NoticiaSemana Santa Manuel Ángel Santiago. Comentario al Evangelio del Jueves Santo Monumento Jueves Santo 2019 en la parroquia de Los Boliches // M. JIMÉNEZ Publicado: 02/04/2020: 17641 Comentario al Evangelio del Jueves Santo por Manuel Ángel Santiago Gutiérrez, delegado episcopal de Hermandades y Cofradías. “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el maestro y señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros también lo hagáis” (Jn 13, 1-15). Con la Eucaristía solemne en el Jueves Santo, la Iglesia extendida por toda la tierra comienza el triduo pascual y evoca aquella cena que el señor nos dejó como memorial de su muerte y Resurrección. “Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo” (Sal 115). Hagamos este día propio la invocación del sabio de Israel, que nuestra alabanza llegue hasta las periferias del mundo actual. La verdadera revolución no llegará por la fuerza de las armas y el poder, sino desde el anonadamiento del Hijo de Dios al que contemplamos hoy de rodillas acariciando los pies y envolviéndolos de ternura y misericordia infinita. Cristo se ha hecho pan partido en la mesa de la eucaristía para ser alimento de vida eterna, sangre derramada que nos salva y redime, en Él nuestra alianza santa, pura, inmaculada. El amor hecho pedazos, roto repartido para que nadie se quede sin pan y pueda sentarse a la mesa de los pecadores. Vivamos siempre con gozo el encuentro con Cristo eucaristía, contemplemos su presencia callada en el sagrario, Él es luz, que nuestra vida sea eucaristía para los demás, viviendo sin medida la caridad. Agradezcamos el don del presbiterado y pidámosle que suscite en nuestros jóvenes vocaciones al servicio de la comunidad como prolongación del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Con frecuencia cantamos: “lo que no se da se pierde”, pues brille nuestra vida no por el poder y tener sino por servir al estilo de Cristo, entonces daremos sentido a nuestra existencia y la alegría del Evangelio nadie nos la podrá quitar.