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«Un papa libre y coherente», por José Sánchez Luque

Publicado: 13/02/2013: 3044

La renuncia voluntaria de Ratzinger supone un gesto de humildad y de libertad que desgraciadamente han brillado por su ausencia en la Iglesia.

La noticia ha caído como un tsunami sobre la Iglesia y sobre el mundo. Nadie la esperaba. Pero ahí está: Ratzinger dejará de ser papa el próximo 28 de febrero. A lo largo de la historia solo otro papa, el ermitaño Pedro Morón, que se hizo llamar Celestino V, renunció a los cinco meses de ser elegido. Las costumbres y el boato de la corte pontificia chocaron con su sencillez.. Otros cuantos papas han sido depuestos o desterrados.

La renuncia voluntaria de Ratzinger supone un gesto de humildad y de libertad. Si la humildad es andar en la verdad, como decía Teresa de Jesús, ya las primeras palabras que Ratzinger pronunció desde el balcón de la basílica vaticana en el momento que fue proclamado papa fueron un signo de humildad y de coherencia: “Los señores cardenales me han nombrado como sucesor de san Pedro”. No se siente elegido por la divinidad, un iluminado, sino un humilde servidor de la comunidad eclesial.

Su renuncia la hace por razones personales: “He llegado a la certeza de que por la avanzada edad ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio”. Otro gesto de humildad: el reconocer que somos finitos, limitados y que siempre hemos de estar dispuestos a que otra persona ocupe nuestro puesto. En la Iglesia algunos eclesiásticos se sienten imprescindibles y necesarios casi tanto como el mismo Dios. Desgraciadamente el ansia de poder nos puede esclavizar y hacernos creer que el mundo se va a hundir el día que nosotros lo dejemos.


Como se ha hecho eco la prensa mundial, el pontificado de Benedicto XVI ha sido breve pero intenso. Los problemas que ha tenido que solventar han sido de máxima envergadura y gravedad. Pero los ha afrontado con valentía y decisión. Sus tres cartas encíclicas son una verdadera joya de coherencia y profundidad teológicas. Esperamos que su sucesor abra de nuevo las ventanas de la Iglesia, como lo hiciera Juan XXIII, a la fuerza del Espíritu. Muchos deseamos que el nuevo Papa no sea europeo sino de las iglesias americanas, africanas o asiáticas que son las que están demostrando una mayor vitalidad, creatividad y apertura en los últimos treinta años.

Hay que reconocerlo con sinceridad: nuestra mayor tentación, nuestro mayor peligro puede ser la de espiritualizar el evangelio. De esta manera traicionamos el ser más íntimo de la Iglesia. Como tantas veces nos ha recordado Benedicto XVI, necesitamos cristianos apasionados por Dios. Pero hemos de reconocer que nuestra pasión por Dios hemos de vivirla en la compasión por la victimas. Aquí está la esencia de la Iglesia que Jesús quiere.

La vida cristiana, afirma el Papa actual, consiste en buscar a Dios. El camino para acercarse al Dios vivo, nos dice el papa Ratzinger, es el misterio del ser humano. Y sobre todo el ser humano que sufre. El pobre cuestiona mi propia identidad de manera radical y amenazante. “Si uno dice: Yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no amas a su hermano a quien ves, no puedes amar a Dios a quien no ves” (l Jn 4,20).

Otro teólogo alemán Johann Baptist Metz ha definido la mística cristiana como una “mística de ojos abiertos”. La experiencia cristiana de Dios es un despertar de nuestros sueños a este mundo real, creado y amado por Dios, pero desfigurado y destrozado por una desigualdad escandalosa: millones de personas sufren hambre, se encuentran amenazadas por la violencia y mueren una muerte prematura. La parábola del buen samaritano, la que tantas veces nos ha comentado el Papa que se nos va, nos dice que un hombre cayó en manos de ladrones. Pero hoy no es una persona, sino una parte inmensa de la humanidad la que ha caído en manos de los explotadores, de las bolsas, de los traficantes de armas, de los gobiernos corruptos, de los desahucios y de los que simplemente se mueven por la codicia. ¡Necesitamos un Papa que pelee al estilo de Jesús!
 

Autor: José Sánchez Luque, consiliario de base de la HOAC

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