Mi estimado Mons. Jesús Catalá:

Un saludo fraterno en este caso de condolencia para usted y toda la querida Diócesis de Málaga.

La inesperada muerte del querido Manolo me llena de dolor. Le conocí desde los lejanos años de Málaga cuando yo fui párroco de Cristo Rey allá por 1980 pero ha sido aquí en Venezuela donde más de cerca hemos tenido comunicación.

La última vez que le vi de cerca fue cuando se fue para España con Antonio. A su regreso hace unos meses intenté verle pero no fue posible. Saludó cuando llegó a su querida Caicara por teléfono hablando de su regreso y recordando personas y acontecimientos de Málaga.

Como siempre tenía el corazón sembrado entre Caicara y Málaga. A lo largo de estos veinte y pico años hemos hablado muchas veces para saludarnos y para los recuerdos.

Querido Sr. Obispo y queridos sacerdotes de Málaga, Manolo nos ha dejado. Hace sólo unos días que había hablado con él. Luego de una ordenación sacerdotal en Caicara y las fiestas patronales de la parroquia.

Tengo aún el acento malagueño de sus palabras y de sus tareas pastorales. La alegría que le había supuesto la ordenacion de un sacerdote y un diácono para ayudarle en su inmensa parcela de Caicara.

Nos ha dejado Manolo. Nos ha dejado con la herida de su partida hacia esa vida que él sembraba a manos llenas cada día. El Señor le dé su premio de siembra durante 26 años por estas "tierras de gracia".

Querido hermano y amigo Don Jesús, queridos hermanos y amigos sacerdotes de mi querida Málaga ¿Se habrá roto la ayuda de Málaga para Caicara para siempre? La Iglesia es misionera y la misión no tiene fronteras. Tampoco tiene miedos humanos ni egoísmos. Mis saludos de condolencia para todos. Que Manolo desde el cielo nos ayude a todos.

Mientras hoy le encomendamos a Él al Señor de la misericordia.

Mi recuerdo y mi abrazo para todos vosotros. Siempre unidos en la oración y en la comunión. Mons. Jesús me gustaría que mis palabras de condolencia fueran publicadas en el semanario que tiene la Diócesis.

Gracias, Jesús. Vuestro en Cristo.

Mons. Ramiro Díaz, OMI