El centro, abierto diariamente de 10.00 a 13.00 horas, ofrece talleres de memoria, baile, gimnasia, pintura, coro, difusión de la Palabra de Dios, cultura general y costura, incluyendo muñequería. Además, realizan excursiones, encuentros festivos y rastrillos solidarios a beneficio de Cáritas.

En palabras de la responsable del centro, María Teresa Carmona, «el espíritu religioso está muy presente, respetando siempre la libertad individual». Este aspecto es el factor diferencial con respecto a otros espacios para mayores, dado que no olvidan que se encuentran acogidos en el seno de la Iglesia. El único requisito para disfrutar de las prestaciones del centro es ser mayor de 65 años, dada la gran demanda que sufre actualmente.

«La escucha es fundamental para que las personas sientan la ayuda y se encuentren mejor», sostiene María Teresa. Preocupada por mejorar la calidad de vida y estado de ánimo de los usuarios, hace especial hincapié en el cambio de actitud que experimentan las mujeres en su mayoría. «Tras escucharlas, se dan cuenta de cómo han evolucionado: ellas mismas dicen que esto les ha dado la vida».

Ejemplo de ello es Isabel Arroyo, una feligresa de la parroquia que acude todas las mañanas al centro. Empezó como una usuaria más y ahora colabora enseñando croché y punto. Para ella, «este centro de mayores es de lo mejor que ha hecho la parroquia».