NoticiaSemana Santa «Cristo Cautivo me ama como soy y se entregó por mí» Misa del Alba de la Cofradía del Cautivo // J.C. MILLÁN Publicado: 24/03/2018: 11616 El sábado 24 de marzo tuvo lugar en la parroquia de San Pablo la tradicional Misa del Alba de la Cofradía del Cautivo, presidida por el Obispo de Málaga. Ante una plaza abarrotada de fieles, Jesús Catalá recordó en su homilía que «Cristo Cautivo, a pesar de estar maniatado y humillado, es imagen de Dios invisible (cf. Col 1,15); es el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina. La imagen deformada que contemplamos es fruto del pecado humano, de nuestro pecado. Pero en él, la naturaleza humana ha sido asumida y elevada a su dignidad sin igual (cf. Gaudium et spes, 22). No estamos ya en lo profundo de la miseria humana, porque hemos sido sacados de ella y elevados a la máxima dignidad». Y añadió, «Cristo Cautivo me ama como soy y se entregó por mí para reconciliarme con Dios (cf. Gal 2,20). Asumió plenamente mi naturaleza humana, menos el pecado (cf. Heb 4,15). Con su Encarnación se apropió y asimiló la cruda realidad del ser humano y lo redimió sacándolo de la execrable situación en la que se encontraba. El profeta Ezequiel anuncia al pueblo creyente una liberación y una purificación: «No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré, ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios» (Ez 37, 23)». Mons. Catalá invitaba a los presentes a hacer una reflexión: «Jesús Cautivo nos invita a una relación de amor y de amistar; el Cautivo te dice hoy, querido cofrade y fiel devoto: Sal de la situación detestable de pecado en que puedas encontrarte; renueva por dentro todo tu ser con mi gracia; que tu corazón deje de rechazar a tu hermano; cambia en amor las injurias de los demás; vive con mayor plenitud tu ser hijo de Dios». Y concluyó con la siguiente oración: «Pedimos a Jesús Cautivo que cure nuestras heridas, perdone nuestros pecados y purifique con el fuego de su amor lo que daña la verdadera fraternidad. ¡Y que María Santísima de la Trinidad coronada nos cobije a todos bajo su manto maternal! Amén». Homilía íntegra aquí