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Dedicación del nuevo altar del Oratorio del Colegio “El Romeral” (Málaga)

Publicado: 28/01/2010: 4414

DEDICACIÓN DEL NUEVO ALTAR

(Colegio El Romeral – Málaga, 28 enero 2010)

Lecturas: Ez 43, 1-2.4-7; Sal 121, 1-2. 3-4.8-9; 1 Co 3, 9-11.16-17; Jn 2, 13-22.

1. Hoy es un día de alegría para este colegio de El Romeral, en Málaga. En el Salmo interleccional hemos dicho: «Vamos alegres a la casa del Señor» (Sal 121, 1). Esta es la casa del Señor y estamos alegres, porque hemos sido convocados por el Señor, para dedicar el altar. Decimos “dedicar” como equivalente a “consagrar”; antiguamente se decía consagrar una iglesia o consagrar el altar; la terminología que utiliza actualmente la liturgia es “dedicación”, que implica una consagración. Vamos, pues, a dedicar a Dios este templo.

Las lecturas, que hemos escuchado hoy, nos ofrecen dos imágenes, que pueden ayudarnos a captar mejor lo que estamos celebrando.

Ezequiel presenta en su visión el templo de Dios, como la presencia suya en medio del pueblo. El pueblo en muchas etapas de su historia ha habitado en tiendas. Es Salomón el que finalmente construye el templo con materiales preciosos y elementos nobles (oro, plata, madera).

Pero Dios ha estado presente en medio de su pueblo en una tienda de campaña. La presencia de Dios se ha manifestado de diversas maneras: una tienda, una nube, una montaña, un templo rico en oro. Lo importante es que Dios quiere estar en medio de su pueblo y planta su tienda entre los hombres.

2. En la visión de Ezequiel el templo, que es presencia de Dios, tiene la virtualidad y la potencialidad de trasformar todo lo que está alrededor. Si hubiéramos seguido leyendo la lectura de hoy, Ezequiel ve que del templo manan unas aguas por la puerta meridional.

En los templos bien orientados, el altar y su ábside miran a oriente, porque en oriente nació el Hijo de Dios; Cristo es el sol  naciente, que nunca se pone. En las iglesias góticas y románicas los rayos de sol penetran al atardecer a través del rosetón y dan en medio del altar. En la liturgia del tiempo pascual se canta: “Vi salir agua del lado meridional del templo” (cf. Ez 47, 8), que purifica por donde pasa; e incluso sanea, purifica y renueva las aguas pútridas, que encuentra a su paso.

La presencia de Dios es purificadora y sanante. Los templos parroquiales tienen pila bautismal, que es una fuente de donde manan aguas salvadoras.

Cuando entréis en esta capilla pensad en todo eso. Dios está presente en medio de su pueblo, Israel. En el nuevo Israel, que es la Iglesia, Dios quiere acampar entre nosotros y su presencia es benefactora, purificadora y salvadora. Aquí encontramos el perdón de nuestros pecados y el alimento del banquete para nuestra peregrinación en la tierra.

3. Esa presencia de Dios, que la imagen del templo presenta, se completa al final de los tiempos en el kairós (tiempo oportuno) de Dios, en la presencia de Cristo, Hijo de Dios, que ha plantado su tienda entre nosotros, haciéndose hombre. La máxima presencia de Dios entre los hombres y la más importante de toda la historia no ha sido en tiendas, ni en nubes, ni en montañas, ni en el templo de Jerusalén, ni en los otros templos, sino en Jesucristo, que es el templo de Dios. Esa es la presencia máxima entre nosotros.

Jesús ha querido prolongar su presencia para las generaciones futuras, que somos nosotros, en el altar; Cristo se hace presente en el altar. El altar de esta capilla, que vamos a dedicar ahora, es la presencia de Cristo entre nosotros. Vamos a dedicar este altar, signo de Cristo, que se ofrece como víctima por nosotros. El altar de la cruz, donde murió el Jesús, se hace presente en el altar del templo. Cada vez que celebramos la Eucaristía renovamos el misterio de la cruz. No se trata de un mero recuerdo, sino que actualizamos el misterio de la cruz; se renueva y Cristo se hace presente de nuevo. Cristo glorioso volverá hoy a ofrecerse por nosotros en el altar, que vamos a dedicar.

Demos gracias a Dios por la presencia tan benefactora de Dios entre los hombres. Tenemos un gran regalo: Dios se ha hecho hombre; y no sólo se ha hecho hombre y lo han conocido los de su generación, sino que se hace comida para nosotros, ofreciéndose en el altar.

4. La carta a los Corintios nos ofrece otra imagen. Siguiendo el ejemplo de la construcción del templo, podemos afirmar que “somos edificio de Dios” (1 Co 3, 9). El templo no solamente es presencia de Jesús, sino que cada uno de nosotros formamos el templo. La capilla, en la que nos encontramos, está hecha de diversos elementos. La Iglesia, el templo de Dios vivo, además de la piedra angular, que es Cristo, está formada por piedras vivas, que somos nosotros.

Pablo nos advierte de que vayamos con cuidado para no poner un fundamento a esa construcción de la Iglesia que no sea Jesucristo (cf. 1 Co 3, 11). La piedra angular es Cristo; el altar es Cristo. Y en torno a Él y sobre Él vamos edificando el templo del Señor, la Iglesia viva, las comunidades vivas que somos todos nosotros.

5. Somos, pues, piedras vivas, que entramos a formar parte del edificio espiritual de Jesucristo (cf. 1 Pe 2, 5). La Iglesia es el cuerpo vivo de Jesucristo. Pero para entrar a formar parte de ese edificio, como piedras vivas, hemos de ser tallados por el experto cantero. No podemos encajar bien en la construcción, si no nos dejamos cortar y tallar adecuadamente. Si pasáis por delante de la Catedral de Málaga, veréis que está construida con piedras; y esas piedras han sido talladas y cortadas. A nosotros nos cuesta y nos duele que nos tallen.

Una de las tareas que hace el Espíritu Santo con las piedras vivas, que somos nosotros, es tallarnos. Lo que sobra, lo que estorba, porque no encaja, el Espíritu lo corta y lo moldea. A nosotros nos duele que nos quiten parte de nuestro ser; pero, en realidad, nos quitan algo que estorba a nuestro ser cristiano. Por eso el “Cantero Mayor”, Jesús, con su Espíritu, para encajarnos en la Iglesia, nos talla y nos coloca en el lugar que nos toca; aunque, a veces, no nos guste que nos meta en ese sitio.

Es decir, asumir la misión que el Espíritu otorga a cada uno en la Iglesia nos cuesta. Pero hemos de ser dóciles al Espíritu, si queremos formar parte y encajar en el edificio de Jesucristo. Todo eso implica participar de la Eucaristía.

6. Hemos de agradecer la presencia de Dios, que es transformante, santificadora y salvadora; y aceptar que formamos parte de un edificio espiritual. Debemos dejarnos guiar, dócilmente, por el Espíritu, aunque no nos guste o nos cueste.

Eso mismo, queridos alumnos, supongo que sentís cuando vuestros profesores intentan educaros como hombres y como cristianos. Hay elementos de nuestra vida, que conviene ir tallando y quitando; de ese modo resaltan más las vetas buenas de la piedra. Estáis en un colegio, en una etapa de educación y formación; debéis aceptar esa inconveniencia de ser tallados.

A los profesores y padres deseo recordarles que no pueden tallar a los hijos y a los alumnos a capricho, sino según el modelo del Maestro; solamente hay un modelo: Jesucristo. La piedra angular es Cristo. Cuidado -dice Pablo- que piense cada uno cómo edifica y dónde edifica (cf. 1 Co 3, 10b), porque si no lo hacemos según el modelo, estamos construyendo fuera del fundamento; y eso tiene peligro de derrumbe. Esto es una consecuencia de la consagración de hoy del altar.

7. La Iglesia celebra hoy celebra la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Vivió entre 1225 y 1274; es decir, 49 años. No fue mucho tiempo, pero trabajó muchísimo. Fue un excelente estudiante en cuatro universidades: Montecasino, Nápoles, París y Colonia; se le considera una gran cabeza intelectual. Es modelo para todo estudiante.

Santo Tomás de Aquino centra toda la teología en el misterio de Jesucristo y describe una síntesis de toda la teología, que resulta sorprendente hacerla en el siglo XIII. Aún estamos bebiendo de sus reflexiones.

Podemos pedirle a santo Tomás de Aquino su intercesión, en esta fiesta de la dedicación del altar. Ya que el conjunto del colegio forma una familia, que tiene como objetivo la educación, pedimos a santo Tomás que interceda por nosotros, para que toda la educación y la formación de los miembros de este colegio se haga desde la perspectiva de Dios. ¡Que tengamos presente la centralidad de Jesucristo, como santo Tomás en su teología!

8. La imagen de la Virgen que hay en la capilla tiene la advocación de “Causa de nuestra alegría”. Le pedimos a la Virgen que siga siendo causa de nuestra alegría. Ella favoreció la presencia de Jesús, que es Alegría y Paz. Le pedimos ser como Ella, presencia de Cristo; y, por tanto, motivo de alegría.

Ser cristiano no es vivir amargado, ni quejándose, ni lamentándose de las obligaciones que tenemos por ser cristiano. Ser cristiano es vivir con alegría una relación personal con Dios Padre, con Jesucristo, con el Espíritu Santo y con la Virgen María.

Le pedimos a la “Causa de nuestra alegría”, es decir, a María, que nos ayude a ser también nosotros motivo de alegría para otros.

¡Que la Virgen y santo Tomás intercedan por nosotros! ¡Que este día sea de gran alegría para el colegio! ¡Que lo recordéis como un día de fiesta y un día de alegría! Amén.

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