Otras cuatro feligresas de la localidad también la recibieron en una emotiva celebración en la que el Sr. Obispo bendijo las reformas de la parroquia y dio la comunión por primera vez a dos niños del pueblo.

Ana es maestra y tiene dos hijos y cuatro nietos. Su esposo falleció hace cinco años, tras «49 felices años casados», afirma Ana.

¿Qué sintió al recibir la Medalla Pro Ecclesia de manos del Sr. Obispo?

Me sentí muy abrumada por la responsabilidad que supone llevar en mi pecho una distinción de nuestra Madre, la Virgen María.

¿Qué significa para usted ser parte de la parroquia?

Para mí significa mucho. Creo que soy una parte activa de la parroquia, no solo una persona que se acerca a “oír” Misa, ni a “cumplir” con el sacramento o con los mandamientos, sino que me siento viva en la parroquia. Es más, se recibe muchísimo más de lo que se da, al menos esa es mi experiencia.

¿Desde cuándo forma parte de la parroquia?

Desde pequeñita. Primero pertenecía a los grupos de benjaminas de la Acción Católica y enseñaba a los niños más pequeños que yo a rezar. Nuestro párroco nos lo encomendaba. Iba creciendo en la fe en la parroquia y, hace 40 años, cuando mi hijo mayor comenzó n el grupo de catequesis para prepararse para recibir la comunión, me integré aún más, y ahí sigo. En la actualidad soy catequista de confirmación y sigo activa en la parroquia, en lo que hace falta.

¿Cuál es su acción de gracias a Dios?

- En primero lugar, le doy gracias por la vida que me da cada día; y después, porque recibo mucho más de lo que doy en la parroquia. No me cansaría nunca de dar gracias a Dios. Además, puedo hacer lo que hago porque me encuentro bien de salud.