DiócesisHomilías Capítulo General de las Esclavas del Divino Corazón (Málaga) Momento del XXI Capítulo General de las de las Esclavas del Divino Corazón Publicado: 14/07/2022: 947 Homilía pronunciada por Mons. Jesús Catalá el 14 de julio de 2022 en la Eucaristía celebrada en Málaga con motivo del Capítulo General de las Esclavas del Divino Corazón CAPÍTULO GENERAL DE LAS ESCLAVAS DEL DIVINO CORAZÓN (Málaga, 14 julio 2022) Lecturas: Is 26, 7-9.12.16-19; Sal 101, 13-19.21; Mt 11, 28-30. 1.- Con esta celebración eucarística comenzáis hoy los trabajos del XXI Capítulo General de vuestra congregación, que habéis iniciado con una peregrinación a los lugares de vuestro origen congregacional. El 12 de julio estuvisteis en Coria (Cáceres), lugar de vuestra fundación hace 137 años. ¡Enhorabuena! Y allí tuvo inicio oficial el presente Capítulo. Ayer visitasteis Sevilla, donde se encuentran los sepulcros de vuestros fundadores. Y hoy las capitulares, venidas de cuatro continentes diferentes, os disponéis a afrontar las sesiones de reflexión, oración y convivencia del presente Capítulo General; vais a realizar “los trabajos” del Capítulo. 2.- Volver a las raíces se hace necesario para no perder la identidad; nuestra sociedad se está debilitando, porque está perdiendo su historia, sus raíces. Vosotras debéis mantener fidelidad al carisma fundacional. Conviene recordar algunos rasgos de vuestros fundadores, aunque conozcáis bien sus vidas, porque ello nos ayuda a repasar la historia vocacional de cada una. El beato Marcelo Espínola desarrolló sus actividades pastorales en Huelva, Sanlúcar de Barrameda y Sevilla, siendo ordenado sacerdote en 1864 y consagrado obispo en 1881. Tuvo gran dedicación a los pobres; ésta debe ser una característica de vuestro carisma. Siendo obispo de Coria fundó en 1885 la congregación de las Esclavas del Divino Corazón, junto con la sierva de Dios, Celia Méndez. En 1885 D. Marcelo fue nombrado obispo de Málaga, impulsando la atención a los desfavorecidos y la defensa de los derechos de los trabajadores. En aquel momento era muy importante la justicia social, siendo papa León XIII, que publicó la primera encíclica sobre la doctrina social de la Iglesia (Rerum novarum). En 1896 fue nombrado arzobispo de Sevilla, donde fundó «El Correo de Andalucía», que nació con el objetivo de «defender la verdad y la justicia». Murió en 1906; y fue proclamado beato por Juan Pablo II en 1987 en Roma, donde un servidor estaba presente cuando trabajé en la Secretaría del Sínodo de los Obispos. En octubre de 2020 fue publicado el decreto de reconocimiento de venerable y de virtudes heroicas de la sierva de Dios María Teresa del Corazón de Jesús (en el siglo: Celia Méndez y Delgado), cofundadora de vuestra congregación, que nació en 1844 en Fuentes de Andalucía y falleció en Sevilla en 1908. 3.- Pensad ahora en los principales hitos de la llamada de Dios en vuestra vida. Dadle gracias por dicha elección y por la respuesta que habéis realizado. Vuestros fundadores, sobre todo el Beato Marcelo, al ser sacerdote, fue respondiendo con obediencia a las responsabilidades que la Iglesia le confiaba. Él no fue donde quiso; como nos pasa también a nosotros, que debemos obedecer a los superiores. Podemos preguntarnos si hemos sido fieles y hemos respondido, sin protestar ni murmurar, a las tareas que mi congregación ha solicitado mi servicio. Agradecemos a Dios a los diversos hitos de nuestra historia vocacional. La celebración del Capítulo es otro hito, porque habéis sido elegidas para esta misión y habéis respondido a esa llamada; ahora hay que poner la carne en el asador, para que el Capítulo saque los mejores frutos que las hermanas de vuestra congregación esperan. 4.- Vuestra congregación nace con el espíritu de sus fundadores: una profunda vida de oración y un vivo celo apostólico, uniendo de manera armónica contemplación y acción; se entiende que cada una lo hace con la armonía que puede. Y como núcleo de esta espiritualidad el Corazón de Jesucristo, unido a la devoción a la Virgen María, primera y gran Esclava del Señor. Vuestros fundadores escucharon la llamada de Dios, procuraron ser fieles a la voluntad de Dios, respondieron a los retos eclesiales que se les presentaban, afrontaron la realidad de su tiempo; y en su camino de santidad también experimentaron dudas, incertidumbres y obstáculos. Si encontráis estas cosas, no os asustéis. Ahora toca a vosotras mantener el carisma fundacional que habéis heredado, porque es una herencia y un regalo del Señor, que debéis adaptar a los tiempos actuales. Pedimos al Señor que el Capítulo general os mueva a amar, a ofrecer vuestra vida, a buscar la voluntad de Dios tal como vuestros fundadores lo hicieron, y a encarnar el verdadero carisma de Esclavas del Divino Corazón. 5.- Las lecturas de hoy nos ofrecen unas pistas para la acción apostólica que nos pide la Iglesia. El profeta Isaías nos invita a caminar por la senda del justo, porque es recta a los ojos de Dios (cf. Is 26, 7); se trata de la senda del juicio de Dios (cf. Is 26, 8), que es luz para quien lo acoge (cf. Is 26, 9). Caminar en la senda del Señor y en la senda del justo, es caminar a los ojos del Señor. Me ha gustado el símbolo que habéis escogido para este Capítulo: las zapatillas del beato Espínola. La idea es muy bonita: hay que descalzarse en señal de respeto, delicadeza y servicio ante ciertas cosas, ante el misterio, ante la otra persona, que representa a Cristo. Pero hay que calzarse para caminar. Necesitamos contemplar nuestra misión a la luz de Cristo, porque es Él quien da fuerza y vigor a todas nuestras empresas. Necesitamos hacer discernimiento desde la escucha mutua y, juntos, escuchar al Espíritu, realizando el camino sinodal, al que nos ha invitado el papa Francisco. Estamos en camino y necesitamos calzarnos. 6.- Para todo ese camino y para llevar adelante la misión que el Señor os confía, Él mismo os ofrece su amor y su corazón. Hoy os renueva su invitación: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). Tal vez el activismo frenético, que a veces nos toca vivir, os haya cansado y necesitéis reposar en el Corazón de Cristo. ¡Acudid a Él! No solo porque es manso y humilde, sino porque os entrega su corazón. ¡Descansad en Él! Aunque tenéis que afrontar los “trabajos” del Capítulo, no os apuréis. ¡Descansad en el Señor! Y dejad al Espíritu que actúe, dejándole protagonismo. Hemos de aprender del Maestro: «Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11, 29). El Señor nos anima tomar su yugo, «porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11, 30). Algunas estructuras que nos hemos fabricado son quizás demasiado pesadas y difíciles de mantener. Incluso es posible que alguna de ellas no sirva ya para el objetivo primordial de nuestra misión o para la que fue creada; y en ese caso hemos de desprendernos, para ir más ligeros de equipaje y llevar mejor la carga que el Señor nos confía. Pedimos al Espíritu que os ilumine en los trabajos del presente Capítulo general. Y que la Santísima Virgen María, la primera y mejor esclava del Señor, nos acompañe en el camino y nos cuide con solicitud maternal. Amén. 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