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Carta abierta del consiliario de Acción Católica

Publicado: 05/06/2014: 13381

Carta abierta del consiliario de Acción Católica

Evangelizadores con Espíritu: así titula el papa Francisco el capítulo V de su rica exhortación apostólica Evangelii Gaudium, La Alegría del Evangelio. En nuestro lenguaje coloquial, en un nivel puramente humano, distinguimos muy bien la expresión Fulano es una persona “sin” espíritu, de la expresión Fulano es una persona “con” espíritu.

Cuando la persona es “sin” espíritu, bien poco podemos hacer: predominarán la abulia, la apatía, el pesimismo estéril (EG 84-86): ninguna o muy escasa agua se sacará de ese pozo. Sin embargo en la persona “con” espíritu encontraremos vida, pasión, entrega, lucha, generosidad. Esto es así.

Pues si avanzamos las anteriores expresiones –persona “sin” espíritu y persona “con” espíritu- del nivel humano al nivel cristiano, y escribimos Espíritu con mayúscula, ¡qué gran diferencia de cristianos seremos! El cristiano “sin” Espíritu es el que se deja robar el entusiasmo misionero (EG 80), el que se deja robar la alegría evangelizadora (EG 83), el que se deja robar la esperanza (EG 86), el que se deja robar la comunidad (EG 92)... En definitiva, el que se deja robar el Evangelio (EG 97). 

El cristiano “con” Espíritu, sin embargo, es la Iglesia en salida (EG 20ss) que Jesucristo quiere, es decir, “la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que
fructifican y festejan” (EG 24). Indudablemente este tipo de cristiano –cristiano “con” Espíritu- es, ha de ser, el cristiano que se sabe Acción Católica. 

Acción Católica viene trabajando –y trabajará siempre o, de lo contrario, no tiene ningún sentido- por ser, proponer y promover en las parroquias, y en todos los ámbitos a los que la parroquia ha de llegar, esos hombres y mujeres que viven el encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva (EG 264ss), que disfrutan el gusto espiritual de ser pueblo (EG 268ss), que gozan internamente la alegría y el testimonio de la comunión fraterna (EG 99) y que ponen especial acento en tocar la miseria humana, tocar la carne sufriente (EG 270) de los hermanos más débiles. 

Pentecostés se inició: Recibid el Espíritu Santo, dijo Jesús a sus discípulos (Jn 20,22); y aquello ocurrió: Bajaron lenguas de fuego y se posaron sobre cada uno de ellos (Hch 2,3). Pentecostés continuó: arrancando de la comunidad de Jerusalén, el Espíritu llevó a los evangelizadores por todas partes. En los primeros tiempos (cfr. Hechos de los Apóstoles) y a lo largo de la historia de la Iglesia. Y Pentecostés se actualiza hoy: en Francisco, que nos guía, y en todos los hombres y mujeres que son profundamente de Dios y viven entregándose a los demás. Es lo que quiere ser y vivir Acción Católica en cada parroquia y en cada ámbito donde la persona está.

Antonio Aguilera

Consiliario Diocesano de Acción Católica General

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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