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Visita pastoral a la parroquia de Santa María Goretti (Málaga)

Publicado: 17/03/2016: 5573

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Santa María Goretti, en Málaga, el 17 de marzo de 2016

VISITA PASTORAL
A LA PARROQUIA DE SANTA MARÍA GORETTI
(Málaga, 17 marzo 2016)



Lecturas: Gn 17, 3-9; Sal 104, 4-9; Jn 8, 51-59.

1.- Querido Sr. párroco y sacerdotes concelebrantes. Fieles todos. Estamos celebrando el acto más importante de la Visita Pastoral que es la llamada Misa Estacional, presidida por el Obispo. Toda Eucaristía hace referencia a la Iglesia Universal. Cuando celebra un sacerdote siempre celebra vinculado y en comunión con el cabeza de la Iglesia. En el presente caso, presidido por el Obispo, es el signo más pleno de la comunión eclesial.
Conviene que esto lo saboreemos, para que demos a esta celebración su significado pleno de comunión, de adoración a Dios y de encuentro de la comunidad.

2.- Hemos escuchado del libro de Génesis, el diálogo entre Abrahán y Dios. Dios se le revela, se da a conocer, se comunica a Abrahán proponiéndole que Él será su único Dios. Abrahán no debe tener otros dioses.
En este texto hallamos, en resumen, las características de la Alianza. Dios quiere hacer alianza con la Humanidad. Empieza a hacerla con Abrahán, también la hace con otros Patriarcas. A Abrahán le propone unas características en el encuentro, convenio o pacto de amor entre Dios y Él.
Comienza el texto con un gesto importante: Abrahán se pone en actitud de adoración ante Dios, postrándose. Sólo ante Dios debemos postrarnos y adorarlo, no hay que adorar a nadie más. La actitud de ponerse de rodillas es sólo ante Dios. Es una buena costumbre el arrodillarse ante Dios en el momento de la consagración del pan y el vino. Adorar al Señor postrando nuestras rodillas en el suelo.

3.- La Alianza que Dios hace tiene unas características especiales
En primer lugar, Dios es el único Dios: «Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros» (Gn 17, 7). No valen componendas. No vale el yo creo en Dios, pero me erijo mis dioses. En este tiempo cuaresmal y en este Jubileo de la Misericordia que quede muy clara nuestra actitud: ¿A quién adoramos? ¿A quién dedicamos el tiempo? ¿A quién dedicamos la vida que hemos recibido de Dios? ¿Dónde está nuestro corazón? Porque ahí, donde esté nuestro corazón, estará nuestro Dios. A lo mejor, sin darnos cuenta estamos dedicando a otras cosas, personas o instituciones nuestro corazón.
Dios cambio de nombre a su interlocutor: «Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán (Gn 17, 5); hay una gran novedad en las cosas que Dios hace. El cambio de nombre indica el bien de la descendencia que va a tener. Es lo que sucede en el bautismo, que es el inicio de nuestra alianza con Dios. En el bautismo recibimos un nombre.

4.- Os animo a que digáis a vuestros familiares y amigos que, si son cristianos y bautizan a sus hijos, no les pongan esos nombres que no tienen ningún significado religioso: Libertad, Democracia, Flor… Y si desean ponerle esos nombres que al bautizarlos les añadan otro. El cambio de nombre es importante porque el bautismo nos hace hombres nuevos. El bautismo es un renacimiento. Renacemos a otra vida, a la vida de Dios como hijos adoptivos.
Son gestos que poco a poco se van introduciendo en nuestra sociedad y en las mismas familias cristianas. Se ponen nombres que no tienen nada que ver con la vida cristiana, ni siquiera con santo, santa o virgen alguna a quien imitar. Es interesante revalorizar el nombre que recibimos en nuestro bautismo. Un nombre que haga referencia al hecho religioso, ya que hay una novedad en nosotros. Pues Dios nos ha adopta como hijos, nos hace suyos y nos regala su vida en el bautismo. En toda alianza hay un cambio de nombre porque hay una novedad.

5.- Otra característica de la Alianza es la “descendencia generosa”: «Te hago padre de muchedumbre de pueblos» (Gn 17, 5). En esa novedad y en ese cambio hay una promesa de linaje, de gran descendencia que llegará después hasta Jesús.
También los bienes abundantes: dentro de esa abundancia de linaje también hay una abundancia de bienes. «Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios» (Gn 17, 8). Dios Padre cuando nos hace hijos en el Hijo Jesucristo nos ofrece y da unos bienes eternos: la salvación. En el bautismo se nos perdona el pecado original y los pecados cometidos si somos adultos. Pero hay una promesa de más bienes: la Eucaristía, la Palabra de Dios, el perdón de los pecados, las gracias infinitas que Dios nos da en cada momento a cada uno de nosotros. Son bienes todo lo que recibimos de Dios en esta alianza amorosa con Él.

6.- Fidelidad de Dios a la alianza: la alianza en su término hebreo indica fidelidad. «Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua» (Gn 17, 7). Cuando Dios empeña su palabra no tuerce esa palabra dada, no se retrae, no se retira. Esa es una ventaja para nosotros porque Él siempre está presente y siempre mantiene la fidelidad. Quienes nos alejamos y rompemos la alianza somos nosotros, como tantas veces la rompió el Pueblo de Israel. Por eso, preguntémonos: ¿Hemos mantenido la alianza con Dios siempre? ¿Hemos mantenido la palabra dada? ¿Hemos obedecido las estipulaciones de la alianza? ¿Qué es el pecado? El pecado es fallar a la alianza de amor que Dios ha pactado con nosotros.
Fidelidad del hombre a Dios: la fidelidad de Dios es permanente pero el hombre la rompe, como hemos dicho; sin embargo, Dios nos pide que mantengamos la fidelidad. «Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones» (Gn 17, 9).

7.- Conclusión en esta Visita Pastoral: renovemos la Alianza de amor que Dios ha hecho con nosotros. ¿Cuál es el signo y el gesto qué hacen un hombre y una mujer cuando se entregan en matrimonio para expresar una alianza perpetua? (Respuesta de los feligreses: la entrega de una alianza). Y, ¿por qué se llama alianza? Porque se establece entre ellos una alianza de amor y, si es de amor, necesariamente ha de ser perpetua.
El amor es eterno. Si lo que hay es amor será eterno. Si lo que hay no es amor sino puro sentimiento o deseo o gusto, cuando acabe el sentimiento, el deseo o el gusto se acabará todo. Pero el amor es eterno, porque Dios que es amor es eterno. El amor y la alianza de Dios son eternas. Estamos llamados a una alianza de amor eterna. Pero como esta alianza la rompemos necesitamos pedir perdón.
Os invito a que renovemos hoy y en esta próxima celebración de la Pascua de Resurrección la alianza de amor que Dios ha querido hacer con cada uno de nosotros.

8.- El Salmo que hemos escuchado nos invita a buscar a Dios.
- Dios nos invita a recurrir a Él: «Recurrid al Señor y a su poder» (Sal 104, 4).
- A buscar su rostro: «Buscad continuamente su rostro» (Sal 104, 4).
- Somos linaje de Abrahán e hijos de la promesa: «¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido!» (Sal 104, 6).
¿Qué significa para nosotros buscar el rostro de Dios? En el encuentro que tiene Jesús con sus interlocutores, en el Evangelio que hemos escuchado, cada uno tiene una imagen de Dios. Los fariseos y los legistas tienen una imagen de Dios. Esa imagen de Dios no corresponde con la imagen que nos da el Hijo, Cristo. Cristo manifiesta el amor, nos revela a Dios, por eso esa imagen no coincide. Los fariseos siempre están en pugna con Jesús porque no quieren ceder la imagen que tienen de Dios y chocan con la que Cristo les ofrece. Ellos están marcados por unas leyes como si fueran inamovibles, leyes que sirven para el pueblo judío pero que no para la Humanidad.
Jesús las cambia, hace una renovación total. En esa Alianza Cristo revela el amor eterno de Dios de una manera nueva, nada menos que ofreciéndose Él en lugar de ofrecer cabritos y corderos. Se ofrece Él en un gesto de amor inaudito en la Humanidad.
El Salmo nos animaba a buscar el rostro de Dios y a recordar sus hazañas en favor nuestro. “Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca” (Sal 104, 5).

9.- ¿Qué nos puede ocurrir? Que sin darnos cuenta también vengan a nosotros y aceptemos las imágenes de Dios que tienen nuestros paisanos. Tenemos que hacer un esfuerzo por purificar la imagen que tenemos de Dios y presentarla como testigos de ella a los demás. Si hiciéramos ahora una encuesta sobre quién es Dios y cómo es Dios probablemente aquí saldría tantas maneras de concebir a Dios como personas hay. Algunas de ellas más próximas a la imagen que tienen muchos de fuera. Y no quiero describir ese tipo de imágenes de Dios.
Hemos de hacer un esfuerzo por encontrarnos con el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Eso ha salido esta mañana en el encuentro con el primer grupo de los del Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila y los de la Legión de María. La imagen de Dios que tiene mucha gente es una imagen que ellos se han creado, incluso con ideas de otras religiones. Ese no es el Dios de Jesucristo, esa es la imagen que mucha gente se hace de Dios. Unos lo ven como Juez justiciero, otros como el inaprensible, otros lo ven tan transcendente que no toca tierra… hay muchas imágenes de Dios.
¡Busquemos el auténtico rostro de Dios!

10.- Y, ¿dónde está el auténtico rostro de Dios? ¿Dónde podemos encontrar a Dios? En Cristo. El Papa nos ha dicho en la Bula del Jubileo que Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios. Es un Dios creador, es un Dios misericordioso, es un Dios santo, justo. Y hay que combinar misericordia, santidad y justicia. No justiciero, pero sí justo. Misericordioso, pero santo. Bondad infinita, Verdad plena, Luz eterna.
Hemos de acoplar la idea que tenemos de Dios a las devociones y oraciones que hacemos. A veces, hemos criticado la imagen del Dios “tapa agujeros”, pero es que, algunas veces, nosotros también la utilizamos: “Dios me tiene que tapar todos mis agujeros”. “El Dios resuelve problemas”. Es cierto que debemos comentarle nuestros problemas, pero no exigirles que haga mi voluntad. En la oración del Padrenuestro no decimos: “Padre, haz mi voluntad”; sino “Hágase tú voluntad”. También se lo pidió Jesús al Padre: “Este cáliz me resulta amargo, muy amargo, si es posible que pase. No me gustaría beberlo. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (cf. Mt 26, 39). A veces, no queremos beber los cálices que nos toca beber.

11.- Os hago una segunda invitación: hemos de buscar el auténtico rostro de Dios revelado plenamente en Jesucristo. El rostro que encontramos en la Iglesia, porque ella es la que nos lo da, la Iglesia, y una vez encontrado, ofrecerlo a los demás.
Mucha gente no pisa las iglesias porque tiene una imagen equivocada de lo que es la Iglesia católica y de lo que es el Dios de Jesucristo. Esto es una lástima porque a lo mejor nos ven y tampoco descubren el verdadero rostro de Dios. Seguro que si la gente descubriera lo que es de verdad se pegaría por entrar en los templos. Y aquí estamos un grupo de personas, pero hay gente fuera que no se entera de la belleza que estamos celebrando, de la maravilla que es la salvación y la redención de Cristo, de la misericordia del Padre. De todo esto no se han enterado, ¡qué lástima!
Por tanto, cambiemos nuestra percepción de Dios, nuestro sentido, nuestra imagen y rosto de Dios y démoslo a conocer.

12.- Os invito, pues, a dos cosas: renovemos la alianza del amor eterno con Dios y purifiquemos nuestra imagen de Dios para vivirla mejor y ofrecerla a los demás.
La Alianza tiene unas consecuencias: cumplir los mandamientos y demás cláusulas y compromisos que ya conocemos. Cuando dos se comprometen de por vida lo hacen mediante un compromiso de entrega mutua. No se puede decir que se ama mucho a una persona y no tener nada que ver con ella. Si se ama a una persona hay que entregarse a ella, buscar su felicidad y no la propia, no se puede instrumentalizar al otro para buscar la felicidad propia. Hay que vaciarse de uno mismo para buscar la felicidad del otro. Ese es el amor auténtico.
El término amor está pisoteado muchas veces, hablamos de amor para expresar cosas que son totalmente contrarias al amor y se habla de amor para definir acciones que son instrumentalizar al otro, para cumplir mis deseos. Eso no es amor, aunque se le llame amor, eso es egoísmo puro. Y seguimos usando esa palabra para decir lo contrario de lo que significa.
También, por tanto, tenemos que purificar nuestra terminología y el uso de nuestro vocabulario; al “pan pan y al vino vino” como dice el refranero español. No llamemos amor a sentimientos y a otras cosas que no tienen nada que ver con el amor.

13.- Demos gracias a Dios que nos ha regalado su alianza y su amor, que se ha revelado en Jesucristo y que podemos alcanzarlo porque sólo con nuestras fuerzas no podríamos acceder a Él; pero Cristo como puente, como único mediador nos ha permitido llegar a Dios. Demos gracias a Jesús por darnos a conocer y presentarnos ese amor infinito del Padre.
Animémonos como comunidad cristiana a vivir la fe integralmente en toda la vida y a vivirla desde el ciclo litúrgico. La misa es el centro –dice el Concilio Vaticano II– de toda vida cristiana, es inicio y culmen, es principio y fin. Por tanto, no podemos ir a misa como si fuera una obligación o un peso, sino que vamos a ella a celebrar la fe, vamos a hacer fiesta, vamos a vivir el perdón, vamos a alimentarnos del Cuerpo y de la Palabra de Dios. No es lo mismo vivir la eucaristía como una obligación que como la participación en una fiesta a la que somos invitados todos.
14.- Le pedimos a la Virgen que nos ayude a vivirlo así. Y también se lo pedimos a la titular de la parroquia, Santa María Goretti, una muchacha que vivió la fe. Una joven tan tierna, pero tan capaz de dar la vida por vivir la alianza de amor con Dios y de perdonar, aún en vida, a quien la agredió. ¡Qué ejemplo de amor más hermoso tenemos en Santa María Goretti! Que sea así.

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