DiócesisHomilías Pentecostés, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar Asociado (Catedral-Málaga) Mons. Catalá pronunciando la homilía en la Eucaristía de Pentecostés 2023 Publicado: 28/05/2023: 4681 Homilía de Mons. Catalá en la Eucaristía celebrada en la Catedral en la fiesta de Pentecostés 2023, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar Asociado PENTECOSTÉS, DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR ASOCIADO (Catedral-Málaga, 28 mayo 2023) Lecturas: Hch 2, 1-11; Sal 103, 1.24.29-31.34; 1 Co 12, 3b-7.12-13; Jn 20, 19-23. 1.- Con esta fiesta de Pentecostés, tan entrañable, termina el tiempo pascual que el Señor nos ha regalado. Tuvimos cincuenta días para la preparación a la Pascua; y hemos disfrutado de cincuenta días para saborear la Pascua. A partir de mañana la liturgia nos ofrece el tiempo ordinario. En nuestra vida el tiempo más largo suele ser ordinario, normal, de trabajo; pues no estamos todos los días de fiesta. Éstas suelen ser menos frecuentes. Celebramos la fiesta semanal del Domingo, que es la Pascua semanal. La liturgia nos invita a vivir en el día a día lo que hemos celebrado con gran alegría durante la Pascua; es decir, la resurrección del Señor. 2.- El lema de presente año del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, titulado “Juntos anunciamos lo que vivimos”, invita a todos los bautizados, de manera especial a los laicos, a reconocer la importancia del anuncio explícito de Jesucristo, con palabras y con obras (cf. Mensaje de los Obispos. Madrid, 28.05.2023). Decía el papa Pablo VI que, hasta que no se anuncia a la persona de Cristo de manera explícita, no hay evangelización (cf. Evangelii nuntiandi, 22. No es suficiente hablar de las enseñanzas de Jesús, de su doctrina, de sus milagros, de las normas de la Iglesia; hay que anunciar de manera explícita a Jesucristo, muerto y resucitado. El apóstol Juan nos recuerda en su primera carta: “Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1, 3). A ejemplo de los apóstoles se nos pide que anunciemos la fe que profesamos, para ser, como dice el papa Francisco, “evangelizadores con Espíritu” (Evangelii gaudium, 261). No se puede anunciar lo que no se vive. Jesús envió a sus discípulos a predicar el evangelio; y hoy nos lo dice a nosotros: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21). ¡Sentiros todos enviados! 3.- Solo se puede compartir lo que se tiene y lo que se vive. Si hemos tenido una experiencia de encuentro personal con el Señor podremos compartirla. Este encuentro con el Señor nos convierte en testigos de su evangelio. Y como afirmó el papa Pablo VI, nuestro mundo necesita testigos convincentes que vivan la experiencia de fe; y no solo maestros que enseñen; porque el ejemplo arrastra. Es fundamental que nos sintamos llamados a anunciar a Cristo con nuestro modo de vivir, anunciando lo que vivimos y experimentamos en nuestro encuentro permanente con él. Hemos de ser capaces de tocar el corazón y la mente de quienes nos escuchan y contemplan. Juntos queremos seguir anunciando a Jesucristo para ayudar a otros a encontrase con Él y que pueda de ese modo transformar su vida, como ha transformado la nuestra mediante el encuentro con Él; pues, como dijo el papa Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona» (Deus caritas est, 1); naturalmente, Cristo. 4.- El anuncio manifiesto de la experiencia de fe ayuda a otros hermanos a encontrase con Jesucristo, que es camino, verdad y vida (cf. Jn 6, 6). No debemos privar a otros del tesoro que nos ha sido regalado mediante la Iglesia; quedarnos sin compartir el don de la fe, junto con las demás virtudes teologales que se nos regalaron en el bautismo, sería egoísmo. Dar testimonio es consecuencia de agradecer el regalo recibido de Dios. Nuestra sociedad, marcada por la secularización, se encuentra cada vez más alejada de Dios. Podría parecer que con el paso del tiempo las sociedades y civilizaciones conocieran más a Jesucristo; pero, como pasa con la vida humana puede haber regresiones; y ciertas modas, ideologías y formas de pensar apartan a muchas personas del encuentro con el Señor. Por eso se hace tan necesario el anuncio del evangelio, siguiendo el mandato expreso de Jesús: «Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15). Y esa misión corresponde por el sacramento del bautismo a todo el pueblo de Dios (pastores, laicos y personas de especial consagración). En nuestra tarea misionera hemos de estar presentes también en la cultura digital en la que nos encontramos, que conlleva una nueva concepción de hombre. Anunciar a Cristo en esta cultura no resulta fácil. 5.- Como Iglesia que camina en España estamos inmersos en el proceso iniciado en el Congreso de Laicos (2020), donde nos comprometimos a profundizar en cuatro itinerarios (Primer Anuncio, Acompañamiento, Procesos Formativos y Presencia en la Vida Pública). Nuestra Diócesis los ha asumido en las prioridades pastorales de estos años. También seguimos implicados en el proceso sinodal y en el discernimiento, como ejes transversales de nuestro trabajo y como tarea prioritaria de la Conferencia Episcopal Española en su Plan pastoral 2021-2025. El proceso sinodal nos invita a ser corresponsables en la misión evangelizadora. 6.- Existen en España, presentes también en nuestra Diócesis, diversas iniciativas de primer anuncio: Cursillos de Cristiandad, Retiros de Emaús, Effetà, grupos Alpha, Hakuna; y otros (movimientos, asociaciones, hermandades, cofradías). El Espíritu Santo, cuya venida celebramos hoy en esta fiesta de Pentecostés, guía a la Iglesia y la enriquece con sus dones; todas estas experiencias enriquecen la Iglesia. Merece mención especial la Acción Católica General, que es el instrumento que los obispos hemos propuesto para renovar las comunidades cristianas y que está implementando un nuevo proyecto de primer anuncio denominado «Encuentros cuatro40», que posibilita el encuentro con Jesucristo para un mayor compromiso de los laicos de parroquias. Os animo a promover procesos de evangelización, de acompañamiento y de maduración en la fe desde la metodología de la Acción Católica. 7.- El Espíritu Santo es “comunión” y, por tanto, es creador de armonía. Lo contrario es lo que separa y divide, es decir el “diablo” (dia-bolo). Pentecostés es lo contrario que Babel. Los carismas y dones que el Espíritu regala a la Iglesia son como “voces” de un gran coro. Estas voces al cantar en armonía, producen una bella sinfonía. Pero si una voz pretende ser única, exclusiva y excluyente destroza la armonía. Cuando en un coro canta solo una voz, no hay armonía, sino voz en solitario. Y ninguna voz debe pretender ser única, porque está llamada a enriquecer a la Iglesia; y debe también ser capaz de escuchar las otras voces para no desentonar. Lo mismo podríamos decir de una orquesta, donde todos los instrumentos deben ir acordes. Cuando alguien canta en coro debe escuchar a los demás. Y a veces no tenemos en cuenta a quien canta a nuestro lado. Desconocemos cuál es su carisma y lo rechazamos o lo despreciamos. Hemos de conocer y apreciar todos los dones y carismas de nuestra familia cristiana. 8.- Damos gracias a Dios por la presencia de movimientos y asociaciones, así como la de tantos laicos que cada día anunciáis a Jesucristo con palabras y obras, como nos pide el lema de hoy. Como dice san Pablo: «Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor» (1 Co 12, 4-5). Todo carisma y todo don es necesario en la Iglesia para su crecimiento y para el bien común (cf. 1 Co 12, 7). Esta Jornada de Pentecostés coincide este año con las elecciones municipales y autonómicas; y todas las dimensiones del ser humano deben ser iluminadas por la fe, incluidas la política y la economía. Y hemos de hacer un esfuerzo para ser, como decía san Juan Bosco “buenos creyentes y honrados ciudadanos”. Como cristianos tenemos necesidad de pedir al Espíritu que nos ayude a discernir cómo elegir por el bien común, que es bien de todos y no solo un bien partidista de unos pocos. Todo esto nos impele a ser responsables en el campo político desde la luz del evangelio. Los organizadores de la fiesta de hoy han propuesto que hagamos un signo: a la salida de la Catedral se mezclarán distintas aguas, procedentes de varios lugares de nuestra Diócesis, poniéndolas en un recipiente. Bendeciré esa agua y después la usaremos para santiguarnos recordando nuestro bautismo y la misión que el Señor nos encomienda de anunciar el Evangelio. Pedimos al Espíritu Santo que nos fortalezca y colme de sus bendiciones, para seguir anunciando el evangelio que, como dice nuestro querido Papa, «llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (Evangelii gaudium, 1). ¡Que la Virgen Santísima nos acompañe en este camino de esperanza y en los procesos de crecimiento en la fe! Amén. 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