Con motivo de esta jornada anual, la Iglesia presenta su balance económico correspondiente al ejercicio 2013 que revela un aumento del 2,7% en las aportaciones de los fieles con respecto al año anterior. Este aumento llega a ser del 8,7% si se toma como punto de referencia el año 2008.

El balance arroja una cifra de 18,3 millones de euros de gastos, frente a 16,5 de ingresos, por lo que se ha hecho necesario recurrir a financiación externa por valor de 1,8 millones. Con respecto al origen de los ingresos destacan, además de las aportaciones directas de los fieles señaladas anteriormente, y que alcanzan la cifra de 8,7 millones; el de las aportaciones de los ciudadanos a través de la declaración de la renta (3,3 millones). En el capítulo de gastos, resaltan los 4,7 millones destinados directamente a acciones pastorales y asistenciales; y los 4,8 de obras, en su mayor parte rehabilitaciones.

La generosidad de los malagueños con la Iglesia se hace patente en el aumento de las aportaciones económicas, pero también en su implicación personal en el trabajo que se realiza desde las parroquias al servicio de toda la sociedad. No en vano, la diócesis cuenta con 5.500 catequistas, 1.300 voluntarios de Cáritas, y más de un millar de colaboradores para las celebraciones litúrgicas, la visita a los enfermos, etc. Sin el trabajo voluntario de todas estas personas, sería imposible llevar a cabo la tarea que la Iglesia realiza con un presupuesto tan limitado. El trabajo gratuito de la comunidad cristiana es el responsable de que cada euro que se invierte en la Iglesia rinda como 2,40 €, en su servicio equivalente en el mercado.

Por lo tanto, el llamamiento principal de esta campaña está dirigido a seguir solicitando a los fieles su implicación en las parroquias. Con el lema «Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios», se pretende animar a los seglares a hacer efectivo su compromiso cristiano como miembros activos de las comunidades a las que pertenecen. Todos pueden aportar algo, desde su tiempo para ayudar a mantener abiertos los templos, sus oídos para escuchar a las personas que acuden buscando consuelo, hasta sus conocimientos profesionales como voluntarios en una acción concreta. También, por supuesto, contribuyendo con su dinero al sostenimiento de la labor eclesial.