NoticiaEcología «Lo mejor que podemos hacer es visitar estos pueblos, para que se sientan queridos y acogidos» Panorámica del Valle del Genal tras el incendio // G. MORALES Publicado: 20/09/2021: 9672 Mientras celebramos el Tiempo de la Creación, que concluirá el próximo 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, patrón de la ecología, hemos sufrido con uno de los incendios más violentos vividos en la provincia, que arrasó 10.000 hectáreas en Sierra Bermeja y el Valle del Genal. Son muchas las oraciones que se elevaron, por toda la diócesis, y los agradecimientos a tantas personas que se implicaron en su extinción. Hasta la lluvia se hizo presente. Unas semanas después, ¿ha dejado de ser noticia el Valle del Genal? «Algún día el color verde volverá a resplandecer en ese valle» EL ESPEJO 17/09/2021. Reportaje tras el incendio en Sierra Bermeja Gerardo Rosales es el párroco de Alpandeire, Júzcar y Faraján. Ha vivido y sufrido con cada uno de los vecinos este tiempo de angustia, pero de también de «solidaridad hasta el extremo». «Son pueblos muy solidarios en los que cuidan unos de otros, es más, no hay ninguna familia con necesidades porque siempre se están ayudando. Con el incendio podríamos decir que se ha visto aún con más claridad la solidaridad que ya se vivía en el día a día», explica Gerardo y añade que ahora, «lo mejor que podemos hacer es visitar esos pueblos para que se sientan queridos y acogidos, y para que renazca el turismo que tenían, pues sigue habiendo un paisaje precioso. Es una forma de ayudar a que estos pueblos vayan saliendo adelante y que sientan que no se les olvida. Pues ya no son noticia, pero ellos siguen luchando todos los días». Inmaculada Núñez fue maestra el curso pasado en varios colegios de estos pueblos. «No sé cómo describiros lo vivido estos días», afirmaba, «el Valle del Genal, el cual tuve la gran suerte de descubrir en profundidad y transitar casi a diario el curso pasado, se convirtió para mí en un entorno incomparable y singular, en uno de los paraísos de la Serranía de Ronda. Ahora, pasados apenas unos días, tengo la certeza de que en el Valle del Genal hay muchísima gente dispuesta a cambiar el color negro que lo rodea por el verde y todos unidos, con muchísimas imaginación y con muchos más recursos de los que se podían imaginar, gracias a la solidaridad de todos, han llegado hasta allí. Algún día el color verde volverá a resplandecer en ese valle. Aún así, me gustaría pedir que sigamos rezando por estos pueblos, por su futuro ahora mismo incierto». Son muchas las iniciativas que ya se están poniendo en marcha en diversos puntos de la diócesis. La Hermandad del Sepulcro, en Málaga, ha hecho pública una decisión que tomó cuando aún no se había extinguido el incendio: «reservar una partida de su bolsa de caridad para colaborar en las labores de reforestación cuando llegue el momento. De esta forma, queremos actuar en dos sentidos: por un lado, adquiriendo plantones de árboles y arbustos autóctonos, y también con el ofrecimiento de acudir en persona, con un equipo de hermanos, a participar directamente en la replantación. La iniciativa ha tenido muy buena acogida y son muchos los hermanos que en estos días se han puesto en contacto con la directiva de la Hermandad para participar en el proyecto que, por supuesto, será articulado a través de las entidades y asociaciones especializadas en temas de reforestación», explica Nacho Morán, teniente de hermano mayor del Sepulcro de Málaga. Por su parte, Antonio del Río, seminarista diocesano cuyos abuelos y padres son naturales de Pujerra, nos invita a «actuar con fraternidad generosa, apoyando y participando en lo que se organice y aportando, sobre todo, esperanza en la pronta recuperación de esta parte de nuestra casa». «Pujerra es el pueblo de mi padres y mis abuelos por tanto, ahí se ecuentran todas mis raíces. Ahí he vivido muchos momentos muy bonitos, con toda mi familia, por sus cuestas y plazoletas y, sobre todo, entre sus castañas, que justo por estas fechas es cuando todo se prepara para la temporada de la castaña. Es un lugar para mí muy especial, casi desconocido por muchos: la montaña, el bosque, y un pueblo que es una familia. Hasta mi nombre lo llevo por el que es su patrón, san Antonio de Padua. El incendio que ha afectado a la zona lo he vivido con mucho sufrimiento y rabia. Soy una persona a la que le encanta el campo y me duele ver todo lo que se pierde en un momento y, más aún, cuando cuesta la vida de una persona y había tantas otras en riesgo. Lo peor, sin duda, fue cuando el fuego tomó la dirección hacia los pueblos y tuvieron que ser evacuados, con la incertidumbre de no saber hasta dónde iba a alcanzar. Por otro lado, estoy orgulloso del trabajo que han hecho los profesionales que han evitado que todo fuera a más; y también doy gracias a Dios porque la lluvia ayudó también a terminar con el fuego. Yo creo, sin duda, que esta tragedia nos llama a no ser indiferentes. Nos está diciendo que está pasando algo, que hay un problema y se manifiesta de esa manera: la dejadez del medio rural. Creo que, de fondo, motivada por una visión muy materialista de las cosas, por la tentación de la rentabilidad económica. Cuando nos dejamos llevar por estas tentaciones caemos en lo que el Papa Francisco llama la "cultura del descarte". Yo creo que estos pueblos del Genal están sufriendo esto. Hay como una pereza en invertir allí y se va dejando... son descartados de las inversiones. Pienso que es necesaria una conciencia cristiana del mundo como la casa de todos que Dios creó para nosotros y nos mandó cuidar. Es nuestra responsabilidad lo que hacemos con ella y, como todos somos hijos de Dios, todas las personas somos importantes, los que viven en los pueblos también. Por eso, hay que actuar con fraternidad generosa, apoyando y participando en las cosas que se organicen y aportando, sobre todo, esperanza en la pronta recuperación de esta parte de nuestra casa«.