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Retiro a los seminaristas (Seminario-Málaga)

Imagen de la Inmaculada Concepción del Seminario Diocesano de Málaga
Publicado: 04/12/2021: 605

Homilía pronunciada por D. Jesús Catalá durante el retiro a los seminaristas celebrado el 4 de diciembre de 2021

RETIRO A LOS SEMINARISTAS

(Seminario-Málaga, 4 diciembre 2021)

Lecturas: Is 30, 19-21.23-26; Sal 146, 1-6; Mt 9,35  ̶  10, 1.6-8.

1.- Consolación divina.

La liturgia de hoy nos ofrece, en las lecturas de Isaías y de Mateo, unas palabras claves. La primera, es la “consolación divina”.

El Señor consuela a sus hijos. Donde hay lágrimas Él las enjuga, donde hay penas Él las reconforta, donde hay aflicción pone paz interior, donde hay desvíos de caminos Él nos orienta. «Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te oiga, te responderá» (Is 30, 19).

El libro de la consolación de Isaías expresa la actitud del amor de Dios a su pueblo. La consolación es una palabra más compleja que el simple consuelo; es esa presencia sanante de Dios.

Los seres humanos vivimos, fruto del pecado, en condiciones que no nos gustan: enfermedad, debilidad, hambre, situaciones difíciles… Y aquellas situaciones que nosotros provocamos o provoca el propio ser humano: guerra, tensiones, odios…

En esa situación, Dios es capaz de darnos consolación, sacarnos, hacernos salir de esas situaciones de pobreza, de miseria, pero también de odio, de falta de alimento, de sufrimiento y lágrimas.

Incluso, en las tinieblas que ponemos a veces, la presencia de Dios da luz. Isaías pone un símil entre la luz de la Luna y del Sol: «La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure las llagas de sus golpes» (Is 30,26). Es decir, aquellos que reciban la consolación de Dios van a recibir estas maravillas.

2.- Compasión de Jesús.

«Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 35-36).

La compasión de Jesús va unida a la misericordia, pues la compasión es saber sintonizar con la situación de sufrimiento del otro. La compasión es un aspecto similar a la consolación, pero la compasión es Cristo en persona, el Hijo de Dios que cura, sana, expulsa espíritus inmundos y que también da solución a toda dolencia.

Lo que percibimos nosotros como consolación, dicho por Isaías a su pueblo (Dios consuela a su pueblo), y la compasión, dicha por el evangelista Mateo de cara a la muchedumbre, ambas cosas las recibimos nosotros. El Señor nos da su consolación y el Señor es compasivo con nosotros.

Si ya hemos experimentado esa compasión y esa consolación, el Señor ahora nos pide que actuemos nosotros haciendo lo propio con los demás: Que seamos personas que sepamos compadecernos del otro, que sepamos condolernos del otro, que sepamos situarnos ante el momento vital del otro y que le ayudemos a levantar su peso que puede ser soledad, enfermedad, lágrima, sufrimiento…

En este Adviento, en el que esperamos que el Señor venga para darnos consolación y compasión, Él nos anima a que también vivamos a su estilo, compadeciendo y consolando.

3.- Novena de la Inmaculada.

Estamos dentro de la Novena de la Virgen; hoy sería el sexto día. Esta mañana hemos contemplado la figura de la Virgen en la escena de la Anunciación para que nos ayudara a responder mejor a la llamada que el Señor ha hecho y está haciendo cada día a cada uno de nosotros.

La Virgen María es Madre de la esperanza. Estamos en el tiempo de la esperanza, que es el Adviento. A la Madre de la esperanza, la Madre del Adviento, pedimos que nos mantenga en esa espera esperanzada y que colme nuestro corazón con la fe que Ella tuvo, con el gozo y la alegría de haber cumplido la voluntad de Dios. Que Ella nos haga cada día más compasivos y misericordiosos con los que tenemos alrededor, con nuestro próximo.

Acudimos a Ella, auxilio de pecadores, pidiendo su intercesión. Santa María del Adviento y de la Esperanza, ruega por nosotros. Amén.

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