“Que nuestra Catedral esté dedicada a la Encarnación supone que está dedicada al misterio principal de nuestra fe católica, la Encarnación del Hijo de Dios que siendo Dios, se hace hombre, padece y muere por salvarnos, “para darnos ejemplo de vida”, decía el catecismo antiguo que yo estudiaba. Es el fundamento de nuestra religión: la Encarnación del Hijo de Dios en la entrañas de la Virgen María. De ahí viene el origen del cristianismo”.

Como testigo de la causa de beatificación de Isabel la Católica, Vidal González, se emociona al hablar de la que fuera reina de Castilla y su devoción hacia el misterio de la Encarnación. “Su nacimiento en la villa de Madrigal, donde se encontraba el monasterio de las monjas agustinas de Santa María de Gracia, bajo el título de la Anunciación muy vinculado a la familia real, dejaría honda huella en el alma de la infantita huérfana”. Este hecho y sus años posteriores en el convento franciscano de Arévalo parecen influir en su devoción hacia el Misterio de la Encarnación, recuerda Vidal en su obra Málaga: perfiles de su historia en documentos en el archivo catedral de Málaga, 1487-1516.

En este mismo libro deja claro que “el hecho de haber puesto numerosas iglesias del Reino de Granada bajo la advocación del misterio de la Encarnación, obedece llana y sencillamente a un hecho devocional de los monarcas castellanos. Málaga fue uno de los primeros territorios conquistados por lo que todo lo que los Reyes Católicos legislaron e hicieron en beneficio de la Catedral y la Diócesis de Málaga sirvió luego para todas las catedrales del reino de Granada que se fueron conquistando después”.