NoticiaColaboración Mari Carmen Ávila Etchart ha completado su círculo Manuel Montes, en el centro, junto a Mari Carmen Ávila (pelo rubio, con gafas), durante un cursillo de cristiandad en Bélgica Publicado: 08/03/2023: 6388 Necrológica El periodista Manuel Montes Cleries, miembro del movimiento de Cursillos de Cristiandad, dedica las siguientes líneas a Mª Carmen Ávila, histórica de dicho movimiento, recientemente fallecida. Cuando se llega a cierta edad se convive más de cerca con la definitiva realidad de la existencia. Familiares, amigos y conocidos van pasando por el trance de terminar una etapa y comenzar otra más gloriosa, aunque bastante desconocida. Los creyentes tenemos la oportunidad de mantener la esperanza en la vida eterna y del paso a un mundo mejor. El círculo vital comienza por el nacimiento. Un momento de indescriptible alegría que los cristianos lo celebramos con la incorporación a la Iglesia a través del Bautismo. Posteriormente, a lo largo de nuestra vida se van viviendo los momentos más decisivos de la misma con los nuevos lugares de encuentro con el Señor a través de los diversos Sacramentos. El cierre definitivo se produce con el abandono de este mundo y el encuentro con el Padre. En los últimos tiempos han dado ese paso definitivo varios amigos míos, hermanos entrañables en la fe. Aquellos con los que he convivido en la lucha por el acercamiento a las verdades de la fe y en su transmisión a los demás a través de la Evangelización. Con Valentín y Maribel, con Pepe García y con Mari Carmen Ávila he mantenido un trabajo codo con codo en la tarea de evangelizar y evangelizarnos. Más de cincuenta años en la brecha y sin soltar el arado. Todos ellos están ya con el Padre. El último zamarreón me ha llegado con el fallecimiento de Mari Carmen. Nuestros caminos se unieron en aquel primer cursillo de Cristiandad para matrimonios que nos encargó el Obispo Buxarrais. Allí la conocimos Ani, mi mujer, y yo. Nos tocó el papel de servidores de la Palabra y animadores de aquel grupo de matrimonios que, posteriormente, dio un tremendo impulso a la Escuela de Dirigentes. Un año después compartimos el primer cursillo donde, con amor y temblor, debutó como “dirigente”. Era en Torremolinos. Desde entonces centenares de experiencias desde nuestro compromiso con la primera Evangelización. Ella era la “Thatcher” y yo “el Guerra”. Durante muchos años vivimos la aventura de transmitir el cristianismo a través de los Cursillos de Cristiandad. Málaga, Andalucía, el resto de España, Suiza, Bélgica. Allá donde nos dejaban nos encaminábamos con escaso bagaje y mucha decisión. Lo mismo nos dirigíamos e interpelábamos al Obispo de Lausana defendiendo a los emigrantes, que nos íbamos a Asturias a localizar un sacerdote misionero en Lieja para que nos abriera las puertas de la Misión Española en Bélgica. El momento más difícil que hemos compartido en nuestras vidas se produjo en un Cursillo que montamos en Spa-Francorchanps. Era el mes de octubre de 1994. Por problemas económicos solo pudimos ir ella y yo. El director espiritual, Sergio Ferrero, no pudo llegar hasta el segundo día. Allí hablan una especie de alemán-flamenco raro. Los cursillistas eran españoles, belgas y portugueses. “Toreamos al alimón” y recordamos a nuestro admirado Antonio Ordóñez. Pudimos llevar un poco de calor en aquellos días en que vivimos a 12 grados bajo cero. Muchas experiencias de todo tipo. Sin desaliento. Transmitiendo fe a los pueblos malagueños. Bregando con los reacios a ese tipo de evangelización. Así han pasado cuarenta y cuatro años desde aquel día de marzo en que nos conocimos en el primer cursillo de matrimonios de España y creo que del mundo. Hemos compartido momentos malos, regulares, buenos y muy buenos. Era la madrina de mi hija Carmen y, aunque ahora estábamos más lejanos por mi jubilación en la Escuela, seguíamos conectando regularmente por teléfono. Así tuve la penúltima conversación con ella el pasado sábado. Se encontraba mal pero con esperanza de mejoría. La última la tuve el domingo. Apenas me avisaron de su fallecimiento me desplacé al tanatorio. Aún no habían llegado los familiares. Durante una hora mantuve una conversación y me despedí de ella con un “hasta luego”. Espero que nos encontremos junto al Padre. Allí se encuentra ya mi comadre. Mari Carmen Ávila Etchart ha completado el círculo. Descansa en paz.