NoticiaMedalla Pro-Ecclesia Malacitana José Bueno: «La parroquia es parte de mi historia» José Bueno junto a su párroco, Federico Cortés Publicado: 10/09/2019: 11599 José Bueno Prieto (Vélez-Málaga, 1944) recibió el pasado 29 de junio la Medalla Pro Ecclesia Malacitana por su gran generosidad y entrega dedicada a la parroquia Sta. María de la Encarnación y San Juan Bautista de la localidad donde ha vivido toda su vida. «Soy muy feliz atendiendo a las personas con todo el cariño porque no busco mi bienestar, sino el bien de la Iglesia» ¿Qué sintió usted al recibir la Medalla? Una gran satisfacción. ¿Cómo fue la sorpresa? Pues estábamos celebrando una comida que todos los años hace la parroquia. Cuando oí mi nombre subí, pero pensaba que era para algo relacionado con el evento. Fue muy emocionante el instante en el que me dieron el diploma y, la verdad, no recuerdo qué dije, porque estaba muy nervioso y no considero ser merecedor de tal reconocimiento. ¿Desde cuándo es usted parte de esta comunidad parroquial? Pues llevo 20 años colaborando más estrechamente, desde que me jubilé, pero yo soy de Vélez, hijo de Vélez y nacido en Vélez y siempre he estado muy cerca de la parroquia. De forma especial, recuerdo a los párrocos D. Juan Miguel González, al que conocía desde joven porque mis hijos estaban en los Scouts, D. Francisco Ruiz y al actual D. Federico Cortés. Con todos es un verdadero placer trabajar. Recuerdo especialmente a D. Juan Miguel González y a D. Francisco Ruiz, que en la actualidad están ambos en la Residencia Buen Samaritano y, desde estas líneas les envío un abrazo muy fuerte a los dos. Dos grandes personas. ¿Qué es para usted la parroquia? Es parte de mi historia porque aquí estoy bautizado, me casé, he celebrado mis bodas de oro… y ahora soy el archivero. ¿Y cuál es su misión como archivero? Pues es una tarea muy interesante de la parroquia. Me encargo de recoger los expedientes para las bodas, de recibir a las madres que vienen a bautizar a sus hijos… es sobre todo una labor de acogida. Para usted, ¿qué es lo más importante a la hora de acoger a quienes llegan a la iglesia? Atender a esa persona en condiciones y ayudarle a que explique lo que necesita. A veces piden cosas que son más laboriosas, como una partida de bautismo de hace un siglo, pero con paciencia, todo se encuentra. Yo, no tengo prisa. Mi mujer me dice a veces que me voy a tener que llevar la cama a la iglesia (ríe) pero yo soy muy feliz atendiendo a las personas con todo el cariño porque no busco mi bienestar, sino el bien de la Iglesia y, más concretamente, de la parroquia. Y su familia, ¿qué lugar ocupa en su vida? El número uno, son de sobresaliente, desde mi esposa Carmelina, hasta mis tres hijos, mi hija, mis siete nietos y mis hermanas. Tengo una gran familia.