NoticiaEntrevistas María Dolores López Guzmán: «El sufrimiento no tiene la última palabra, hay vida más allá» María Dolores López Guzmán, doctora en Teología Dogmática Publicado: 06/08/2019: 22222 María Dolores López Guzmán es doctora en Teología Dogmática y Fundamental y profesora en la Universidad Pontificia Comillas. Recientemente visitó la ciudad de Málaga para impartir una conferencia sobre cómo "vendar heridas, aliviar el dolor y vivir los sufrimientos". “Vendar las heridas, aliviar el dolor: el oficio de consolar” es el tiÌtulo de su ponencia en MaÌlaga, ¿es el consuelo un oficio y todo un arte? Ciertamente siÌ. Uno no puede acercarse al sufrimiento de las personas de cualquier manera. La delicadeza, la prudencia, la humildad y el cariño, deberiÌan ser los cuatro pilares que toda persona que quiera “vendar heridas” debe cultivar. Y siendo verdad que algunas personas las poseen de forma natural, siempre seraÌ necesario discernirlas y potenciarlas. Tiene usted toda la razoÌn, nadie quiere sufrir, pero el sufrimiento es muchas veces inevitable, ¿coÌmo nos podemos preparar? Lo primero de todo es hacerse consciente de que el dolor existe y forma parte de la vida. Negarlo o intentar sortearlo conduce a la frustracioÌn porque tarde o temprano aparece en la vida de toda persona. Lo segundo, afrontarlo desde la conviccioÌn de que el sufrimiento no tiene la ultima palabra. Que hay “vida” maÌs allaÌ del dolor. Por eso es clave mantener la esperanza y no dejarse vencer por el desaÌnimo y la sensacioÌn de oscuridad. Lo tercero, confiar en que, aun a pesar del sinsentido que pueda haber en el dolor, se puede encontrar el modo de vivirlo que nos ayude a ser maÌs compasivos y maÌs sensibles al sufrimiento de los otros. Por lo tanto, ser mejores para los demaÌs. Y, por uÌltimo, que en cualquier circunstancia, por muy dolorosa que sea, el amor es siempre maÌs fuerte que el sufrimiento, porque ni el dolor maÌs profundo puede impedirle a nadie apostar por seguir amando. Si pudieÌramos evitar el sufrimiento de nuestros hijos, hariÌamos cualquier cosa, pero ¿es tambieÌn importante que los niños aprendan lo que es sufrir, la decepcioÌn, que las cosas salen mal...? Es fundamental. Si se les evita el sufrimiento y no los preparamos para que aprendan a experimentar el dolor y a manejarse en situaciones complicadas, estaremos incapacitaÌndolos para la madurez, y cada vez que se encuentren en momentos difiÌciles se vendraÌn abajo y cuestionaraÌn la existencia de Dios como incompatible con su existencia y su bondad. Aunque es doloroso para nosotros, debemos permitir que se forjen tambieÌn en la dificultad y el dolor. Intentar a toda costa que no conozcan el sufrimiento es un error que los hijos pagan caro. Entonces, ¿por queÌ se valora tanto el eÌxito, que todo nos vaya bien? Porque todos necesitamos y buscamos ser aplaudidos, reconocidos y admirados. Y porque el ser humano no estaÌ “hecho” para el dolor sino para el amor, y por tanto, para el “bien-estar” (pero no el bienestar econoÌmico sin maÌs, sino para la bondad, el bien y la belleza). Hemos sido creados para vivir en paz, armoniÌa... Hasta llegar ahiÌ el camino puede estar lleno de dificultades, pero nuestro fin no es el sufrimiento ni lo que nos causa desagrado y malestar. Una uÌltima pregunta, en la Iglesia hablamos del valor del sufrimiento y el dolor, ¿cuaÌl es? Para entender esta cuestioÌn es importante diferenciar el tipo de dolor que estamos viviendo. Porque no todos son iguales ni pueden ser tratados de la misma manera. El sufrimiento que tiene valor es el que se asemeja al de Jesucristo. Eso quiere decir que es valioso aquel que nace como fruto del amor. Amar es un riesgo, expone a la persona. Quien ama a “corazoÌn abierto” se cansaraÌ, seraÌ objeto de comentarios y murmuraciones, pediraÌ perdoÌn por sus ofensas, pondraÌ la otra mejilla ante el mal que recibe...