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«No tengáis miedo»

Publicado: 08/10/2012: 2015

¿Por qué seguimos teniendo miedo? Cuando uno tiene miedo le asusta lo que ve, lo que oye y, sobre todo sus propios pensamientos. El miedo nos paraliza e inutiliza. El que tiene miedo no confía en nadie, pierde el rumbo de la vida.

A veces me pregunto por qué siendo la vocación sacerdotal algo tan grande son tan pocos los que responden a la insistente llamada del Señor. Ser elegidos por Dios para continuar la obra de Cristo de resucitar a tantas personas hundidas por los golpes de la vida, a liberarlas de tantos infiernos de existencia y abrirles caminos de cielo. Sentir que Cristo obedece con presteza y se hace presente en la Eucaristía o regalando el don del perdón de los pecados por la sencilla palabra del sacerdote. Amigos de Dios con experiencia de ser escuchados en la oración…Y tantas y tantas maravillas.

UNA LLAMADA

Estoy convencido que muchos no siguen la llamada por miedo. Con razón el Papa Benedicto XVI en el mensaje para la JMJ 2012 se dirigía a los jóvenes con estas palabras: “No tengáis miedo de la llamada de Cristo a la vida religiosa, monástica, misionera o al sacerdocio”. Y "No tengáis miedo" fueron las primeras palabras que Juan Pablo II lanzó al mundo entero desde la Plaza de San Pedro, cuando inauguró su pontificado y le acompañó en su ministerio hasta su muerte. Podemos tener miedo a nosotros mismos, pensando que no vamos a ser capaces, encerrándonos y asustándonos de nuestros propios fantasmas, huyendo, sin afrontar las dificultades que se presenten. Miedo al “qué dirán”, a pensar que no valgo porque tengo mis defectos, a que basta con ser buen cristiano. Todo esto suena a excusas llenas de cobardía. El miedo puede ser también ante el mundo, la sociedad que nos domina. Es cierto que los poderes del mal son fuertes y pueden desalentarnos.

Pero también son un estímulo para confiar en Dios que nos llama y que, como al profeta Jeremías, nos dice: “No les tengas miedo… Ellos lucharán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo para librarte” (Jer 1, 17.19). En otros, me pregunto, si no será miedo a Dios. Como leí recientemente nosotros somos como una pequeña vela en medio del mar. La vocación es el soplo del Espíritu que hincha nuestra pequeña vela. Dios actúa cuando quiere y como quiere. No sabemos por qué, no sabemos cómo. Dios es como un mar infinito surcado por innumerables velas. Hay cristianos que las arrían cuando se levanta el soplo divino; tienen miedo a Dios. Algunos, los que lo aman, se fían de él. No saben lo que les espera, pero confían. Se lanzan mar adentro. La vocación, en el fondo, no es cuestión de evidencia, es una cuestión de amor. ¡No tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo!

Esta expresión es, posiblemente, uno de los gritos más esperanzadores y revolucionarios del mundo contemporáneo, que se debate entre la angustia y los miedos hacia los monstruos que él mismo ha creado: la guerra, la cultura de la muerte, la pérdida de la dignidad humana...

Te animo a plantearte seriamente qué quiere Dios de ti, qué camino te ofrece. No lo dejes nunca, porque es el tuyo y en esta decisión te estás jugando el sentido de tu vida, el vivir centrado y feliz, el tener una existencia llena y llevar la alegría de Dios a tantos como lo esperan y lo necesitan.

¿CUÁLES SON TUS MIEDOS?

¿Cuáles son tus miedos? Míralos de cara, ponles nombre y desafíalos. ¿Por qué tú no? Afirma dentro de tu corazón las convicciones de S. Pablo: “Sé en quien he puesto mi confianza” (2 Tim 1, 12) y “De todo me siento capaz, pues Cristo me da la fuerza” (Flp 4,13) La vocación es un diálogo entre Dios y la persona. Dios se acerca y llama a quien quiere y cuando quiere, siempre para hacernos felices, nunca para “aguarnos” la fiesta de la vida. Pero necesita que cada uno de nosotros, desde la libertad, acojamos el don de Dios.

Si necesitas ayuda en tu discernimiento no dudes de acercarte por tu parroquia o por nuestro Seminario Diocesano y hablarnos de tus inquietudes y esperanzas. Para los niños y adolescentes el Seminario Menor es una excelente experiencia donde, junto con otros chicos, descubrirás por dónde puede llamarte el Señor. Para los jóvenes y adultos el Pre-Seminario te ayudará a encontrar criterios y pistas para discernir, alentar, estimular tu posible vocación. Para las chicas tenéis la oferta de la experiencia Sicar. Jesús resucitado, como hizo con sus discípulos asustados y desconcertados, encerrados en el Cenáculo, hoy también se acerca a tu vida y te dice ¡Ánimo, no tengas miedo!
 

Autor: Francisco González, rector del Seminario Diocesano

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