NoticiaFundación Victoria Escuelas para el encuentro Alumnos de la Fundación Victoria · Autor: FUNDACIÓN VICTORIA Publicado: 23/09/2014: 7125 La cultura del encuentro es un desafío. Nadie duda ya de que nuestro mundo está en guerra. Y nadie tampoco duda de que nuestra sociedad está en desencuentro. Hoy más que nunca es urgente proponer una cultura del encuentro, de la integración, de la concordia... «Necesitamos “reconstruir la aldea” para educar a los niños y jóvenes» Y esta tarea la quiere realizar, junto con otras instituciones e iniciativas, la escuela. Está claro, no podemos dejar solos a los chicos. Ningún niño puede ni debe crecer y madurar solo, abandonado de un entorno favorable, alejado de todo lo que es su entorno familiar. En nuestra sociedad está la familia, está la escuela, está la cultura... Pero los niños están solos. ¿Por qué? Porque el pacto educativo está roto y hay que recomponer el pacto educativo. En tantas ocasiones una maestra pone una observación en el cuaderno del niño y al día siguiente tiene al padre o a la madre denunciando a la maestra. Está roto el pacto educativo, y no sólo entre las distintas formaciones políticas, sino también entre las instituciones que educan: familia, escuela, parroquia, cultura... No es privativa del mundo educativo, esta ruptura está también instalada en nuestra vida social. Necesitamos “reconstruir la aldea” para educar a los niños y jóvenes. No los podemos dejar solos, no los podemos dejar a la intemperie, no pueden crecer desprotegidos a merced de un mundo en el que prevalece el culto al dinero, a la violencia y al descarte. Lo que no sirve se tira. Se descarta a los niños porque no se les educa o no se les quiere. Asustan los niveles de natalidad de nuestro país. Son sencillamente alarmantes. Se descarta a los ancianos, instalándose un sistema de eutanasia encubierta, es decir, las políticas sociales llegan hasta aquí y después ¡pues muérete! Descartan también a los jóvenes sin oportunidad de trabajar, 75 millones de jóvenes en los países desarrollados con menos de 25 años están en paro. Se descarta una generación de jóvenes. Todo esto y más nos obliga a salir, a no dejar a los niños solos, por lo menos eso. Y éste, junto con otros, es el trabajo de la escuela. Tenemos que protegerles junto con los ancianos y los jóvenes de un sistema financiero en cuyo centro ya no está la persona, sino el dinero. Los niños y los jóvenes tienen necesidad de un entorno adecuado, de una “aldea” verdaderamente humana. Cobra particular relevancia el empeño por crear una “red” extensa y fuerte de lazos verdaderamente humanos que sostengan a los niños, que sea un auténtico lugar de encuentro. Escuela y familia, familia y escuela están llamadas a crear esta aldea humana, cada vez más humana.