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Alvar Sánchez: «¿Qué harías si formases parte de esos 733 millones de personas que pasan hambre»

Alvar Sánchez, misionero jesuita en Marruecos · Autor: E. LLAMAS
Publicado: 07/02/2025: 1137

Manos Unidas

“Compartir es nuestra mayor riqueza” es el lema que nos propone la ONG católica para el desarrollo Manos Unidas para su Campaña contra el Hambre de 2025. Con motivo de dicha campaña, ha visitado Málaga el misionero jesuita Alvar Sánchez, que vive en Marruecos y conoce de cerca los proyectos de Manos Unidas.

¿Cómo es trabajar con los proyectos de Manos Unidas?

Es una experiencia fantástica. Llegué a Marruecos en 2018 y, desde entonces, no hemos dejado de trabajar estrechamente con Manos Unidas, tratando de aportar soluciones a circunstancias que realmente generan sufrimiento y exclusión. Estamos en diferentes puntos de la costa norte de Marruecos, desde Nador a Tánger, y también en un lugar especialmente dramático que es la costa atlántica, donde estamos apoyando equipos de intervención en El Aaiún y Dajla y también en Senegal, porque todos estos puntos son cruciales en lo que entendemos que es la ruta más peligrosa y dramática del mundo. Me refiero a la movilidad humana, que sólo en 2024, según los datos de las compañeras de “Caminando Fronteras”, más de 10.000 personas han fallecido en ello. Gracias a Manos Unidas podemos capacitar a la juventud, acompañar a las personas vulnerables y tratar de responder, como Iglesia, a esta situación dramática. 

¿Algún proyecto concreto que nos pudiera destacar?

En Nador tenemos el proyecto Baraka, que significa bendición, y que realmente es eso: una bendición para el gran número de personas que se benefician de estos servicios de capacitación, educación, formación profesional, inserción social-laboral, escuela de lenguas y todos los programas de promoción de la mujer. Hemos abierto, en un contexto rural alejado de la población de Nador, un nuevo proyecto y es fantástico ver a más de 160 mujeres, de todas las edades y generaciones, compartiendo ilusión a través de la educación, y de crear un proyecto de felicidad para el mañana. Por otro lado, son muchos también los proyectos destinados a acompañar esa fragilidad que va en aumento: la de tantas personas que no han encontrado otra manera de seguir construyendo sus vidas que la de abandonar sus hogares, es lo que llamamos la migración forzada.

Se le ilumina el rostro hablando de estos proyectos. ¿Supone un choque para usted vivir esa realidad y ver la que se vive en otros muchos lugares de consumo?

Es realmente terrible el hecho de que, por un lado, estemos en la cuenca mediterránea, en la que tenemos el privilegio de abrazar tres continentes, con lo que significa eso de riqueza, cultura, intercambio de lenguas… en las que compartimos espacio las tres religiones del libro (judaísmo, cristianismo e islam), con lo que eso significa, y a la vez sea la frontera continental más desigual del mundo. El conjunto del PIB africano no alcanza al 10% del PIB europeo. ¿Eso qué significa? Significa que desde nuestra orilla contemplamos la otra orilla en clave de desigualdad absoluta. ¡Imagínate cómo nos contemplan ellos a nosotros! Entonces, ¿qué harías tú si formases parte de esos 733 millones de personas que pasan hambre? Han decidido moverse 281 millones de ellas, que son los actuales migrantes internacionales en todo el mundo. Ante esta desigualdad global tan radical, promovida por una cultura del descarte, Manos Unidas plantea alternativas y un modelo de prosperidad alternativo, basado en una cultura del compartir, en lugar de una cultura del acumular.

La campaña de este año nos remueve y nos hace ver que la prosperidad está en que crezcamos todos, no sólo una parte de la población, ¿no es así?

Así es. Hay informes que revelan que el 1,5% de la población mundial acumula el 50% de la riqueza global. ¿Qué significa eso? Pues que es una condena para el 40% más pobre que se tiene que repartir el 0,5% de beneficios del planeta. La cuestión no es cruzarnos de brazos y pensar que no podemos hacer nada porque nos supera, sino que ahí están instituciones como Manos Unidas, planteando la alternativa. De hecho, ya hace 30 años, en 1994, la ONU nos recordaba que el sustento diario de más de 3.000 millones de personas (entonces era la mitad de la población mundial) estaba garantizado por las empresas cooperativas que se basan en el compartir. Y eso es lo que se busca desde Manos Unidas, empoderar a las personas que han quedado excluidas, creando oportunidades de empleo y fomentando un desarrollo sostenible. Es lo que llamamos la economía de Francisco, que está inspirada en san Francisco de Así, y, por supuesto también en el Evangelio. 

¿Es posible mirar hacia la migración con esperanza y el clave de acogida?

No sólo lo creemos así, sino que así lo vivimos. Gracias a la llegada de tantas personas de diferentes países, nuestras sociedades se mantienen en pie en un modelo de prosperidad que ojalá sea más inclusivo. Y ojalá también esa riqueza comunitaria, a través de iniciativas como el cooperativismo, la soberanía alimentaria y el comercio justo, pueda seguir arraigándose en nuestras sociedades y planteándose como la alternativa que necesitamos. Porque, seguir dándole a la noria de este modelo de producción y de prosperidad es inviable. 

Lo que se nos propone es un cambio de vida, ¿no es así?

Ante esa cultura del descarte, se nos propone la cultura del encuentro que quiere respetar las particularidades de cada pueblo, que prioriza la justicia social y medioambiental y que asume el cuidado de la creación y no la saquea, es decir, una economía de paz y no de guerra. Y todo ello en un momento en el que puede sonar contracultural pues lo que nos recuerdan desde tantas instancias es que toca rearmarse. 

Un consejo para vivir esta campaña de Manos Unidas.

Si me das a elegir, me voy al origen. No sé si voy a conseguir transmitírtelo sin emocionarme. Se trata de renovar la esperanza que un 2 de julio de 1955 movió a un conjunto de mujeres a decir: “Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar la vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban en nuestro globo con trazos de muerte. Sabemos, y queremos que se sepa, que existen soluciones de vida y que, si la conciencia mundial reacciona, dentro de algunas generaciones las fronteras del hambre habrán desaparecido”. Pues renovemos nuestra esperanza para creer que esto es posible y para realizarlo en nuestro día a día.

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Encarni Llamas Fortes

Encarni Llamas Fortes es madre de tres hijos. Periodista que desarrolla su labor profesional en la Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga. Bachiller en Ciencias Religiosas por el ISCR San Pablo.

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