Noticia Diario de una adicta (y LVIII). A manera de corolario Publicado: 20/07/2017: 4235 En diferentes libretas estoy escribiendo resúmenes, consignas, frases y propósitos para aumentar la grabación en mi cabeza de las pautas mentales y de conducta en las que tengo que esforzarme para no dejar de crecer. Deseo cada vez con más fuerzas, llegar a gobernar mis emociones, que son las que me pueden garantizar el control de mi vida y allanar el camino de mi realización. Sé que estoy sujeta a influencias externas, internas y genéticas, pero he aprendido a cambiar el “no puedo” por el “no quiero”, y así asumir el riesgo del fracaso. En este viaje mental, se me ha hecho evidente que nuestro mundo emocional, su calidad depende en gran medida, no de lo que nos sucede, sino el cómo lo vemos e interpretamos, y claro que esto es consecuencia muy directa de los valores o motivaciones de nuestra conducta. Ahora que tengo diseñado mi proyecto he descubierto que las dificultades y obstáculos son oportunidades que se me presentan para al superarlas, conseguir afianzar los objetivos marcados. El hacerme protagonista de mi vida empieza a ofrecerme inefables experiencias de libertad, seguridad y alegría. “Tienes un cerebro, ¡úsalo!”, es la frase que más me ha impactado en las sesiones de trabajo. EPÍLOGO ... SIN FINAL Al repasar lo que he escrito he encontrado las pautas que han fundamentado lo que ahora siento y pienso, y que me hace vivir de una forma determinada. La droga fue durante una etapa importante de mi vida, la gran amiga, a veces la única; me proporcionaba descanso y paz, pero sobre todo hipotecaba durante algún tiempo mi soledad que era la que atiborraba de recuerdos tristes mi intimidad. Después pasó a ser mi gran enemiga; la que aumentaba y desarrollaba mis problemas, creaba otros nuevos y hacía resucitar los antiguos y olvidados. Actualmente, la relación con ella se ha modificado totalmente, pues ya no me hace falta para nada, y de su ignorancia he saltado a la indiferencia. En los cambios de amor a odio, y posteriormente a indiferencia, tengo que resaltar que las circunstancias exteriores han sido un excelente escenario para llegar hasta mi situación actual. Pero ha sido especialmente mi actitud mental provocada simplemente por la valoración y reconocimiento de mi persona por parte de mi familia y de los profesionales que me han ayudado, lo que ha realizado el milagro: han introducido el “factor afectividad” en mi corazón, y con este motor he renacido de nuevo. Ha sido de gran importancia el trabajo sobre el contenido de mi conciencia que lo he realizado desde una situación emocional objetiva y serena. Fueron, precisamente las privaciones afectivas las que me hicieron descender a lo más negro de mi ser. Es una parte de mi vida y necesito reconciliarme con ella y aprender a perdonarme. Ahora me siento preparada para enfrentarme a todos los recuerdos. De una manera muy esquemática, puedo decir que el aporte de ternura que he recibido, hubiera bastado para mi cambio; mi hambre de amor empieza a estar saciado... aunque siempre quiero más. Sé que la gran batalla la tenemos que hacer en la mente, que es donde la droga nos venció y donde debe ser derrota. No tengo duda de que llegaré hasta el final sobrada de fuerzas, incluso para mirar hacia atrás y tender mi mano a otras muchas personas. No existe en mi mente la posibilidad de retroceder, y es que lo que estoy haciendo es mi única alternativa, o más exactamente, la verdadera opción de mi vida. El médico, después de dos años sin consumir, me ha dado el alta terapéutica y me aconseja no bajar la guardia, aunque yo estoy íntima y profundamente segura: sencillamente no tiene espacio en mi mente. Empiezo otra etapa y quiero darle el giro definitivo a mi vida. Lo aprendido me reconforta y tengo materia para ir trabajando por mi cuenta sin necesidad de nadie. Salgo a la calle pisando fuerte y no tengo el menor temor en encontrarme a cualquier persona. Mi venganza con los que me han maltratado y dañado es la mejor: el perdón, que me libera de toda inquietud. He encontrado trabajo a tiempo parcial en una inmobiliaria y me he matriculado de psicología que pienso acabar en el menor tiempo posible. Saber para qué vivo y hacia dónde me tengo que dirigir, representa mi mayor tesoro, y a pesar que no veo ninguna sombra en el horizonte, continúo, de manera persistente, pidiendo auxilio a la esperanza.