NoticiaEntrevistas Francesc Torralba: «Al Papa lo entiende igual un teólogo que un joven con rastas» Francesc Torralba Publicado: 01/12/2014: 14967 Francesc Torralba, doctor en Filosofía y en Teología, consultor del Pontificio Consejo de la Cultura, es autor de más de 40 libros; entre ellos, “La revolución de la ternura”, sobre el papa Francisco. Este fin de semana ha participado en las Jornadas de Pastoral Social de la Diócesis de Málaga. -Su ponencia ha versado sobre la Evangelii Gaudium... ¿En qué ha consistido? -El resumen puede ser que, tal y como dice el papa Francisco, tenemos que dejar de ser espectadores pasivos para ser ciudadanos activos, actores capaces de transformar el universo en que estamos. Se trata de animar, suscitar el interés para que las personas, cada una según su talento y su vocación, nos comprometamos a cambiar el mundo y vayamos a las periferias, a aquellos lugares donde nadie quiere ir, para escuchar a esas personas que nadie quiere escuchar y para transformar esas realidades oscuras en realidades que sean luz. Estamos llamados a ser sal y luz del mundo. De lo que voy a hablar es de la necesidad de esa transformación del espectador pasivo criticón al actor activo, responsable y comprometido. -Las jornadas de Pastoral Social se han centrado en el tema de las migraciones. ¿Cuál es el mensaje del Papa al respecto? -Una constante en el magisterio del papa Francisco es el reconocimiento de la dignidad inherente a todo ser humano. Lo que viene a decir sobre las migraciones es que una persona, independientemente de si tiene papeles o no, independientemente de su raza, de sus capacidades sociales, cognitivas, etc., tiene que ser tratada dignamente como un ser humano. Y esa es una constante humanística que está en la entraña del Evangelio y que seduce tanto a creyentes como a no creyentes. ¿Qué tiene Francisco que a todo el mundo cautiva? -Tiene dos virtudes: primero, una gran capacidad comunicativa. Lo hemos visto en redes sociales y en sus puestas en escena en distintos escenarios del mundo: Brasil, Lampedusa y Roma, por supuesto. Tiene una gran capacidad de adaptación a entornos muy distintos, con un lenguaje cercano, próximo, empático. Es un lenguaje que entiende un teólogo, un fontanero, un ama de casa y un joven con rastas. Y luego tiene otra virtud: que es que va a lo esencial. Y lo esencial del Evangelio tiene una clave de recepción muy amplia, aquello que es campo de intersección entre creyentes y no creyentes. Yo lo compruebo en clase. Cuando cito un texto del Papa y no digo quién es el autor, se genera una gran atención. Luego, cuando digo quién lo ha escrito, ya hay quien tiene sus prejuicios.