NoticiaEntrevistas Manuel Lozano: «En Venezuela muere más gente que en una guerra» Mons. Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar (diócesis a la que pertenece la misión malagueña de Caicara del Orinoco) acompañando al Santísimo por las calles pidiendo por la vida y la paz Publicado: 31/07/2017: 29621 El 20 de julio se celebraron en Venezuela las votaciones para la Asamblea Constituyente convocada por el presidente Venezolano Nicolás Maduro. La jornada se desarrolló bajo un clima de mucha tensión y con el saldo de varias víctimas mortales. Según los obispos venezolanos, con este acto, se «pretende imponer al país un régimen dictatorial» y «se busca instaurar un Estado socialista, marxista y militar con la desaparición de la autonomía de los poderes, especialmente el legislativo». La Iglesia se ha convertido en adalid de las libertades democráticas en el país caribeño. Allí trabajan, codo con codo con el clero local, tres curas malagueños. Uno de ellos nos cuenta en primera persona cuál es la situación y cómo se convierten en agentes de paz para Venezuela. En Venezuela se produjeron 28.000 asesinatos solo en el último año. En un país sumido en una profunda crisis humanitaria, la Iglesia está jugando un importante papel social. Manuel Lozano, uno de los tres sacerdotes malagueños que sirve en la Misión Diocesana de Caicara del Orinoco, explica cuál es la situación actual. Los obispos han sido muy duros con el régimen de Maduro al que han calificado de “dictadura”. ¿Están los fieles al lado de sus obispos? ¿Se sienten apoyados? Aunque en la viña del Señor hay de todo, la gran mayoría de los fieles están de acuerdo con las declaraciones y orientaciones de los obispos, que no sólo ahora, sino ya desde hace tiempo, han señalado con toda claridad los peligros que encierra esta clases de regímenes “populistas”, que más que servir al pueblo, se sirven de ellos. La gente ve en los obispos una voz clara y firme que los representa contra toda imposición, mentira y manipulación. Es por eso que los obispos y cardenales venezolanos han sido descalificados por el régimen y tachados de opositores, ya que no se han doblegado ante ellos como otros poderes. ¿Motiva esta oposición que haya amenazas contra los cristianos y contra ustedes como misioneros? Los cristianos y los sacerdotes que hacemos vida en esta tierra, participamos y no somos ajenos de los dolores, sufrimientos, gozos y esperanzas del pueblo venezolano. La inseguridad es el primer problema a resolver en este país, y no es sólo fruto de las recientes protestas y correspondiente represión de la actual crisis, ya que en la zona de Caicara, donde no ha habido ninguna manifestación de tinte político, sólo en el mes de mayo, hubo una treintena de muertes violentas por hampa común, ajustes de cuentas, enfrentamiento entre bandas y con fuerzas del orden. Estos crímenes, casi en su totalidad, quedan impunes. A esto hay que añadir cada vez más el sicariato, secuestros, el pago de “vacunas” (extorsión), la corrupción generalizada, la presencia de grupos irregulares, etc. En Venezuela el pasado año hubo 28.000 asesinatos, muere más gente que en una guerra; y eso quiere decir que algo está fallando, que el primero de los derechos de la persona que es la vida, no se está respetando. Además, si a esto le suma la falta de medicinas, la escasez y carestía de alimentos, el incremento de enfermedades tropicales y epidemias como la que actualmente tenemos en la zona de paludismo, que afecta sobremanera a las comunidades indígenas, el panorama no es muy halagüeño, en este sentido, nos sentimos vulnerables y con cierta inseguridad, pero no nos sentimos, gracias a Dios, perseguidos ni atacados por el hecho de ser sacerdotes o misioneros, y generalmente hoy por hoy, podemos ejercer libremente nuestro ministerio, es verdad que nos cuidamos de no hacer en nuestra labor ningún tipo de apología de política partidista, porque no hemos venido a ello, y provocaríamos en nuestros fieles confusión y desunión , ya que los hay de todos los colores y tendencias políticas, pero no renunciamos a la promoción del ser humano y a la defensa de sus derechos, basados en el evangelio y en la doctrina social de la Iglesia. En alguna ocasión, cuando hemos leído algún comunicado de la Conferencia Episcopal o de nuestros obispos, algunos componentes del sector castrense se han sentido molestos, pero no ha pasado de ahí. ¿Cómo contribuyen los misioneros malagueños a la paz en Venezuela? Nosotros vivimos toda esta situación con preocupación, pero al mismo tiempo con mucha esperanza, porque sabemos que el pueblo venezolano va a superar esta coyuntura histórica y no se va a dejar someter a ningún tipo de opresión. Como sacerdotes misioneros, somos agentes de reconciliación, y tomando como base los valores del Evangelio trabajamos por el entendimiento, superación de prejuicios, la integración, la tolerancia, el respeto, la aceptación, la fraternidad y la hermandad que debe caracterizar a los seguidores de Jesús. ¿Cree que puede pasarnos aquí en España algo parecido a lo que pasa allí con los nuevos populismos? ¿Cuál es el clima en el que se ha desarrollado este conflicto? Hay un refrán que dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”. Nadie creía que este movimiento político iba a desembocar en lo que hoy se ha convertido y adonde han llevado a este país. La gente les dio su confianza porque no les gustaba el bipartidismo y la corrupción que había en el país después de 40 años de democracia; pero, según mi opinión, el remedio fue peor que la enfermedad. Porque hay grupos que se aprovechan de la democracia para llegar al poder, una vez llegan se instalan y hacen leyes para permanecer siempre en el poder y destruir la democracia. Ojalá en España no pase eso, pero es necesario tener instituciones fuertes y libres de corrupción, que es lo que lleva a destruirlas y a los ciudadanos a enojarse y buscar la salvación por la vía rápida escuchando cantos de sirenas. Viven entre los más pobres, sufren su misma suerte, incluso ponen su vida en peligro… ¿hasta cuándo? No consideramos que nos estemos jugando la vida más que un albañil que está todos los días en lo alto de un andamio, o un pescador que está en alta mar, etc. Toda vida humana tiene su riesgo si la queremos vivir a profundidad. ¿Hasta cuándo? Hasta que Dios quiera, el cuerpo aguante y la conciencia lo permita. Hay que estar para las verdes y para las maduras. Habrá que pedirle a Dios fuerza y sabiduría para no abandonar el rebaño cuando veamos venir el lobo.