NoticiaDiáconos Juan Muñoz Jiménez, todo comenzó en el Colegio de la Goleta Juan y Marisol en el Seminario Diocesano // E. LLAMAS Publicado: 07/10/2022: 7189 Juan Muñoz Jiménez está casado con Marisol Cabrera Aguilera desde hace 35 años. Tienen dos hijos: Juan Miguel (39) y José María (27) y es administrativo en transportes Geopost. El sábado 22 de octubre recibirá Juan la ordenación como diácono permanente, de manos del Sr. Obispo, D. Jesús Catalá. Una historia que comenzó en el Colegio de la Goleta, cuando Marisol le dijo, “¿te vienes a los grupos de JMV?”. IGLESIA NOTICIA. Testimonios, Juan Muñoz, diácono permanente Marisol afirma que lleva años insistiéndole a su esposo en el tema del diaconado permanente, «pero él va a otro ritmo (se ríe). Llevamos 35 años casados y son muchas las vivencias que hemos compartido y el crecimiento en pareja que hemos experimentado. Creo que nos ha ayudado mucho la cantidad de personas buenas que Dios nos ha puesto por el camino y, entre todos, hemos cocido el puchero de esta vocación». Juan y Marisol pertenecen a la parroquia de Nuestra Señora del Rosario y Cristo Rey, en Ciudad Jardín. «Nos conocemos desde los 18 años», explica Juan, «Marisol ya pertenecía al movimiento JMV (Juventudes Marianas Vicencianas) y ambos estábamos en el Colegio de la Goleta. Ella me invitó a que participara en los grupos y ahí comenzó el proceso que hemos ido viviendo juntos. La última etapa era la del discernimiento del compromiso para la misión y en este punto decidimos estar al servicio de la parroquia. Desde entonces hemos participado en el grupo de Liturgia, en Pastoral de la Salud… y un día, tras la celebración de la Eucaristía, le expresé a mi entonces párroco, Antonio Jesús Guzmán, la necesidad que sentía de dar un paso más en el servicio. Él me ofreció el diaconado permanente y, antes de que me diera cuenta estaba hablando con el entonces rector, Antonio Eloy Madueño y estaba estudiando de nuevo, tras 40 años sin entrar en un aula. Ha sido un gran esfuerzo, pero estaba muy motivado, y, sin Marisol no hubiera llegado hasta aquí. Es un pilar fundamental en la familia, en la educación de los niños y conmigo». «Una de las mayores alegrías de nuestra vida son nuestros hijos», afirma con rotundidad Marisol. Son músicos y van asumiendo poco a poco todo esto, a partir del día 22 se van a adar cuenta mucho más de lo que va. Las decisiones importantes siempre las hablamos tomado en casa los cuatro y están al tanto de todos los pasos que hemos ido dando. Ellos se han criado desde pequeños en la parroquia porque no podíamos celebrar si no nos lo llevábamos y teníamos la suerte de contar con fabulosos párrocos como Juan Morales y Paco Rubio. En nuestras comunidades siempre les hemos dado su espacio a los niños, para que sean partícipes y vayan creciendo en su vida de fe, y le damos gracias a Dios por las personas que nos ha puesto en el camino, que han sido verdaderos evangelios vivos andantes, a veces con malas pulgas, como yo, pero evangelios vivos».