NoticiaJornada Mundial de Juventud Alas de libertad Publicado: 22/08/2011: 822 Las primeras palabras de Benedicto XVI en la Plaza Cibeles de Madrid han sido una invitación a que los jóvenes sean libres, creativos y generadores de solidaridad. Unos jóvenes que sean capaces de decidir su propio destino. Un mensaje de profunda actualidad. ¿Qué prefieres ser uno más del montón?, ¿qué piensen y decidan por ti? Invita a los jóvenes a que no se dejen manipular por mensajes fáciles, vacíos, inocuos. Mensajes demagógicos que duran lo que el invierno. Mensajes que se deshacen como dos hielos en un ron. Es más fácil ser uno más del montón. Es más gratificante ser uno mismo. El mensaje de Benedicto XVI en la plaza Cibeles invita a cada joven a ser único, valiente, decidido, alegre, aventurero, creativo, generador de solidaridad y justicia. Y todo ello en un ambiente festivo. Miles y miles, con sus banderas, cánticos, bailes. Sin aditivos, sin conservantes ni colorantes. Cien por cien natural, una alegría ecológica y limpia. Sin necesidad de otras sustancias aditivas. Jóvenes que vienen de los cinco continentes, de culturas distintas, de ideologías e intereses opuestos. Pero, unidos en una misma esperanza. Sin violencia ni imposiciones. Están por quieren estar, han venido porque han querido. Muchos jóvenes provienen de países empobrecidos que se han pagado el viaje, que han dejado atrás sufrimientos, que han ahorrado durante años. Jóvenes que a su alrededor no sólo hay una crisis económica o de valores. Jóvenes de Switherland, de Somalia, del Chad que sobreviven. Luchan contra el hambre, la guerra, la injusticia. Jóvenes que han visto el horror de los niños soldados, de las matanzas, de la hambruna. Y, sin embargo, han optado por la paz y la reconciliación. ¿Qué les mueve? Simplemente, la fe en Cristo. En este ambiente se ha vivido la JMJ de Madrid. En este ambiente, Benedicto XVI ha dicho: “Nosotros sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle. Por Cristo lo podemos conseguir verdaderamente y, arraigados en Él, damos alas a nuestra libertad. ¿No es este el gran motivo de nuestra alegría? ¿No es este un suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida, capaz de humanizar a todo hombre? Juan José Loza, sacerdote diocesano Autor: diocesismalaga.es