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Un día en la vida del misionero

Publicado: 09/05/2012: 2520

No existe un día normal en la vida de un misionero. Los malagueños afirman que todos los días son diferentes: «un día puedes estar dirigiendo una jornada de oración organizada por la parroquia y otro volando en avioneta para visitar y atender a una comunidad indígena en plena selva donde, si hace buen tiempo sabes cuando llegas, pero nunca cuándo saldrás de allí».

Habitualmente, se levantan a las 6.00 horas y a las 7.00 rezan Laudes en la capilla. Después desayunan y sale cada uno a su tarea pastoral. A las 12.00 horas es el almuerzo.  Las mañanas las dedican a la pastoral social: visitar enfermos y el hospital, colaborar con Cáritas apoyando la atención a familias necesitadas y colectivos en riesgo de exclusión: presos, ilegales, extranjeros... Acompañan los programas sociales y educativos como el de niños sin escuela, y la atención a niños especiales a través de la fundación “Camino de Sueños”. Talleres para educar en el trabajo a jóvenes, cursos de formación y capacitación, y educación primaria, secundaria y técnica para adultos a través de diversas instituciones nacidas en el seno de la Iglesia, creadas o impulsadas por los misioneros. En otras ocasiones dedican la mañana a visitar las escuelas públicas, ya sea en Caicara o en las zonas rurales. 

También visitan y celebran la Eucaristía en las comunidades campesinas donde no se puede llegar los domingos por falta de tiempo. También dedican tiempo a los medios de comunicación, donde participan y dirigen programas de formación. Atienden a los soldados y militares del Fuerte Panare y los efectivos de la Guardia Nacional. Y las tardes las dedican, fundamentalmente, a las tareas parroquiales: preparación de temas y catequesis, visitas a los centros pastorales y grupos de apostolado, reuniones de planificación y revisión, formación y escuelas de oración, bíblicas, catequéticas y de agentes de apostolado, celebraciones litúrgicas y sacramentales en los diferentes templos, y en numerosas ocasiones en casas particulares, escuelas, o debajo de los árboles donde no hay iglesias.

Autor: Encarni Llamas

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