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Diario de una adicta (III). DESCONCIERTO

Publicado: 18/03/2016: 4296

El doctor José Rosado, experto en drogodependencias, nos acerca cada semana un fragmento de un diario de una de sus pacientes, víctima de la droga. El deseo de su autora es que su experiencia sirva de ayuda a otros jóvenes y familias que pasen por una situación similar

Sigo sin distinguir con claridad cuándo estoy soñando o despierta. La vida me parece, en algunos momentos, una película en la que apenas soy consciente de mi persona. En ocasiones me sorprendo con pensamientos y actitudes que no reconozco como míos. Mi conciencia se encuentra confundida con múltiples deseos y proyectos que saltan y desaparecen de manera continua. A veces, tengo claridad para expresarme, y otras, las ideas huyen de mi mente y me escapo hacIa los primeros años de mi vida, como un refugio donde me pongo a salvo, hasta que, de un fogonazo, me encuentro otra vez con mis 25 años y no comprendo cómo existe una distancia tan ancha entre estas etapas de mi existir.

Realmente me cuesta trabajo ir colocando en su lugar lo que pertenece al pasado y discernirlo del presente, que siempre está entremezclándolo con los débiles proyectos que aún perduran en mi cabeza. Cerrar los ojos durante un rato, convierten mi mente en una pantalla de cine por la que desfilan múltiples escenas que, brotando desde los diferentes rincones de la memoria, se acompañan de sentimientos y me hacen revivir en presente las sensaciones grabadas en lo más profundo de mi ser.

Todos me dicen que estoy muy bien, más guapa que nunca, sociable y cariñosa. Que he vuelto a ser como era. Pero yo me siento insegura, llena de vacilaciones y con un no sé qué detrás de mi cabeza que me frena al hablar, reír, expresarme o comunicarme. Y surgen con periodicidad, proyectos raros y pesimistas que dejan un pozo de desaliento y desánimo. Temores y miedos rellenan mi conciencia, junto con frustraciones de las que apenas tenía noticias anteriormente.

Mi contenido psíquico lo tengo revuelto. Sé que mi trabajo consiste en poner orden en esa biblioteca mental; asegurar mis recursos personales, apaciguar mis quebrantos emocionales y dirigirme hacia la meta, que es simplemente recuperar la situación psíquica y física que tenía previamente a la tormenta que ha ocurrido en mi vida.

No puedo enterrar una etapa de mi vida tan traumática y traumatizante; se encuentra viva en lo más profundo de mi mente, por esa razón quiero sacar a la luz el contenido de mi conciencia, todos mis recuerdos, ponerlo encima de la mesa, analizarlo, comprenderlo, en la medida que pueda, y buscarles una salida o una interpretación que me ayude para sanear mi situación actual. También deseo, quiero y espero descubrir mis errores, reconocerlos, asumirlos e intentar estudiarlos para que me sirvan de guía, o al menos ser consciente del daño que me produzco a mi misma si los repito.

Al escribir, intento desesperadamente limitar mis angustias, es decir, que me sirva de terapia, aunque no sé sus fundamentos. Instintivamente estoy muy segura que esta confesión honrada y sincera me hará mucho bien, especialmente para tener la posibilidad de, al destapar las equivocaciones, tener una referencia para evitarlas en el futuro. Lo que sí empiezo a sentir es un cierto descanso por descargarme de lo que quiero olvidar, y darle aire para que no condicione mi posible vida futura.

No quiero ser ciega a mi mundo emocional y estoy decida a sanearme por dentro, porque creo que es el mejor camino que puedo hacer para conseguir algunos niveles de felicidad o aumentar mi calidad de vida. No dejo de soñar y soñar, porque son esos sueños los que me proporcionan la sensación de ser absolutamente libre, y cuando mis deseos más íntimos se convierten en realidades mentales que me hacen disfrutar mi añorado paraíso.

Pero las sombras no dejan de amenazarme con inquietudes que no acierto a definir y que me desconciertan de tal manera que me hacen olvidar que llevo más de un año sin consumir y que las esperanzas progresivamente empiezan a argumentarse, aunque el miedo a mirar hacia mi interior no deja de estar presente.

¿Cuándo seré libre?

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José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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