Todo comenzó con la idea de recuperar una bonita tradición: celebrar en la Facultad de Medicina una Misa en honor a nuestro patrón, San Lucas. Fue ya al final del pasado curso 2012/2013 cuando el grupo de jóvenes estudiantes de la Pastoral Universitaria de Medicina decidimos que el siguiente mes de octubre convocaríamos a profesores, alumnos y amigos a dar este testimonio de fe y alegría en una fecha para nosotros tan importante. Y, en cuanto comenzó este nuevo curso académico, nos pusimos a trabajar en ello.

Aunque toda la Iglesia celebra a San Lucas, "el médico querido" (como le llamaba el propio San Pablo), el 18 de octubre, adelantamos la celebración al 17, por ser el día de la fiesta no lectivo en nuestra Facultad. Unas semanas antes, iniciamos los trámites pertinentes para poder celebrar la Eucaristía. Desde la Facultad de Medicina en todo momento se nos dieron facilidades y se nos prestó el Aula Magna para que el día 17, a las 12:00 horas del mediodía, pudiera tener lugar el evento. Llamamos a su vez a Salvador Gil, sacerdote y delegado de Juventud de la diócesis, para que presidiera la celebración eucarística. Por su parte también obtuvimos una respuesta afirmativa y disposición a colaborar en lo que hiciera falta.

Con mucha ilusión, preparamos los cantos y las ofrendas. Unos días antes estuvimos por la tarde ensayando en la propia Facultad, para que todo saliera lo mejor posible y no hubiera confusiones de última hora. Y de esta manera, llegó el día esperado por todos. Con una más que aceptable asistencia de público (teniendo en cuenta además que era un día laborable y lectivo en toda la Universidad), iniciamos la celebración con una breve monición de entrada en la que recordamos la figura de Lucas y su Evangelio. Tras la primera lectura, el salmo y la proclamación del Evangelio, Salvador Gil nos deleitó con una maravillosa homilía donde nos habló del compromiso cristiano en la Universidad, de la importancia de nuestro testimonio, y del Lucas médico e intelectual que se suma a la causa de Cristo. En las peticiones nos acordamos de todos los que sufren, especialmente los más olvidados como los que padecen enfermedades raras o mueren en guerras de las que nadie se acuerda; y en las ofrendas presentamos al Señor, además del pan y el vino, nuestra bata y nuestro fonendo como símbolo de nuestro compromiso en la lucha por llevar el don de la salud a todas las personas.

Acabamos pues la Eucaristía reconfortados y confiados en que el Señor nos seguirá guiando en nuestro trabajo en la Universidad, que debe ser una oportunidad para vivir y presentar a todos la alegría de la Buena Noticia que nos trae el cristianismo. Los allí presentes hablaban de lo visto aquella mañana como una auténtica "bendición del Señor". Por supuesto, somos perfectamente conscientes de dónde estamos, quiénes somos y cuáles son nuestras limitaciones. En Pastoral Universitaria todavía somos un grupo pequeño, quizá insignificante si nos comparamos con otras realidades eclesiales que nutren de vocaciones y de vitalidad nuestra Iglesia. Somos una gota en el océano, sí. Pero como decía la Madre Teresa de Calcuta, "el océano sería menos si le faltara esa gota".

 Jesús Herrera Imbroda

Coordinador de Alumnos Pastoral Universitaria de Medicina