NoticiaTestimonios Mirar como Jesús a los que sufren José Luis, a la izquierda, junto a compañeros y monitores del Campo de Trabajo Lázaro Publicado: 07/08/2017: 9335 Este verano, los lectores de DiócesisMálaga podrán disfrutar de una nueva sección: “El verano de mi vida”. En este nuevo espacio ofrecerán su testimonio personas de distintos ámbitos de la Iglesia malagueña que han vivido veranos cargados de espiritualidad. Un seminarista que ejerce de voluntario en las Hermanitas de los Pobres; un matrimonio que realiza unos ejercicios espirituales o una profesora que lleva a sus alumnos al Camino de Santiago nos acercarán sus experiencias de encuentro con Dios y los hermanos. JOSÉ LUIS CARMONA, JOVEN PARTICIPANTE EN EL CAMPO DE TABAJO LÁZARO Durante el verano de 2016 participé en el Campo de Trabajo Lázaro, al que quienes hemos participado en él llamamos CTL. Esta experiencia consiste, principalmente, en descubrir a través de la mirada de Jesús las realidades sociales más duras que nos rodean, implicándonos con nuestro trabajo e intentando descubrir qué quiere Dios de cada uno de nosotros en dichos momentos. Acompañar y servir El CTL dio comienzo la segunda semana de julio en la Casa Diocesana; allí llegué inquieto, sin conocer prácticamente a nadie hasta que me presentaron a los dos compañeros junto a los que fui enviado al centro de salud mental que dirigen las Hermanas Hospitalarias en el barrio capitalino de Capuchinos. Nuestra misión fue hacer compañía y servir en todo lo posible a sus residentes quienes, nada más llegar, nos rodearon para presentarse y conocernos. Con el tiempo entendí que ellos lo único que querían es que estuviésemos a su lado prestándoles nuestra atención, al fin y al cabo, algo que todos, en uno u otro momento, necesitamos. Allí pasábamos la mañana realizando diferentes actividades, almorzábamos junto a ellos y justo después volvíamos a nuestro “campamento base”. Compartir vivencias Las tardes las dedicábamos a pasar un rato en la piscina con el resto de compañeros con los que compartíamos nuestras vivencias de la mañana. También teníamos espacio para la catequesis, además de dedicar cada jornada un necesario espacio a la oración, momentos a solas con Cristo que marcarían el sentido de todo lo que hacíamos. Al Campo de Trabajo Lázaro llegué con muchas preguntas y allí me hice otras tantas a las que he podido responder a lo largo de los meses venideros gracias a lo que experimenté. Te animo a que participes de esta oportunidad y te dejes sorprender por Jesús. Atrévete a vivir un verano diferente.