DiócesisComentario al Evangelio

Comentario. El camino del Señor

Antonio Aguilera
Publicado: 07/12/2023: 7087

El profesor de los Centros Teológicos Antonio Aguilera ayuda a profundizar en el Evangelio del II Domingo de Adviento, 10 de diciembre.

Curiosamente iniciamos hoy en la Liturgia de la Palabra la lectura de dos libros sagrados: El Deuteroisaías (1ª lectura), cuyas palabras iniciales son “Consolad, consolad a mi pueblo”; y el evangelio de San Marcos, que dice “Comienza el Evangelio de Jesucristo”.

“Consuelo” y “Evangelio” (=Buena noticia): el consuelo de Dios para su pueblo está plenamente en la Buena Noticia que es el mismo Jesucristo, con sus obras y sus palabras.

Si Jesucristo es la plenitud, el consuelo que tanto necesitamos, y la buena noticia de la salvación, ¿cómo preparar bien su venida?

A ello nos invita “una voz que grita en el desierto”. Es la voz de Juan el Bautista, el profeta, el precursor. Y contemplamos en tan gran hombre hoy estas tres cosas:

1) ¿Dónde habla Juan? “Una voz grita en el desierto”. Juan allá en el siglo I en un “desierto físico”; nosotros hoy, muchas veces, en un “desierto moral”. Y Juan no miró peligros, no buscó excusas, no se encerró en su intimidad… ¿Cómo hago yo el anuncio del Evangelio? ¿Soy apóstol de corazón decidido?

2) ¿Cómo vive Juan? “Se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”. Vestía y se alimentaba con una austeridad total. Gran diferencia con nosotros, con nuestro mundo, en el que tan erróneamente identificamos felicidad con comodidades. ¿Vivo con lo necesario y compartiendo con los demás, o me atrapan el consumismo y las vanidades?

3) ¿Qué dice Juan? “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Tomando palabras del profeta Isaías, nos está proponiendo un plan de conversión. Adviento es tiempo de cambiar, es tiempo de enderezar lo torcido. ¿Verdad que necesitamos un “rearme moral”? Vemos que sí: socialmente, políticamente, eclesialmente, personalmente…

Adviento, preciosa nueva oportunidad que Dios nos ofrece para que todos nos convirtamos y apresuremos la venida del Señor. Que “Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan” (2ª lectura) y tengan, tengamos, vida plena.

 

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