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Día del Seminario. Fiesta de San José (Catedral-Malaga)

Foto de la familia del Seminario Diocesano tras la celebración de Día del Seminario 2024 en la Catedral
Publicado: 17/03/2024: 5817

Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga con motivo de la celebración del Día del Seminario en los días previos a la fiesta de San José.

DÍA DEL SEMINARIO. FIESTA DE SAN JOSÉ

(Catedral-Málaga, 17 marzo 2024)

Lecturas: Jer 31, 31-34; Sal 50, 3-4.12-15; Hb 5, 7-9; Jn 12, 20-33. 

(Domingo Cuaresma V - B)

1.- Día del Seminario

Celebramos hoy el “Día del Seminario” con motivo de la cercanía de la fiesta de san José, patriarca de la Iglesia universal y protector de las vocaciones al sacerdocio. En nuestro Seminario se forman los futuros pastores, que, a imagen de Jesucristo, buen Pastor, apacentarán la grey diocesana. 

Tenemos presente en nuestra oración al Seminario de nuestra diócesis y pedimos por las vocaciones al sacerdocio, para que Dios siga suscitando pastores buenos que apacienten a su pueblo. 

2.- Jesucristo, el buen Pastor

El lema de la Jornada de este año es: “Padre, envíanos pastores”. Jesús se describió a sí mismo como el buen Pastor que da la vida por sus ovejas (cf. Jn 10, 11-15); por eso sentía compasión al ver la muchedumbre como ovejas sin pastor (cf. Mc 6, 34). 

Los dos verbos «ver» y «compadecerse» configuran a Jesús como buen Pastor. Como dice el papa Francisco: “Su compasión no es solo un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña (Ángelus, 1.1. 19.07.2015). Estas acciones (ver, compadecerse y enseñar) son las que tenemos que realizar los pastores de hoy.

Del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres. El buen Pastor muestra un corazón de cordero inmolado y misericordioso. Un corazón así puede hablar al corazón de los hombres.

Para llevar a cabo su obra de redención, Jesús, el buen Pastor, se convirtió en cordero: «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). El papa Benedicto XVI nos recordaba que “por sus ovejas, el pastor se deja conducir al matadero como un cordero: no rehúsa la muerte, no juzga, no amenaza con la muerte a los verdugos” (Homilía Domingo XVI Tiempo Ordinario, ciclo B). De manera humilde y callada acepta su muerte por la salvación del mundo.

3.- El lema: “Padre, envíanos pastores”

Necesitamos pastores según el corazón de Cristo; por eso pedimos al Padre que nos envíe pastores buenos y santos. Juan Pablo II nos decía: “El «corazón» de Dios se ha revelado plenamente a nosotros en el Corazón de Cristo, buen Pastor. Y el Corazón de Cristo sigue hoy teniendo compasión de las muchedumbres y dándoles el pan de la verdad, del amor y de la vida (cf. Mc 6, 30 ss.), y desea palpitar en otros corazones –los de los sacerdotes–” (Pastores dabo vobis, 82).

La formación de la propia entrega generosa y gratuita, representa una condición irrenunciable para quien está llamado a hacerse epifanía y transparencia del buen Pastor, que da la vida (cf. Jn 10, 11.15). Queridos sacerdotes y seminaristas, el Señor nos pide que seamos “transparencia” del buen Pastor.

La formación espiritual debe desarrollar la dimensión pastoral y caritativa, sirviéndose de la devoción al Corazón de Cristo. “Formar a los futuros sacerdotes en la espiritualidad del Corazón del Señor supone llevar una vida que corresponda al amor y al afecto de Cristo, Sacerdote y buen Pastor: a su amor al Padre en el Espíritu Santo, a su amor a los hombres hasta inmolarse entregando su vida” (Pastores dabo vobis, 49).

4.- Morir para dar fruto

En el evangelio de hoy el Señor enseña a sus discípulos que hay que morir para dar fruto: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús sabía que iba a morir en la cruz: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32; cf. Jn 12, 33). Jesús fue elevado en el trono de la cruz, que es el trono de su gloria.

Por eso nos enseña que es necesario vivir renunciando a uno mismo y pensando en la vida eterna: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25).

Los sacerdotes, con su entrega amorosa y generosa, como el grano de trigo que muere para dar fruto, hacen presente a Cristo, buen Pastor, a través del ministerio sacerdotal vivido en el amor y el servicio a los hombres hasta dar la vida, encontrando en ello el sentido más absoluto para su existencia. 

A esto estáis llamados, queridos seminaristas. Tenéis hoy una buena ocasión para renovar vuestra respuesta a la llamada que el Señor os ha hecho para ejercer el ministerio sacerdotal.

5.- Pedir por las vocaciones al sacerdocio ministerial

Demos gracias a Dios por el don de la vocación al sacerdocio y pidámosle que, creando en nosotros un corazón puro, vivamos la alegría de la salvación, que es hacer siempre en nuestra vida la voluntad de Dios.

Hemos de pedir al Señor que siga enviando obreros a su mies (cf. Mt 9, 38); hemos de animar a los jóvenes a seguir a Cristo; hemos de estar atentos a las llamadas de Dios para suscitarlas, cuidarlas y acompañarlas, ayudando a discernir; hemos de neutralizar las interferencias y remover los obstáculos presentes en nuestra sociedad, para que la llamada de Dios se escuche con claridad. 

Muchos jóvenes no escuchan y hacen oídos sordos a la llamada de Dios. Hemos de ayudarles a que escuchen y se planteen la vocación al sacerdocio ministerial.

Toda la diócesis debe estar atenta y orante para pedir sacerdotes según el corazón de Cristo. La Iglesia reza hoy por los seminaristas y por sus formadores, para que sean fieles al Señor y brillen por su humildad, sabiduría y entrega. 

Permitidme unas palabras al grupo de peregrinos italianos, que comparten hoy con nosotros esta eucaristía.

Cari fratelli, ci sono due immagini nelle letture bibliche di questa domenica: la prima si riferisce a Gesù, il buon Pastore. Egli essendo il buon Pastore si fa l’agnello di Dio, che offre la propria vita per noi e per la nostra salvezza. 

La seconda immagine riguarda il chicco di grano. Gesù si definisce come chicco de grano, che scompare sotto terra per poter fiorire come pianta, per poter risuscitare. 

Queste due immagini ci aiutino a vivere la nostra vita ad esempio del nostro Maestro Gesù: farsi agnello per offrire la nostra vita; e farsi chicco di grano per poter fruttificare. Chiediamo il Signore che ci dia buone e sante vocazioni al ministero sacerdotale. Ed imploriamo l’intercessione della Madonna e di san Giuseppe.

Imploramos la intercesión de san José, patrono de la Iglesia universal y de las vocaciones al sacerdocio, para que nos ayude a ser fieles a la misión que el Señor nos confía, y seamos como él servidores fieles y obedientes a la voluntad de Dios. 

Y pedimos a la Santísima Virgen María, que supo responder con prontitud a la llamada de Dios para ser la Madre del Señor, para que respondamos con diligencia y generosidad a la llamada que Dios nos hace. Amén. 

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