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Matrimonio de Mª Victoria Benítez López y Francisco Román Serón (Seminario-Málaga)

Publicado: 11/07/2015: 15448

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga el 11 de julio, en el matrimonio de Mª Victoria Benítez López y Francisco Román Serón, en el Seminario de Málaga.

MATRIMONIO
DE Mª VICTORIA BENÍTEZ LÓPEZ
Y FRANCISCO ROMÁN SERÓN
(Seminario-Málaga, 11 julio 2015)

Lecturas: Prov 2, 1-9; Sal 33, 2-11; 1 Co 13, 1-13; Mc 10, 6-9.

1. El Señor nos convoca hoy para celebrar ante Él la unión sagrada entre Mª Victoria y Francisco, que desean unirse en santo matrimonio.
En el evangelio, que hemos escuchado, Jesús reprendía a los fariseos por su visión del matrimonio, recordándoles la enseñanza del libro del Génesis: «Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer» (Mc 10, 6). Ambos se unen formando una comunidad de vida y amor; de tal manera que nada ni nadie los puede separar: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10, 9).
Los relatos de la creación son un testimonio claro de que todo cuanto existe es fruto del amor de Dios, pues Dios ha querido comunicar a las creaturas su bondad y hacerles partícipes de su amor” (Conferencia episcopal española, La verdad del amor humano, 7).
En nuestra sociedad hay gente con mentalidad farisaica, que pretende erigirse en dueño y señor de la institución matrimonial, proponiendo formas que no tienen nada que ver con lo que Dios creó desde el principio. Somos hijos de Dios, hechos a su imagen; no puede el hombre cambiar lo que él no ha creado. El matrimonio ha sido elevado y divinizado por Dios; y, por tanto, no se puede desfigurar lo que Dios ha creado bellamente.

2. El origen y la fuente del amor humano se encuentra en el misterio de Dios, que es Amor. Como nos dice san Juan en su primera carta: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16).
Y Dios es un ser personal trinitario; su amor es, pues, interpersonal, en el que el Padre y el Hijo se aman mutuamente en el Espíritu. El amor originario es un amor de comunión, de la cual surge todo amor.
Como afirmaba el papa Benedicto XVI: «La Sagrada Escritura revela que la vocación al amor forma parte de esa auténtica imagen de Dios que el Creador ha querido imprimir en su criatura, llamándola a hacerse semejante a Él precisamente en la medida en la que está abierta al amor» (Benedicto XVI, Discurso al Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia, 2006). Una persona cerrada en sí misma, sucumbe; pero una persona abierta a los demás se enriquece. Quien ama se enriquece dándose y recibiendo.
Como cristianos, queridos Viky y Francis, realizáis vuestra unión celebrando el sacramento del amor esponsal, signo del amor de Cristo a su Iglesia (cf. Ef 5, 24). ¡Sed, pues, signos visibles del amor de Dios a los hombres! Amándoos haréis visibles el amor de Dios.

3. Quienes pretendan fundamentar su amor esponsal en las facultades y virtualidades del otro, llámese inteligencia, hermosura, creatividad, afecto, gusto, están abocados al fracaso. Porque cuando vengan a menos esas facultades, se desvanecerá el amor fundamentado en ellas.
Estimados Viky y Francis, no fundamentéis vuestro amor mutuo en vosotros mismos; ni en las facultades del otro; más bien ponedlo en manos de Dios-Amor, que siempre sostendrá vuestro amor humano, a pesar de los vendavales, lluvias y tormentas que puedan arremeter contra vuestro matrimonio, como nos enseña la parábola que Jesús del que edificó su casa sobre roca, en contraposición del que la edificó sobre arena, que cuando sobrevinieron las tormentas sucumbió cf. Mt 7, 24-27). Edificar vuestro amor sobre roca, es decir sobre Cristo, amor verdadero, os asegura un amor eterno.
Si queréis permanecer en el amor, debéis permanecer en Dios, porque «quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16). Estas palabras expresan claramente el corazón de la fe cristiana (cf. Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).
Dios se revela y sale al encuentro del hombre, eligiendo la vía maestra del amor. Quien ama desde Dios posee una luz que le hace percibir la realidad de un modo nuevo. Jesús dice que los cristianos son luz del mundo; pero esa luz no es nuestra, sino que la tomamos de Dios. Los padres de la Iglesia comparan a la luna con la Iglesia; la luna refleja la luz del sol. ¡Reflejad, pues, la luz del sol, siendo luz en esta sociedad!

4. El papa Francisco, en su visita a Quito, decía hace unos días que el matrimonio debe estar asentado en el amor duradero: “Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, en amores fecundos, en amores alegres. Demos un lugar a María, «la madre»” (Papa Francisco, Homilía en el parque de los Samanes-Guayaquil, 6.07.2015).
En estas bodas de Caná vuestras, ofreced un sitio a la Virgen María: Ella está muy atenta y pendiente de vosotros; y es solícita a vuestras necesidades. Ella os acompañará siempre con actitud de madre amorosa, que cuida de sus hijos.

5. En las Bodas de Caná hubo primero un vino normal, que se acabó; después hubo un buen vino, transformado por Jesús. ¡Que no falte en vuestro matrimonio el vino de la alegría y del amor, regalados por Jesús!
Muchos hogares dejan de ser tales y pierden su calor, porque se quedan entristecidos y sin vino; es decir, sin amor, sin afecto, sin gestos de cariño entre sus miembros.
El vino de la alegría implica también perdón. Necesitaréis pediros perdón mutuamente muchas veces. Bien lo sabéis quienes lleváis ya años de casados. Cuando os pidáis perdón, hacedlo con serenidad y elegancia, sin refunfuñar; tendréis que rebajar vuestro orgullo personal para acudir al otro y pedirle perdón.
Cuando faltó el vino en Caná, María acudió a Jesús y le pidió que ayudara a los novios. María rezó; intercedió por los novios ante Jesús. Cuando percibáis que mengua el vino del amor entre vosotros, acudid a Jesús, el Hijo de Dios, quien ha manifestado el amor del  Padre; y pedidle que renueve vuestro amor. ¡Rezad a Dios con salmos, himnos y cánticos inspirados! (cf. Ef 5, 19).

6. San Pablo, en su primera carta a los Corintios, nos ofrece el himno a la caridad presentando el amor como el camino humano por excelencia. Nada hay en la vida del ser humano que pueda compararse al amor.
Hablar lenguas sublimes (cf. 1 Co 13, 1); tener el don de profecía y conocer todos saberes, profesar una fe capaz de mover montañas (cf. 1 Co 13, 2), repartir los bienes entre los necesitados, ofrecerse en sacrificio (cf. 1 Co 13, 3);  todo es no sirve de nada, si no se tiene amor. 
«El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe» (1 Co 13, 4); «goza con la verdad» (1 Co 13, 6). «Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Co 13, 7).
Este es un programa precioso de vida, que os animo a asumir desde hoy, queridos Viky y Francis; así como también os animo a todos los presentes.

7. El verdadero amor «no pasa nunca» (1 Co 13, 8). Si el amor terminara o pasara es que en realidad no existió. Cuando dos personas dicen que terminó su amor, es porque no existió nunca; hubo, tal vez, un encanto, un deseo, un gusto; pero no hubo amor.
De las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor, «la más grande es el amor» (1 Co 13, 13).
Es nuestro deseo y nuestra oración, que viváis siempre esta hermosa realidad del amor humano, como esposos cristianos, testigos del amor de Cristo a su Iglesia.
La Iglesia celebra hoy la fiesta de san Benito de Nursia, padre del monaquismo occidental y co-patrono de Europa. Sois un matrimonio europeo; deseamos que vuestro matrimonio sea un hogar de acogida, de comunión, de ayuda mutua, de amor entrañable, de fraternidad, que haga realidad lo que deseamos para Europa. Rogamos a san Benito que interceda por nosotros, en esta su fiesta.
Y pedimos a Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, que os acompañe siempre y os ayude en este camino nuevo, que hoy comenzáis. Amén.

 

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