La familia de Nazaret va al templo como una familia más para cumplir la Ley de Moisés tras el nacimiento de un hijo. La madre ha de purificarse y el niño ser circuncidado y consagrado al Señor. Allí se encuentran con dos personajes, un hombre, y una mujer, buscadores de Dios en actitud de espera activa y orante ante la posible llegada del Mesías.

El primero, Simeón, es un israelita justo y piadoso que espera en Dios y tiene su Espíritu. Simeón acoge al niño y lo proclama como salvación que llega iluminando a todos, a gentiles y a israelitas. Él trae el proyecto de sentido de la existencia de la humanidad.

Sin embargo, este niño va a ser perseguido por su misión, lo que el anciano refleja en el anuncio a su madre: “una espada atravesará tu alma”. En paralelo, una mujer, Ana, profetisa, por tanto, escuchante de la voz de Dios para transmitirla a otros. Es una mujer orante que no se aparta del templo ni de noche ni de día. Tras el encuentro con el niño, comienza a hablar de Él a todos los que esperan la liberación. Se convierte así en anunciadora de la Buena Noticia. Ana es la evangelizadora por excelencia.

Hoy es el Día de la Vida Consagrada. Celebramos que muchos hombres y mujeres se consagran a Dios, y optan libremente por seguir a Jesús haciendo del proyecto del Reino su opción fundamental. “La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente” es el lema de este año.