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Semblanza de Matías Baño Sánchez-Mateos

Publicado: 08/01/2009: 2761

 

Esta mañana rezábamos en la oración de Laudes con las siguientes palabras del profeta Isaías:

Te he constituido alianza del pueblo... 
para decir a los cautivos: "Salid", 
a los que están en tinieblas: "Venid a la luz".

Nuestro hermano sacerdote, párroco en Ntra. Sra. de la Paz, aquí en Málaga, Don Matías Baño Sánchez-Mateos, ha salido de sí hacia el Padre Dios definitivamente, y ha entrado en la luz del Señor.

Agradecemos en esta Eucaristía a Dios su vida sacerdotal, ayudando a tanta gente a venir a la luz del Señor, y pedimos en oración intensa que sea recibido en la gloria de los santos.

Y en la luz del Señor se habrá encontrado con muchos rostros conocidos, amigos y familia. Quizás ha podido compartir ya momentos de alabanza a Dios con su sobrino Julio, cariñosamente recordado y querido por muchos de los aquí presentes, y que fue también al Padre del Cielo en noviembre pasado.

Matías nació hace 81 años en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), de familia de ferroviarios: en la estación de tren de Alcázar trabajaba Ramón, su padre.

Ramón y Asunción, su esposa, tuvieron dos hijos: Pepita, la mayor, y el niño, Matías.

Matías, niño como tantos y especialmente vivaz y alegre, ingresó en el Seminario de aquella diócesis, donde realizó sus estudios sacerdotales. Y fue luego ordenado sacerdote, el 31 de mayo de 1952, en el Congreso Eucarístico de Barcelona.

En varios lugares de Ciudad Real ejerció su misión de sacerdote: Anchuras, Mestanza, cerca de Puertollano, y otros. Dando siempre de sí lo mejor que tenía.

Con su familia vino a Málaga en 1966, viviendo en su primer tiempo aquí en la residencia sacerdotal de San Patricio, y colaborando en aquella parroquia.

Trabajó luego, incansablemente en otras parroquias:

- En 1967 es enviado a la parroquia de la Sagrada Familia.

- Del 76 al 79 trabaja en nuestra misión diocesana de Venezuela.

- En la década de 1980 a 1990 lo tenemos como párroco en Puerto de la Torre: parroquias de Ntra. Sra. de los Dolores y de S. Álvaro.

- Y desde 1990 hasta ayer, párroco de Ntra. Sra. de la Paz, en el Jardín de la Abadía.

- A la vez que párroco, en dos ocasiones fue elegido y nombrado Arcipreste: primero del arciprestazgo de S. Cayetano y después del arciprestazgo de S. Patricio.

Conjuntamente con estas tareas de parroquia, siempre estuvo Matías muy dedicado a la pastoral vocacional y a las misiones:

- En su primer nombramiento, en 1967, ya aparecía su encargo como Delegado de las Obras Misionales Pontificias.

- Y bastantes de los aquí presentes conocemos su mucho trabajo con aquellos grupos de AMS, la Asociación Misionera Seglar. En los cuales tanto se cultivaba la vocación misionera entre todo tipo de jóvenes y entre los seminaristas que asistíamos a sus reuniones allí en calle Fresca.

- Sus años en Venezuela fueron igualmente buen ejemplo de esa llamada interior a llevar el Evangelio a otras tierras.

- En 1974 se le dio también el encargo de Director del Centro Diocesano de Vocaciones, donde, del mismo modo, llevó a cabo durante años una gran labor de propuesta y acompañamiento vocacionales. A la vez que de formación: charlas, cursillos, convivencias, etc. de pastoral vocacional.

Y, fuese cual fuese la tarea sacerdotal que se le encomendase, todos hemos podido ver siempre en Matías las actitudes de espontaneidad, entrega total y servicio al Evangelio a pleno pulmón.

Y generoso por completo, hasta no tener nada.

Generosidad y dedicación tan totales que, a veces con rudeza, le llevaron a no seguir los consejos médicos. Prohibiéndole el médico ciertos trabajos, por ver que no podía con ellos, Matías respondía:

Prefiero morir diciendo Misa…

¡Cómo es que vais a mandar los médicos más que los curas!

Pues sirviendo al Evangelio ha vivido en todo momento. Y sirviendo al Evangelio, en la Iglesia, ha llenado sus días entre nosotros.

Aprendemos de él.

Ponemos su vida ahora en las manos del Padre Dios.

Y en la Eucaristía agradecemos su vida entregada, su vida hecha, con Jesucristo, pan partido para los demás.

Antonio Aguilera
Málaga, 9 de enero de 2009

Autor: diocesismalaga.es

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