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Lectio Divina con el evangelio del Domingo I de Cuaresma

No es MI fuerza, ni MI poder, ni MI tener, sino hacer tu voluntad. Retirarne. Quitar los "MI". Ayunar · Autor: FANO
Publicado: 12/02/2016: 4077

Emilio López Navas, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga y párroco de Arroyo de la Miel, ofrece esta Lectio Divina con el Evangelio del Domingo I de Cuaresma.

Lectura (Lectio)
La Cuaresma empezó el Miércoles de Ceniza, y, como siempre, el primer domingo leemos el relato de las tentaciones de Jesús. El escenario del desierto se convierte en lugar teológico y, al mismo tiempo, necesario para que se den las tentaciones. Es fundamental que leas con mucho detenimiento el fragmento, porque el Señor quiere seguir sorprendiéndote con su Palabra.

Meditación (Meditatio)
El Espíritu Santo empuja a Jesús al desierto. Sin duda, el Espíritu es fundamental en este texto, pues en la introducción aparece citado dos veces. Podríamos decir que Jesús va “bien equipado” al desierto, lugar de la tentación y la prueba. Los cuarenta días nos recuerdan, claramente, los cuarenta años del pueblo en el desierto. Tiempo de preparación, tiempo de prueba. Las tres tentaciones expuestas son un resumen, un epítome de todas las tentaciones, de toda tentación. La primera es una consecuencia lógica: después de un ayuno tan prolongado y sintiendo hambre (muestra de que Jesús es tan humano como nosotros), la superficialidad ataca. Jesús es tentado a quedarse en lo material. La respuesta nos indica la manera de salir de este círculo vicioso: no sólo de pan. Hay otras muchas cosas fundamentales en nuestra vida. La segunda tentación parte de una mentira: el mundo no es del demonio, pero el afán de poder puede ser muy sugestivo. Ante esto, la respuesta se basa en la unicidad de Dios: ni el diablo ni nada más merece ser adorado. La tercera es
la tentación del “éxito milagroso”: si Jesús se tira del alero del templo, asombrará a todos al ser recogido por los ángeles, y nadie dudará de su origen divino. Pero así se anularía la libertad y no se respondería al plan de Dios (de ahí la respuesta de Jesús). El Señor sale victorioso y puede comenzar su vida pública.

Oración (Oratio)
No nos dejes caer en la tentación. Esta frase, al final del Padrenuestro, ha de resonar con fuerza en tu oración. Pídele que te dé fuerzas, que te acompañe, que te ayude cada día a superar las tentaciones cotidianas, a saber reconocerlas. Agradécele también que sea nuestro ejemplo en esta lucha. 

Contemplación (Contemplatio)
Suspende ahora todo juicio. Contempla a Jesús en el desierto, míralo con los ojos del corazón y deja que cale en ti su fuerza, su determinación, su capacidad de poner todo en su sitio. Permítele al Espíritu Santo que te transforme, que te empuje, como al Señor, y siéntelo fortaleciendo tu vida.

Compromiso (Actio)
Cada vez que acabamos este proceso debemos “materializar” nuestra meditación y oración en un compromiso concreto. Según lo experimentado, proponte una acción que te ayude a hacer “vida” todo lo sentido… algo que demuestre que no vives sólo de pan.

Diócesis Málaga

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