento que sea necesario algún tipo de ayuda, lo comunicarán. Desde el inicio de la emergencia por las inundaciones, las parroquias de Campillos y Teba han estado cercanas a los afectados, especialmente a los más necesitados, ofreciéndoles su consuelo, cercanía y ayuda. También les han ayudado con artículos de primera necesidad, particularmente con 100.000 litros de agua potable. En la ayuda ofrecida desde la Iglesia han participado las dos Cáritas y las hermandades de las parroquias, apoyadas por otras Cáritas parroquiales y los Servicios Generales de Cáritas. Estación de Cortes de la Frontera y Jimera de Líbar Francisco José Martínez es el párroco de Cortes de la Frontera, Estación de Cortes, Jimera de Líbar y Atajate. Estación de Cortes fue noticia en todos los informativos porque una de sus vecinas tuvo que ser rescatada en helicóptero. El párroco explica que «la lluvia comenzó de madrugada, pero fue en media hora, por la mañana, cuando los vecinos de Estación de Cortes y Jimera de Líbar (donde tuvieron que rescatar a 25 personas) vieron cómo el río crecía hasta un metro de altura y arrasaba todo lo que encontraba a su paso. A la iglesia apenas ha entrado el agua y el barro porque está sobre una escalinata alta. El agua de la tormenta que había caído en Ronda bajaba por el río y los vecinos no tuvieron tiempo de reaccionar ante la riada pues, a pesar de estar acostumbrados a que el río se negara, no recordaban una situación de estas características». «Hay que dar gracias a Dios porque no ha habido daños personales. Si la riada hubiera ocurrido de noche, hubiera sido mucho peor», añade. «La gente se ha volcado prestando la ayuda necesaria, acudiendo tanto del mismo pueblo como de los pueblos cercanos para quitar barro de las casas, sobre todo de las más cercanas al río», concluye. La Indiana La Indiana es una pedanía situada en la carretera de Ronda a Benaoján y pertenece a la parroquia de San Antonio de Padua de Ronda. Su párroco, Juan Carlos Millán, explica que «es una extensión grande de casas con su terreno. Muchas de ellas tienen cabezas de ganado y extensos cultivos. Celebramos la Eucaristía una vez al mes en una capilla escuela. Por esta barriada pasan los cauces de dos ríos: el Guadalevín y el Guadiaro. Fue tal la fuerza del agua y la suciedad que arrastraba que se inundaron las casas y han sido varios los que han perdido cabezas de ganado. En la capilla solo ha entrado un poco de barro, pero son varios los vecinos con grandes pérdidas». Campillos y Sierra de Yeguas Francisco Sánchez Pérez es el párroco de Campillos y Sierra de Yeguas. Campillos ha sido el pueblo más afectado por la tromba de agua debido, no solo a la cantidad de agua que cayó, sino a la situación geográfica del pueblo. «Por la mañana estuvimos en Málaga, participando en la beatificación del padre Arnaiz, al regresar a la tarde, celebramos la Eucaristía en nuestra parroquia y después comenzó una interminable tormenta que duró toda la noche hasta el domingo a las 4 de la tarde», explica el párroco. «Ni en la iglesia ni en la casa parroquial ha ocurrido nada, gracias a la restauración que llevamos haciendo en los dos últimos años, eso se ha notado», explica Francisco. «El patio de la casa parroquial se inundó, pero abrimos el sifón y las puertas del patio que dan a una huerta y conseguimos que saliera el agua», añade. Pero la situación en el pueblo, en general ha sido de verdadera catástrofe, «la Policía Municipal y la Guardia Civil nos aconsejaban que no saliéramos a la calle por el riesgo que suponía», afirma el párroco, «cuando la lluvia cesó y pudimos salir a la calle, nos reunimos un grupo de feligreses y visitamos las zonas más afectadas: la barriada de las flores (uno de los lugares más humildes) y la zona deportiva. «Lo primero que hicimos fue estar cercanos a la feligresía, a los enfermos, a los más necesitados. Me impresionó especialmente una señora, María Rueda, que la visitamos porque está enferma en cama y los bomberos la tuvieron que subir a la parte alta del domicilio porque empezó a entrar agua y barro a la casa. Estaban desconsolados. Son muchos los que han perdido sus enseres, ropa, muebles, etc. Por la noche, el Ayuntamiento pidió la colaboración de los vecinos que tuvieran vehículos pesados para ayudar a retirar los coches arrastrados por el agua, limpiar el barro y llevar a la gente de sus casas a otros lugares del pueblo donde los pudieran realojar. Hasta las 8 de la tarde estuvimos visitando a todas las familias del barrio de las flores. Suspendimos todas las actividades previstas en la parroquia porque no se podía salir a la calle, pero a las 8 de la tarde del domingo nos reunimos a celebrar la Eucaristía. Tras la Misa nos marchamos a visitar a los vecinos de la zona del polideportivo, una zona de reciente construcción que también ha sido muy castigada por la tromba de agua, debido a su cercanía al campo. ¡No he visto cosa igual! En algunas casas ha llegado el barro hasta el techo de la primera planta. El centro de salud también está inundado, el instituto y el colegio… Allí estuvimos hasta las 12 y media de la noche. El objetivo de la parroquia, desde un primer momento, era estar cercana a todos, ofreciendo ayuda, dando ánimos y esperanza, a pesar de las tristes noticias que llegaban hasta nosotros, como la muerte de José, el bombero de Antequera. Una noche trágica que nunca se va a olvidar en Campillos». Pero en medio de tanta desesperación, Francisco destaca que «la gente se ha volcado para ayudar, tanto los vecinos de Campillos y Sierra de Yeguas, como los de pueblos cercanos de nuestra diócesis y de diócesis vecinas: La Jara, Los Corrales, Almargen. Vivimos en un pueblo tremendamente solidario, cercano y bueno, que ha ayudado a que el sufrimiento de perderlo todo sea más llevadero y que poco a poco se restablezca la normalidad». Son muchas las personas que se han quedado sin nada y necesitan ayuda de primera necesidad, así que desde todos los grupos de la parroquia, también las hermandades y cofradías, «nos movilizamos para poner a disposición de quienes lo necesitaran alimentos, ropa… Lo colocamos todo en un puesto de la plaza de abastos, en el mercado del pueblo para distribuirlo. Recibimos un camión de productos de un supermercado del pueblo; desde la cofradía de la Virgen de la Virgen de los Dolores, de Sierra de Yeguas, enseguida vino el hermano mayor y la junta de gobierno para hablar con nosotros y ofrecernos su ayuda; el párroco de Martín de la Jara y los Corrales de Sevilla me llamaron anoche para enviarnos ayuda desde sus pueblos; desde Aguilar de la Frontera, de Córdoba, también van a mandar zapatos y ropa… Sin olvidar que el Vicario General me estaba llamando desde la madrugada, preocupado por la situación, también el Sr. Obispo y numerosos hermanos sacerdotes y feligreses de las parroquias en las que he estado anteriormente. El teléfono no ha dejado de sonar, lo que se agradece muchísimo», explica Francisco emocionado. El martes se suspendió el suministro de agua en el pueblo de Campillos debido a una avería, con este motivo «la Casa Hermandad del Santo Entierro y la iglesia de la Veracruz se ofrecieron para repartir agua», explica el párroco. Siguen llegando las ayudas, por ejemplo, desde Los Corrales, una panadería ha enviado una furgoneta de sacos de pan y bollería para repartir entre las familias». Algunas cofradías, como la del Nazareno, han sufrido también daños en sus tronos y tallas, como la de la Virgen de las Lágrimas. Ardales y Carratraca Ardales fue uno de los pueblos en los que más agua cayó durante la tromba que asoló la provincia de Málaga durante la madrugada del domingo 21 de octubre. Su párroco, Francisco Javier Cuenca, explica que fue «una noche larga, de no saber qué hacer y tener que reaccionar rápido. A las 3.00 de la madrugada me fui, con otros dos vecinos, al antiguo convento de capuchinos de San Sebastián, que se encuentra situado en la Plaza de Ardales. Como se encuentra en la zona más llana del pueblo, sabíamos que corría más peligro. Levantamos los sifones y conseguimos que se fueses vaciando el agua que se estaba acumulando». «Los patios eran verdaderas piscinas, con agua hasta las rodillas», afirma Francisco, «pero los templos, tanto de Ardales como de Carratraca, no han sufrido daños en sus tejados, porque justo los acabábamos de revisar y arreglar. El problema ha sido la cantidad de agua que ha entrado en los templos, que los desagües no daban abasto para achicarla, sobre todo en Carratraca, a la que no pudimos acceder hasta las 7.00 de la mañana, cuando abrieron la carretera que había estado cortada por las inundaciones». Los vecinos estuvieron toda la noche en pie, achicando agua, y toda la mañana del domingo «limpiando las casas de una en una, esa fue nuestra Eucaristía de este domingo, con el cura como uno más entre todos». «Tenemos que dar gracias a Dios porque estos pueblos están en cuesta y el agua corría hacia el arroyo, por eso no nos hemos inundado». «La Ermita de Nuestra Señora de Villaverde de Ardales también ha sufrido esta tromba, pero aún no hemos podido acceder a ella porque la la carretera se ha roto, que es la que conduce al Chorro». El pueblo de Carratraca no tendrá suministro de agua hasta el martes, porque la riada se ha llevado la tubería del agua. «No nos hemos ahogado, pero es tremendo lo que se ha llevado el agua, hasta un trozo de granjas», concluye el párroco. Yunquera y El Burgo El párroco de Yunquera y El Burgo, José Manuel Bacallado, explica que «los salones parroquiales de ambas parroquias se han visto afectados por las lluvias y son numerosos los hogares en los que echamos una mano, entre todos, porque se inundaron. Hasta tuvimos que echar abajo puertas para conseguir que saliera el agua. Y también son enormes los daños materiales en las zonas comunes de los pueblos». «Se ha visto la solidaridad del pueblo», añade Bacallado, «en medio del dolor, es una alegría ver cómo todos unidos nos hemos ayudado, siendo un rostro común en el que se ha podido descubrir a Jesucristo en el ejercicio de la caridad con el hermano». A la Ermita de Porticate aún no se ha podido acceder para comprobar en qué condiciones se encuentra por problemas de acceso. Estepona Luis Miguel Aguilar es el párroco de Nuestra Señora del Carmen en Estepona y explica que las lluvias llegaron a esta localidad a partir de las 9.30 de la mañana y no pararon hasta la tarde. «Estábamos en plena celebración de la Eucaristía cuando comenzó a caer agua desde el techo del templo, así que concluimos la celebración y nos pusimos a sacar agua del templo. Un grupo de jóvenes vino a ayudarme y subimos al tejado para limpiar los canales y achicar agua de la bolsa que se estaba formando, ahí estuvimos toda la tarde. Los salones parroquiales también se inundaron, ya que se encuentran en el sótano», explica el párroco. Hoy han suspendido las catequesis «pues tenemos que revisar la escayola del techo para que no se desprenda», añade Aguilar, «la comunidad parroquial se ha volcado para ayudar y he convocado un Consejo Pastoral Parroquial urgente para tratar este tema. En esta altura del pueblo no ha habido muchos destrozos en los hogares, pero sí en los sótanos, de los que se ha tenido que sacar el agua con bombas extractoras». «Doy gracias a Dios por animar a los laicos a colaborar con su Iglesia», concluye el párroco. Benaoján José Villasclaras es el párroco de Benaoján, pueblo en el que hoy no han podido ir a clase los alumnos porque los profesores no podían acceder al pueblo, «nos hemos quedado incomunicados», explica el párroco. En este pueblo «gracias a Dios, no ha habido bajas personales, pero sí inundaciones en la parte más baja del pueblo y problemas de infraestructura, carretera, puentes, etc. Hemos estado preguntando por todo el pueblo y visitando a los vecinos», añade Villasclaras. «En la parroquia hemos tenido alguna gotera porque ha sido muchísima agua la que ha caído, así que, en los próximos días revisaremos el tejado». Bobadilla Estación Juan Pablo Jiménez es el párroco de Bobadilla Estación, Bobadilla Pueblo y Colonia de Santa Ana y vive en Antequera pueblo. El domingo muy temprano lo llamó una vecina de Bobadilla Estación para preguntarle si sería posible aplazar el bautizo de su hijo, previsto para esa mañana, a otro día, pues tenía la casa inundada. En ese momento, Juan Pablo cogió su coche e intentó llegar hasta Bobadilla Estación, pero le fue imposible llegar porque la carretera estaba cortada a causa de la riada de agua. Comencé a llamar a los feligreses y ellos me iban poniendo al día de cómo se encontraban hasta la tarde del domingo, cuando por fin pude entrar en el pueblo. Me conmovió saber que Andrés, feligrés de la parroquia, abrió la puerta de la iglesia y comenzó a limpiar el barro que había dejado la riada. Los vecinos al ver la puerta de la iglesia abierta comenzaron a entrar y a unirse a las labores de limpieza. Aún me emociona contarlo. Los vecinos pasaron mucho miedo, el agua llegaba al marco de sus ventanas. Unos se han quedado sin luz, otros sin agua… pero todos se han unido para ayudarse en estos momentos de dificultad.