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Orad, hermanos

Publicado: 16/02/2011: 1618

Con frecuencia, cuando estoy orando en el templo o en el confesionario, se me acercan personas y me dicen que rece por ellas porque se van a operar, o por un familiar o un vecino enfermo.

Estos encuentros me brindan la ocasión de ofrecerles el sacramento de la unción de enfermos y de hacerles una visita al hospital cuando se han operado. Yo las recuerdo en la presencia de Dios y pido por ellas. A veces, estos encuentros han sido el comienzo de largas conversaciones sobre la fe que habían abandonado.

Otras veces soy yo el que pido a los demás que oren por la parroquia, por los que trabajan en las tareas parroquiales y por el cura que comparte con ellos la fe. De manera especial, cuento con la oración de las personas mayores que visito en sus casas o en las residencias. Les recuerdo que son Iglesia y su oración es la forma de hacer apostolado que tienen a su alcance. Cuento con ellos, de manera especial, al dar comienzo a alguna actividad parroquial nueva.

La oración de petición siempre es eficaz, cuando se realiza con fe. Por lo pronto, transforma a la persona que ora, pues mientras uno pide a Dios por enfermos concretos y cercanos, nuestro Padre le está disponiendo a tratarlos con cercanía y afecto. Y si le pide por los que carecen de trabajo, se produce una especie de rebote en la que el orante escucha al Señor que le pregunta qué hace él por los parados. Pero el misterio es más hondo, porque la oración de petición no sólo nos dispone a recibir lo que el Señor quiera darnos y a acudir en ayuda del hermano, sino que nos introduce con el otro en el lago inmenso de su divina misericordia, por la comunión de los santos. De ahí que anime a los que trabajan en el equipo de la Delegación, en Diócesis TV y en Diócesis FM, a invitar a todos los oyentes a orar por nosotros y a que nos avisen cuando necesiten que oremos por ellos. 

Artículo "Desde las azoteas" de Juan Antonio Paredes

Autor: diocesismalaga.es

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