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El "profeta de la hospitalidad" cumple 25 años en los altares

Benito Menni
Publicado: 18/11/2024: 1936

Reflexión

Danilo Luis Farneda Calgaro, coordinador de Pastoral AER en el Complejo Asistencial de Hospitalarias Málaga reflexiona sobre la identidad y misión de la congregación con motivo del 25 aniversario de la canonización de su fundador, san Benito Menni.

El 21 de noviembre de 1999, san Juan Pablo II canonizó a Benito Menni, afirmando que “con sus palabras y sus obras ha sido heraldo del Evangelio de la misericordia y profeta de la hospitalidad”.

Al conmemorar el 25 aniversario de su canonización nos preguntamos, ¿tiene sentido para la Hospitalidad, para la Iglesia y para la sociedad, recordar y celebrar esta efeméride?

Para responder a esta pregunta propongo una breve reflexión sobre el sentido teológico-pastoral del hecho. 

Los santos han sido siempre presentados a la comunidad cristiana y a la sociedad, como modelos en el seguimiento de Jesús de Nazaret.

Cada santo, cada santa, actualiza y hace cercano, un perfil del rostro del Nazareno. En el caso de san Benito Menni, a Jesús Buen Samaritano, comprometido con las personas afectadas por diversas enfermedades, con especial compromiso por aquellas inmersas en el mundo del sufrimiento psíquico.

Evidentemente nadie nace santo. La opción por imitar a Jesús implica un camino marcado ante todo por la opción creyente de seguir a Jesús de Nazaret y también por circunstancias del contexto vital y las sensibilidades personales. 

Lo común en todos los santos y santas es haber experimentado en sus vidas el amor de Dios y haber optado por transparentarlo en la entrega al prójimo, especialmente desde el servicio a los más necesitados. 

Si nos acercamos a sus biografías, constatamos que han vivido la aventura de seguir a Jesús asumiendo riesgos. Las preguntas sin respuestas claras, los aciertos y también los errores estuvieron presentes en sus vidas. En ocasiones sus opciones fueron fuente de conflictos. De ahí que, frecuentemente, sufrieran la incomprensión y hasta la persecución.

La Iglesia, al canonizar a una persona, en este caso a Benito Menni Figini, no nos presenta un modelo de perfección sin tacha alguna, sino a una persona que, con sus limitaciones,  optó por seguir a Jesús,  dejó que su Espíritu le inspirara, siendo testigo e instrumento de su presencia, retomando el camino cada vez que se sentía alejado.

Fueron profetas de vida en clave de evantgelio desde su realidad, en su tiempo y cultura. Es decir, desde su humana y limitada condición. No podemos pensar en los santos y santas como personas inalcanzables. 

Anduvieron el camino de la esperanza y de la fe, en medio de no pocas oscuridades. Conocieron el vacío, la frustración y la pequeñez. Si se santificaron fue porque con su amor superaron esas limitaciones, confiados “en Aquel que nos conforta”. (Fil 4, 13) 

Por esta razón, tanto en san Benito, como en todos los santos y santas, admiramos y damos gracias por la acción de Dios en sus vidas. Porque, como lo proclamó María de Nazaret, Dios hizo grandes maravillas en ellos. 

Pueden repetir con San Pablo: “Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo” (1Cor. 11,1) Crearon y siguen creando modelos de vida más próximos y concretos, en diversas culturas y tiempos. 

San Benito Menni Figini es para la Iglesia universal, modelo carismático de una hospitalidad mariana y samaritana. 

Celebrar el XXV Aniversario de su canonización no debe ser, por tanto, un hecho intrascendente, una celebración más o menos brillante, o una oportunidad de visibilidad institucional con fines de promoción o de vanagloria sin mayores consecuencias.

El Papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate nos recuerda que el llamado a la santidad es para todos los que optan por seguir a Jesús. Opción que todos podemos hacer asumiendo  nuestras limitaciones, nuestras dudas y traiciones.

Afirma el Papa: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad” (GE, 7)

En esta efeméride de la canonización de san Benito Menni Figini queremos hacer presente su testimonio de vida como estímulo y motivación para asumir nuestro propio camino de santidad, de fidelidad creativa al carisma mariano y hospitalario que nos ha legado. 

Afirma el Papa: “ Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra.”

Dios, en san Benito Menni Figini , nos ha dejado un mensaje, una palabra. Nos ha dicho que debemos estar atentos a las personas que sufren, especialmente a aquellas afectadas por la enfermedad mental. Nos ha convocado a acojerlas de manera incondicional y a ponernos a su servicio como “buenos samaritanos” y con “amor de madres”. 

Nos ha invitado a ponernos en manos de Dios en las múltiples dificultades que podamos encontrar y nos ha recordado que en María, en Ntra. Sra. del Sagrado Corazón de Jesús, tenemos una compañera de camino que, como en Caná o sirviendo a su prima Isabel, permaneciendo firme al pie de nuestras cruces o alentando la esperanza junto a los discípulos,  nos acompaña siempre.

La pregunta que nos hacemos es QUÉ PALABRA, QUÉ MENSAJE QUIERE DIOS DECIR AL MUNDO HOY, POR MEDIO DE LA SANTIDAD DE BENITO MENNI FIGINI Y A TRAVÉS DE NUESTRAS VIDAS.

Muy probablemente no se trate de cambiar el hacer en el que nos empeñamos día a día, sino en llenarlo de sentido humanizaror, evangélico y Hospitalario. 

Tendremos errores, fallos, contradicciones, pero todo ello forma parte de nuestro camino de santidad, como sucedió con san Benito Menni Figini. 

Su  santidad no nos debe asustar ni hacernos pensar que para nosotros es algo inalcanzable. Todo lo contrario. El empeño por vivir con alegría la entrega Hospitalaria es nuestro camino. 

La llamada a la santidad no nos eleva sobre las realidades cotidianas. No nos enajena.  Nos impulsa a vivir confiados en Jesús y acompañados por María, su madre y madre nuestra. Nos sentimos llamados a abrazar con humildad nuestros errores, estando dispuestos a hacer realidad el sueño de Dios en nuestras vidas, como sucedió en la vida de nuestro Fundador. 

Benito Menni, en sus cartas, se refiere de manera casi constante a su pobreza, a sus limitaciones, y deposita toda su confianza en la gracia de Dios. Él era consciente que solamente a partir del don de Dios, libremente escogido y humildemente recibido, es posible hacer vida su Palabra. 

El último Capítulo General de la Congregación, celebrado en mayo de este mismo año, nos presenta el lema “Revestíos de entrañas de misericordia”.

La Congregación pone así en evidencia un aspecto central del carisma y del seguimiento a Jesús de Nazaret. Si somos capaces de vivir el don de la hospitalidad con “entrañas de misericordia”, seremos capaces de reconocer al mismo Jesús de Nazaret en los pobres y sufrientes. San Benito vivió profundamente esta experiencia y por eso les llamaba “vivas imágenes de Jesús”.

El Papa Francisco afirma que la misericordia es “el corazón palpitante del Evangelio”. (GE, 97) Sin duda la Hospitalidad nos ofrece un camino de santidad maravilloso. Estamos llamados a hacer palpitar el corazón del Evangelio allí donde nos encontremos.

Ese fue el camino recorrido por san Benito Menni Figini, ciertamente, pero también por nuestras Fundadoras, María Angustias y María Josefa, por generaciones de Hermanas Hospitalarias, laicos y laicas que, como nosotros, entregaron lo mejor de sí en el servicio a las personas atendidas en nuestros centros.

Que al celebrar el XXV Aniversario de la canonización de nuestro querido Fundador, sepamos redescubrir la riqueza del carisma  e integrarlo en nuestras vidas. Su legado fundamenta el proyecto Hospitalario y se hace vida a partir del compromiso asistencial/educativo y evangelizador de toda la comunidad.    

Alguien se preguntará si esta convocatoria es sólo para los bautizados creyentes, para los católicos.  La respuesta es ¡NO! La santidad de Benito Menni Figini es una llamada para toda persona que, sintiéndose identificada con los valores carismáticos, al menos en su proyección humanizadora, los asuma desde su propia espiritualidad y credo. 

Demos gracias por la vida y obra de san Benito Menni Figini, profundicemos en su experiencia como seguidor de Jesús, Buen Samaritano. Actualicemos, en fidelidad creativa, sus opciones en nuestras circunstancias personales y comunitarias, confiados en que es Dios quien actúa en nosotros y Nuestra Madre siempre nos acompaña.

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