NoticiaEl santo de la semana Beata Hildegard Burjan, la santidad desde el feminismo Beata Hildegard Burjan Publicado: 11/06/2021: 16532 La santa de este 11 de junio nació el 30 de enero de 1883 en Görlitz (a caballo entre las actuales Alemania y Polonia). De origen judío, llegó al cristianismo tras un periodo de búsqueda intelectual que le llevó a ser una de las primeras mujeres en estudiar Filosofía en Zurich. Pero su conversión fue fruto de una experiencia de cruz. Al poco de casarse, una grave enfermedad de riñón hizo que los médicos la desahuciaran. No obstante, la oración de las religiosas que la atendían en el hospital surtió efecto consiguiendo, no solo su curación, que ella consideró ya para siempre como milagrosa, sino su salvacion, pues pidió ser bautizada y profesó desde entonces la fe católica. Tiempo después, tras quedarse embarazada, los médicos le aconsejaron el aborto por los serios problemas que su afección renal podría causarle. Ella se negó, alegando que sería un asesinato y siguió adelante con su embarazo, dando a luz a la que sería su única hija, Lisa. A pesar de su débil salud, la beata Hildegard Burjan se implicó sobre todo en la lucha por los derechos de la mujer, fundando organizaciones cristianas para conseguir mejoras salariales y laborales de las trabajadoras a domicilio, así como protección en caso de embarazo o enfermedad. Se comprometió en política, promoviendo como diputada leyes de protección a madres y lactantes, así como su educación y su derecho al voto. Con tan solo 50 años, entregó su alma al Padre tras una vida de entrega a sus hermanos. ¿Ser a la vez Marta y María? «¿Es posible ser a la vez Marta y María? Seguro que sí, y éste es el gran ideal que queremos lograr», dicen que afirmó la beata Hildegard Burjan tras fundar Caritas Socialis, una organización femenina que servía como agencia de empleo y desde la que puso en marcha hogares para convalecientes y hospitales para enfermos físicos y psiquiátricos. A sus compañeras, las animaba en esta doble opción por la vida activa y contemplativa con su lema: «entregada completamente a Dios y completamente a la humanidad». En su beatificación, el cardenal Schönborn recordó que «se puede ser santo y político», y su obra le ha valido para ser reconocida como «una de las constructoras del estado de bienestar moderno».