NoticiaColaboración ¡Viva Cristo Rey! Publicado: 16/11/2016: 18136 FIRMAS. Francisco Aranda, sacerdote e historiador. Casi todos los historiadores coinciden en aceptar que la causa más determinante de las conocidas persecuciones romanas fue la contumaz negación de los cristianos a dar culto al emperador. Los cultos imperiales romanos eran un signo externo inapelable de la sumisión a su autoridad y a la realeza. No se trataba sólo de actos o espectáculos públicos de exaltación de su grandeza y soberanía, sino, además y sobre todo, de reconocimiento y acatamiento de su “realeza”, que tenía claras connotaciones divinas. Lo que explica que muchos cristianos, para reafirmar la única soberanía y realeza de su Dios, exclamasen, antes de ser entregados al martirio, la expresión «¡Viva Cristo Rey!». Gozamos de muchos testimonios en este sentido en la literatura martirial, como en autores de la época (Policarpo, Ignacio de Antioquía, Cipriano y Tertuliano, entre otros). El título Chistus Rex es aclamación latina, pero hunde sus raíces en las Sagradas Escrituras, donde aparece vinculado a los de “Rey de los siglos” (1 Tm 1,17), “Rey de Israel” (Jn 1, 49), “Rey de los Judíos” (Mt 27, 11), “Rey de Reyes” (1Tm 6, 15), “Rey de los santos” (Ap 15,3), “Soberano de los reyes de la Tierra” (Ap 1, 5). A la vez, es un título frecuente que, como solemnidad, se celebra en la Iglesia Católica así como en las comunidades Anglicana, Episcopaliana, Presbiteriana y algunas Luteranas y Metodistas. Cuando la instituye Pío XI, mediante la encíclica “Quas primas” (1925) -posiblemente una de las peor entendidas e ignoradas de todos los tiempos”- es cierto que corrían tiempos difíciles: la pérdida de los Estados Pontificios, la creciente secularización del mundo y la nostalgia del esplendor de la Cristiandad medieval, propician este intento de la Iglesia de reafirmar su primacía acudiendo a la figura de Cristo Rey. El Vaticano II cambió su ubicación (final del año litúrgico) y su sentido (expresar la consumación del plan de Dios en la figura de un Cristo Rey que ejerce como tal desde la impotencia frente al poder religioso del Sanedrín y político de Pilatos). Pese a todo, no convine pasar por alto lo que, en la misma encíclica. Se cita de San Cirilo de Alejandría “Posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sin en virtud de su misma esencia y naturaleza”. El papa emérito Benedicto XVI, y su predecesor, San Juan Pablo II, han coincidido en poner de relieve que el reinado de Cristo no se basa en el “poder humano”, sino en el amor y el servicio a los otros (Catholic World News, Nov, 27, 2006). La excelencia de dicha Solemnidad se recoge en el Introito de la Misa del día: Dignus est Agnus, qui occisus est, accipere virtutem, et divinitatem, et sapientiam, et fortitudinem, et honorem. Ipsi gloria et imperium in saecula saeculorum. Deus, judicium tuum Regi da: et iustitiam tuam Filio Regis.