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Jornada de los Pobres ¿una jornada más?

Publicado: 16/11/2017: 24111

CARTA ABIERTA. Gabriel Leal, vicario para la Acción Caritativa y Social, desgrana las líneas principales del mensaje del papa Francisco para la I Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el 19 de noviembre de 2017.

La verdad más profunda del Evangelio

Es probable que la reacción de algunos ante la nueva Jornada Mundial de los Pobres, establecida por el Papa, sea pensar que no es necesaria porque ya tenemos bastantes. Y es verdad que hay muchas jornadas, pero esta, como dice Francisco, «aporta un elemento delicadamente evangélico que completa a todas en su conjunto: la predilección de Jesús por los pobres». Y la Jornada pretende ayudar a vivir y mostrar, personal y comunitariamente, esta predilección.

Un mundo donde “emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados”, mientras “escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera”, no permite permanecer inactivos ni resignados. Por eso la celebración anual de esta Jornada puede contribuir a la evangelización, ayudando a: 

-reaccionar ante la «cultura del descarte y del derroche», haciendo nuestra la cultura del encuentro y compartiendo con los pobres; 

-que las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados.

-convencernos de que compartir con los pobres permite entender el Evangelio en su verdad más profunda, y que los pobres, lejos de ser un problema, son un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.

La Jornada propone una relación con los pobres que va más allá de considerarlos meros destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Se trata de tender la mano a los pobres, encontrarlos, mirarlos a los ojos, abrazarlos para hacerles sentir el calor del amor; un verdadero encuentro que dé lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida.

Avanzar por ese camino es fruto de la gracia y respuesta al amor gratuito e incondicional de Dios que nos precede y que, en Jesús, nos ha amado hasta dar su vida por nosotros. “Un amor así… inflama de tal manera el corazón que cualquier persona se siente impulsada a corresponder, a pesar de sus limitaciones y pecados”. La acogida de la caridad misericordiosa de Dios, mueve nuestra voluntad y nuestros afectos a amar a Dios y al prójimo.

Solo el trato íntimo con Dios en la oración puede hacernos capaces de reconocerlo y servirlo en los pobres. Más aún, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad la prueba de su autenticidad evangélica. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía.

Gabriel Leal

Sacerdote diocesano

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