DiócesisHomilías Santa María de la Victoria (Catedral-Málaga) Misa estacional en la festividad de Santa María de la Victoria 2022 Publicado: 08/09/2022: 803 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada en la Catedral con motivo de la festividad de Santa María de la Victoria SANTA MARÍA DE LA VICTORIA (Catedral-Málaga, 8 septiembre 2022) Lecturas: Miq 5, 1-4a; Sal 12, 6; Rm 8, 28-30; Mt 1, 1-16.18-23. María, esperanza nuestra 1.- Celebramos con gozo hoy el nacimiento de Virgen María, bajo la advocación de Santa María de la Victoria, Patrona de nuestra diócesis. Esta festividad mariana es una invitación a la alegría y a la esperanza cristiana, porque el nacimiento de María anunciaba al mundo la llegada inminente del Salvador. El ser humano, creado por Dios a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 26) para compartir su vida, se encontraba herido y subyugado por el pecado de Adán; y, despojado de los dones preternaturales, fue arrojado del paraíso terrenal (cf. Gn 3, 23). 2.- Desde entonces, como narra el libro del Génesis, hay enemistad entre la descendencia del maligno y el linaje de la mujer (cf. Gn 3, 14-15). El profeta Miqueas, como hemos escuchado, señaló el pueblecito de Belén de Judá como el lugar del nacimiento (cf. Miq 5, 1) del salvador del mundo. La Virgen María es la nueva Eva, cuyo vástago vence el mal y la muerte. Es la «mujer» del primer anuncio de salvación, llamado “proto-evangelio”. Esta Virgen «concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» (Mt 1, 23), como nos ha recordado el evangelio. El predicador de la Novena, D. Salvador Aguilera, nos ha explicado diversos títulos de la Virgen, como Madre de Dios, Reina de los ángeles, fuente de la salvación, templo del Espíritu Santo, Reina y Madre de misericordia, refugio de afligidos y pecadores, entre otros; todos ellos nos proporcionan una visión enriquecida de nuestra Patrona y nos ayudan a vivir mejor como hijos suyos. Éste era el objetivo del predicar al iniciar la Novena: ayudarnos a conocer mejor y amar más a nuestra Patrona. Agradecemos, pues, al predicador las reflexiones que nos ha proporcionado, que nos ayudan a conocer mejor el misterio de la maternidad de la Virgen María y amarla más como buenos hijos. 3.- María es esperanza nuestra. La liturgia de la Natividad de María le aplica el pasaje de la carta a los Romanos, en el que san Pablo describe el designio misericordioso de Dios en relación con los elegidos. María es llamada y predestinada por la Trinidad a una misión especial, para «reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8, 29). También nosotros estamos llamados a esta misión en la medida de nuestras posibilidades. Santa María de la Victoria fue predestinada, llamada, justificada y glorificada (cf. Rm 8, 30). Ella va por delante de nosotros como la primera creatura humana redimida por Cristo. Ella es nuestra esperanza, porque también nosotros estamos llamados a vivir la justificación y la glorificación que su Hijo nos ofrece. No se trata de una esperanza que nos aleja de este mundo y nos impide mejorarlo, sino de la esperanza que ilumina la realidad humana y terrena y transforma este mundo a la luz del Evangelio. Algunos críticos contra los católicos nos acusan de desentendernos del mundo, porque miramos el cielo y anhelamos la eternidad; pero nada más contrario a la verdad del cristianismo, cuya misión es seguir a Jesucristo en la transformación del mundo, iluminándolo con su Luz. ¡Queridos fieles y devotos de la Virgen, no desfallezcamos en las tribulaciones temporales, ni zozobremos en las tempestades del mundo! Tenemos la esperanza cierta y fundada de que somos salvados por Cristo con Santa María de la Victoria, que ya goza de la “victoria” del vencedor del pecado y de la muerte. 4.- Vivimos, como todos estamos experimentando, tiempos recios de crisis económicas, guerras, enfermedades pandémicas, dificultades socio-laborales y manipulaciones de algunos políticos, que abruman nuestro corazón, ofuscan nuestra mente y no nos dejan vivir en paz. La vida nos impone su dureza, obstaculizando el camino que nos lleva al destino final de nuestras vidas, llamadas a la eternidad, a la felicidad aquí y en el más allá. En estas circunstancias siempre hay falsos profetas de felicidad y de esperanza terrena, que prometen y prometen, intentando manejarnos según sus propios intereses. Ante esta situación, compleja, difícil y oscura, aparece la Luz de quien nos ama verdaderamente y que ofreció su vida por todos nosotros: Cristo Jesús. Y con Él está su Madre, Santa María de la Victoria. Él como Sol invicto que alumbra el mundo y nunca se pone; y Ella como la Aurora del día sin ocaso. Ambos nos abren el horizonte de la vida verdadera, llenan nuestra mirada de luz y de alegría y nos ofrecen la verdadera esperanza, que necesita nuestro corazón. 5.- ¡Queridos fieles, acudid a Cristo y a su Madre, María, como los fundamentos fuertes e inamovibles de vuestra vida! ¡No os apoyéis sobre cimientos arenosos y frágiles, que no soportan el peso de la verdad del ser humano! ¡No os apoyéis en criterios mundanos! ¡No os apoyéis en ciertas leyes de nuestra sociedad, que no respetan la vida humana y los derechos de las personas! Pongamos nuestra vida sobre la Roca, Cristo, que nos salva de los naufragios y de la intemperie; hagámoslo acompañados de la Virgen María, su Madre. Estamos llamados a vivir con esperanza de eternidad, para gozar de la Luz divina inmortal, que debe iluminar nuestra vida de cada día. No podemos quedarnos en las cosas de tejas abajo. La Virgen María nos acoge maternalmente y nos abre al horizonte eterno de su Hijo Jesús. Así lo han vivido nuestros antepasados durante siglos. Este templo y la devoción a la Virgen de la Victoria como Patrona nuestra llevan ya quinientos años en Málaga; en este tiempo ellos han ido celebrando esta festividad y dándonos testimonio de fe y esperanza cristiana. Ahora, queridos fieles, nos toca a nosotros mantener esta fe y esta misma esperanza y transmitirla con valentía en esta sociedad paganizada. 6.- Dios predestinó a Santa María de la Victoria a estar íntimamente asociada a la vida y obra de su Hijo unigénito. Por eso la ha santificado de manera singular desde el primer instante de su concepción, haciéndola «llena de gracia» (cf. Lc 1, 28). La ha configurado primorosamente a imagen de su Hijo de manera única, porque María fue la primera y la más perfecta discípula del Hijo (cf. Juan Pablo II, Homilía. Frascati, 8.09.1980); y la ha glorificado en la Asunción de su cuerpo y alma al cielo. Nuestra Diócesis malacitana, unida a toda la Iglesia, se alegra hoy al celebrar la Natividad de María Santísima; para nosotros bajo la advocación de Santa María de la Victoria. Podemos cantar con el Salmo que desbordamos de gozo con el Señor: «Porque yo confío en tu misericordia: mi alma gozará con tu salvación, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho» (Sal 12, 6). Pedimos a Santa María de la Victoria, en su fiesta, que interceda por todos nosotros, para que sepamos vivir con esperanza en medio de las vicisitudes de la vida y demos testimonio coherente de la fe, del amor de Dios y de la esperanza cristiana. Amén. Más artículos de: Homilías Centenario de la Coronación Canónica de la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios (Antequera)Funeral del Rvdo. Francisco Ruiz Fernández (Parroquia de San Andrés Apóstol-Torre del Mar) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir