¿Cómo vivió la entrega de la Medalla?

Fue una sorpresa tan emocionante que todavía me acuerdo y se me saltan las lágrimas. Para mí fue algo muy importante. 

Aunque usted nació en Riogordo es feligrés de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Almayate desde hace más de 50 años, ¿no es así?

Así es. Hace más de 50 que me hice novio de mi mujer, María Isabel González. Yo no soy de Almayate, pero ella sí. Desde entonces, estoy muy involucrado en todas las cosas del pueblo y, por supuesto, en la parroquia, además lo hago con mucha ilusión.

¿A qué se ha dedicado en la parroquia?

Estoy disponible para todo lo que haga falta, ya sea de mantenimiento o de otra cosa. También he sido uno de los fundadores de una de las dos hermandades de la parroquia: la del Sagrado Corazón de Jesús y la de la Virgen del Carmen. Actualmente soy el secretario. En las dos estoy muy implicado. He sido parte del Consejo Pastoral Arciprestal. Cursé la Escuela Teológica, lo que fue para mí una experiencia maravillosa, porque aprendí muchísimo. Cuando la acabamos me quedé con ganas de seguir profundizando en todo lo que había recibido. También he hecho un Curso sobre Ecumenismo y varios cursos que ha ofrecido la Delegación de Liturgia para ministros extraordinarios de la comunión y lectores. Me he formado en todo lo que he podido para estar preparado para lo que se me pueda pedir desde la parroquia.

Su parroquia es parte de su día a día, por lo que me cuenta. 

Es que ya no me planteo mi vida sin ella. Y eso que yo no me crié yendo a la parroquia, vivía en el campo y no tuve la posibilidad, pero cuando la descubrí y empecé a meterme, con toda libertad porque nunca nadie me ha obligado a nada, no me he vuelto a separar de ella. 

¿Por qué le da gracias a Dios?

En primer lugar, por mi esposa, mis 3 hijos y mis 7 nietos. Una familia unida y preciosa, el regalo más grande que el Señor me ha dado. ¿Para qué queremos nada más? Yo le doy gracias a Dios todos los días por esta familia que me ha concedido y que yo no me merezco. Le doy gracias por la vida, por la salud, porque comemos todos los días. Esas son mis riquezas, por las que le doy todos los días gracias a Dios. ¿Te parece poco?