NoticiaPatrona de la diócesis Día 5: Anunciadora, profetisa Publicado: 30/08/2012: 5896 NOVENA EN HONOR DE SANTA MARÍA DE LA VICTORIA Predicada por Monseñor Fernando Sebastián Aguilar Málaga, septiembre 2010 La doctrina Hoy vamos a considerar la figura de la Virgen María como anunciadora de Jesucristo en el mundo, en la historia de la humanidad y en nuestra vida personal. Esta misión de María la vemos expresada en la visita a su prima Sta. Isabel y en su intervención en las bodas de Caná. Cuenta San Lucas que María, después del anuncio que había recibido, al saber que su prima Isabel esperaba un niño, también por una intervención milagrosa de Dios, salió de su casa y se fue a visitar a su prima, pensando que las dos tenían algo que ver con el mismo acontecimiento. El encuentro de María con su prima Isabel tiene un primer aspecto intensamente humano, dos mujeres, una muy joven, la otra algo mayor, se felicitan mutuamente y comparten la alegría de su maternidad. Pero aquí la dimensión humana es sólo la envoltura de una realidad más profunda, María comunica a su prima el secreto que ha cambiado su vida y que le llena el corazón, el ángel de Dios le ha dicho que va a ser la madre del Mesías. Isabel representa en aquel momento el gozo y el reconocimiento de la humanidad entera ante la vocación de la Virgen María: “Bendita tú porque has creído, bendita porque te has puesto en las manos de Dios, bendita porque tu fe va a ser causa de salvación para toda la humanidad”. Como Juan Bautista en el seno de su madre Isabel, la humanidad entera salta de gozo al saber que María tiene ya en su seno al Hijo de Dios salvador. Aquel día comenzó la Virgen María a ser la portadora de Jesús, aurora de salvación en el mundo. Desde entonces la presencia de María en una ciudad, en una familia, en nuestro corazón es el mejor signo y el mejor camino para que Cristo esté presente y actuante en nuestra vida personal, familiar y social. No sabemos mucho de la vida de la Santa Familia en Nazaret. Tampoco tenemos tiempo de pararnos a considerar lo que nos dicen los evangelios acerca del crecimiento de Jesús y de las angustias de María y de José cuando creían haber perdido al niño Jesús mientras éste asombraba con su sabiduría a los doctores y sabios del Templo. Sí podemos dedicar unos minutos a considerar el significado que tiene para nosotros la intervención de María ante Jesús cuando se da cuenta de que en la boda de sus amigos de Caná se ha acabado el vino. María ve que los criados andan nerviosos de un lado para otro, se da cuenta de que algo anormal está ocurriendo, por fin se entera de que se ha acabado el vino. Que en un banquete de boda falte el vino es un contratiempo grave. María quiere ayudar a sus amigos y acude a Jesús. Sus palabras no son de súplica sino de simple información “No tienen vino”. La respuesta de Jesús se puede leer de diferentes formas. La tradicional sería “Qué quieres que haga, mujer, no ha llegado mi hora”. Jesús vendría a decir “Qué quieres que haga, yo no puedo hacer cosas extraordinarias”. Pero con esta versión no se entiende muy bien con qué lógica María, a pesar de esta respuesta disuasoria de Jesús, les dice a los criados “Haced lo que él os diga”. Más congruente resulta otra versión posible de las palabras de Jesús, según la cual Jesús respondería así a su madre: “No te preocupes mujer, ¿acaso no ha llegado ya mi hora”? Como diciéndole, déjame que yo ya sé lo que tengo que hacer. Entonces se comprende muy bien la reacción de María diciéndoles a los criados: “No os preocupéis, haced lo que El os diga”. De esta manera, tanto en la visitación de María a su prima Isabel, como en su intervención a favor de sus amigos de Caná, se nos manifiesta la vocación maternal e intercesora de María. Caná es el símbolo de la vida cotidiana de todos nosotros. El agua representa las obras de nuestra vida, lo poco que nosotros podemos ofrecerle a Dios por nuestra cuenta. El vino es el signo de los bienes y de la alegría del Reino de Dios. En este mundo nuestro, como en Caná, se ha acabado el vino de la alegría, de esa alegría sana y santa que viene de Dios, la alegría que nace del buen amor y de la esperanza de la vida eterna. La Virgen María ruega por nosotros diciéndole a Jesús “no tienen vino”, Padres y madres que veis con amargura cómo vuestros hijos o vuestros nietos han perdido la fe y viven al margen de la voluntad de Dios, María sufre con vosotros y rezo con vosotros por la fe, por la vida, por la salvación de vuestros hijos. La virgen María reza por la Iglesia de Málaga y por la Iglesia España entera, “no tienen vino”, se les está acabando la fe, están perdiendo la alegría de saber que son hijos de Dios, se están quedando sin la esperanza de la vida eterna. A todos nos dice como a los criados de Caná, “Haced lo que os diga mi hijo Jesús”, volved al camino de la fe y de las buenas obras, volved al fervor de los mejores tiempos, cumplid los mandamientos de Dios y de la Iglesia, participad fervorosamente en la Eucaristía dominical, pedid perdón de vuestros pecados, preparad el agua de vuestra penitencia y de vuestro arrepentimiento y mi hijo os dará la alegría de la esperanza y de la salvación, No os dejéis engañar por los falsos profetas del laicismo y de la apostasía, volved a la casa de Dios. Aplicaciones Como en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia y de los cristianos hay momentos difíciles, Pensemos en la dureza del trabajo, o en el desaliento del paro y las estrecheces de la pobreza, en la soledad o en la enfermedad. De todo lo que nos ocurre se da cuenta la Virgen María y a todos nos dice lo mismo, “No tengáis miedo, no os preocupéis, no estáis solos, Jesús está con vosotros, haced lo que El os diga”. Cuando la vida se cierre ante nosotros y nos veamos rodeados de tinieblas, cuando no seamos capaces de comprender lo que Dios quiere de nosotros, acudamos a María con humildad y confianza de hijos, Ella nos acogerá, nos ayudará a caminar espiritualmente hasta llegar a Cristo y al Dios del Cielo con amor y confianza, Cristo alegrará nuestra vida con el vino de los bienes de Dios y podremos ser ante los hombres, como María y como los Apóstoles, testigos de las maravillas que Dios hace cada día en nuestra vida. No debemos dejarnos ganar por el pesimismo ni por el desaliento. En nuestro mundo hay muchas cosas malas, leyes injustas e inmorales que van claramente contra la ley de Dios, miles de familias rotas y desgraciadas, muchos cristianos que se alejan de la Iglesia y de la vida santa propia de los bautizados, pero también hay muchas familias que como aquella familia de Caná quieren vivir con Jesús y con María la fiesta de la vida, muchas familias y muchas personas que viven santamente siguiendo las enseñanzas de Jesús, muchas personas de buena voluntad que han descubierto la presencia de Dios y de Jesucristo en la vida de la Iglesia y de los buenos cristianos, que creen en El y viven agradecidos y contentos esperando con confianza la vida eterna. A nosotros nos toca hacer que brille en el mundo la presencia y la misericordia de Dios viviendo santamente según su voluntad, a nosotros nos toca hacer que el mundo vea que donde está Dios la vida es más humana, más justa y más feliz. Nosotros tenemos que ser los que preparemos la presencia y la intervención de Jesús para que el agua amarga de los pecados y de las injusticias de este mundo se convierta en el vino alegre de la fraternidad y la esperanza de la vida eterna. Autor: Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito