Destaca que el encuentro en la Catedral de Málaga, el sábado 21 de enero, presidido por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, «fue un momento muy importante en la vida ecuménica de nuestra Diócesis porque representa la unidad y la fraternidad que hemos alcanzado en esta familia ecuménica de la cual disfrutamos y nos enriquecemos constantemente. Este año tuvimos representantes de trece iglesias hermanas: ortodoxa, luterana finlandesa, noruega y danesa, Iglesia Evangélica Alemana, Iglesia Evangélica Española, Comunidad Anglicana y la Iglesia Protestante de Holanda, así como de la Iglesia Católica. Además, acudió un importante número de fieles de diferentes iglesias, debido, en gran medida, al cambio de horario, al haber convocado este encuentro al medio día por primera vez. Agradecemos también la presencia de los sacerdotes católicos que se unieron a la oración y la amplia representación del Cabildo catedralicio». 

El último día, explica Uribe, «ese abrazo entre los representantes de las diferentes iglesias es el pequeñísimo instante en el que el amor y la fraternidad superan la división y parece como si la unidad estuviera más cerca. Es el momento en el que se olvidan las largas horas de trabajo, de sueño perdido, de esfuerzo, de exprimir la imaginación, de kilómetros de carretera y un largo etcétera. Es el momento de dar gracias a Dios por la gente que, junto a nosotros, contribuye de tantas formas diferentes para que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos termine con éxito». 

Con respecto a los símbolos del agua y de las piedras empleados en la celebración de la Catedral, «se deben a la petición de las Iglesias de Minnesota en los Estados Unidos, encargadas de preparar el material para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de 2023. El agua porque, a través del bautismo, hemos llegado a ser miembros del cuerpo de Cristo, aunque con nuestras acciones injustas, discriminatorias u opresoras hemos provocado dolor y sufrimiento a los más débiles, a los olvidados o a aquellos cuya voz no escuchamos, olvidándonos de hacer el bien y buscar la justicia tal y como nos lo dice el lema de este año “Haz el bien; busca la justicia”» continúa la directora. 

Los símbolos del agua y las piedras, asegura «son también representativos en los pueblos indígenas americanos de realidades sagradas que se han bautizado en una nueva vida y que se han construido sobre las piedras de las historias personales y ancestrales. Es por ello, que los testimonios de fe que hemos escuchado, a lo largo de la semana, junto con la piedra que cada uno de los asistentes recibió para tenerla en su mano durante estos encuentros, son la representación de que somos piedras vivas, testigos y protagonistas de las historias con las que se construye el Cuerpo de Cristo, la piedra angular de nuestra unidad cristiana. Así como Dios nos ha creado para estar en comunión, así también nuestras historias están relacionadas y al poner nuestras piedras juntas alrededor de la cruz, estamos construyendo simbólicamente esa Iglesia que todos soñamos que es la Iglesia unida, en paz y en justicia».