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Semblanza de D. Antonio Muñoz Rivero

Antonio Muñoz
Publicado: 07/09/2023: 3661

Misionero

El delegado diocesano para el Clero, Francisco González, leyó la siguiente semblanza en la Misa exequial por el sacerdote D. Antonio Muñoz, fallecido a la edad de 97 años.

D. Antonio Muñoz Rivero nació el 1 de marzo de 1926 en el bello pueblo de Riogordo (Málaga), hijo de D. Francisco Muñoz González y D.ª Águeda Rivero Bernal, que formaron una hermosa familia bendecida con ocho hijos.

Su padre tenía una panadería, la primera que existió en su pueblo, atendida con la ayuda de su madre, que sacaba tiempo sin descuidar atender la casa y a sus hijos. Eran humildes trabajadores que comenzaban la jornada a las 5 de la madrugada y terminaban el día a las 12 de la noche. 

Sus recuerdos de la infancia son felices. Va a la escuela de su localidad. Le gusta el fútbol y jugará en el equipo local de su pueblo. Siente un cariño especial por la Semana Santa de Riogordo, que expresaba es de lo mejor que existe.

No obstante, sufrirá muchos miedos durante la Guerra Civil, pues intentaron fusilarlo a él y a un hermano, además de detener a su padre. Gracias a Dios todo se pudo resolver satisfactoriamente.

Su amor a su familia ha sido grande, por ello la muerte de sus padres, ambos de cáncer, fueron especialmente dolorosas para él. 

A los 14 años decide ingresar en el Seminario de Málaga. Años complicados de la postguerra, pero que vive gozosamente. Le gusta el teatro, verlo y practicarlo, especialmente las obras de Cervantes, participando del grupo de teatro que allí existía. 

Finalmente va a recibir la ordenación sacerdotal el 1 de julio de 1951, a la edad de 25 años.

Comienza su extenso ministerio en los diferentes encargos pastorales que recibe y a los que se entrega con ilusión y entusiasmo: vicario parroquial de Álora y encargado de Carratraca, ecónomo de Cuevas Bajas, vicario parroquial de los Santos Mártires de Málaga, vicario parroquial de Ubrique, El Bosque y Benamahoma, ecónomo de Campanillas, capellán del hospital y cementerio de Antequera, encargado de la Joya, ecónomo de Benamocarra y encargado de Iznate, vicario parroquial de San Sebastián, capellán de las MM. Dominicas y del cementerio en Antequera.

Siente la llamada a la misión, algo que se vive de manera muy intensa en aquellos años en nuestra diócesis y marcha a Venezuela en octubre de 1968. Permanecerá hasta 1984, volviendo cuatro años después, hasta completar un total de 30 años en la misión. Según él nos refería, bautizó en aquellas tierras venezolanas a unas 30.000 personas y, en alguna celebración, hasta 100 personas el mismo día. Venezuela será su gran pasión, la misión y las parroquias.

Baste una muestra lo que narra D. José García Rosado de la visita del entonces obispo de Málaga, Monseñor Ángel Suquía a la parroquia de D. Antonio Muñoz, en los comienzos del año 1972:

«Por la tarde don Ángel marcha a Ospino, pueblo y parroquia de Antonio Muñoz Rivero, quien lleva seis meses en Venezuela. D. José García Rosado escribe:

Por el camino hay que parar en Morador para saludar a un gran grupo de personas que han salido a recibir al Obispo. Ospino está de fiesta porque llega el Obispo de Málaga. Pancartas, cohetes, repique de campanas y mucha gente le dan la bienvenida. No faltan las autoridades que le manifiestan su agradecimiento y le acompañan en su visita a los lugares más importantes de la feligresía. Don Antonio Muñoz está trabajando mucho. Su feligresía abarca una extensión de 1.862 kilómetros cuadrados y tiene 20.000 feligreses distribuidos en dos pueblos y veinte caseríos. Está muy contento y con buen ánimo para seguir trabajando. En su preciosa iglesia colonial tuvo lugar la Misa concelebrada. Participa mucha gente. El señor Obispo da muestras de cansancio. Ha sido muy larga la jornada y de trabajo ininterrumpido. Bien avanzada la noche regresa a Guanare, muy satisfecho por la buena acogida de la gente de Ospino y, sobre todo, por lo contento que está don Antonio y por lo querido que es de sus feligreses».

Al volver a Málaga después de su primera estancia americana, en el año 1984, es nombrado párroco de Benagalbón, encargado de Moclinejo y capellán del Colegio Virgen Milagrosa, siendo después párroco de San Álvaro en el Puerto de la Torre. Su último destino, tras regresar definitivamente a nuestra diócesis será adscrito a la parroquia Virgen del Carmen y Santa Fe de Los Boliches, Fuengirola

Un momento especial va a ser cuando, tras volver de Venezuela, fue al Vaticano para ser nombrado monseñor por el papa Juan Pablo II. Un reconocimiento a una vida entregada a la misión apostólica.

Lo años pasan y las fuerzas se van apagando. El 21 de septiembre de 2016 ingresa en la residencia El Buen Samaritano, donde va a pasar sus últimos siete años de vida, rodeado del cariño y el cuidado del personal de la residencia y de los compañeros residentes, sacerdotes y laicos.

En la madrugada de ayer, 2 de septiembre, entregaba su alma al Señor en la residencia, con la confianza puesta en su infinita misericordia y en la cercanía de la Virgen María. Descanse en paz.

Riogordo, 3 septiembre 2023

Rvdo. Francisco González Gómez

Delegado diocesano para el clero

 

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