–¿Cree que los sacerdotes deben estar presentes en los medios de comunicación?

–Yo creo que hay dos temas muy importantes en el mundo en el que vivimos del siglo XXI, el silencio es mentira, aunque estés callado, estás diciendo cosas, por tanto hay que aprender a expresarse y a estar en el sitio. Porque si no estás tú, otros intentarán decir lo que tú quieres plantear. Por eso, es importante la comunicación para un sacerdote, más que nunca. La Iglesia tiene ahora un nuevo reto, que es convertirse en el referente de los hombres y mujeres de hoy. Y eso, se hace con la comunicación. Un segundo aspecto, no menos importante, que a mí personalmente me llama la atención, es el desarrollo de internet. La información se ha vuelto horizontal, la honestidad tiene un valor, la claridad de ideas. O dicho de otro modo, ahora el que intenta engañar normalmente queda al descubierto. Me parece un efecto muy interesante del que hay que aprender.

–¿Qué deben aprender?

–Espero que los sacerdotes aprendan a sentirse libres, para expresarse sin miedo. Que lleven adelante su mensaje con toda claridad y pierdan la sensación de estar en un mundo que va contra ellos, porque no es verdad. Yo creo que al contrario, la realidad va más a su favor. Hoy día hay una exigencia de espiritualidad por parte de cualquier persona que cada vez más, se hace patente y por tanto la Iglesia tiene un factor fundamental ahí.

–¿A qué se refiere con esa espiritualidad?

–Yo creo que vivimos en un mundo materialista, que se caracteriza por una mundialización. El hombre de hoy tiene miedo, pavor. No por él, sino por sus hijos, porque su padre se ponga enfermo y haya carencia de medios, etc. Esa persona necesita una vuelta a la espiritualidad. No digo a la religión católica en los términos de antaño. Digo una espiritualidad del siglo XXI, capaz de entender que el hombre está muy por encima de los bienes materiales. Porque si nos dejamos llevar por esa corriente materialista, primero nos manipulan y después nos convierten en un número y las personas no somos ni manipulables, ni somos números. Somos personas como su propio nombre indica. Nos puede servir de ejemplo la escuela pública de hoy. Su problema no debe ser tener más o menos aulas o más o menos aire acondicionado. Debe ser el compromiso de los profesores y de los padres porque los niños tengan la mejor la educación. Hay millones de personas que se levantan cada mañana dispuestos a hacer el mayor esfuerzo. Sacrificándose por todos, y necesitan una visión que, en mi opinión, pasa por una vuelta a la espiritualidad, a conocerse, a ejercer elementos de solidaridad y de generosidad, que es lo único que nos lleva a seguir adelante.

–¿Cómo pueden llevarlo a cabo?

–Los sacerdotes tienen que ser los motores que descubran a la gente esa espiritualidad. No se trata de introducir la religión como un elemento ritual y directo que tienes que tragarte, es mucho más. La gente admira el compromiso y la dedicación. Y un sacerdote tiene un compromiso personal mucho más allá del que se puede exigir a muchas otras personas y yo eso lo respeto mucho.